Iroel Sánchez
Por estos días, ha vuelto a ser noticia esa leyenda del periodismo norteamericano que es Bob Woodward. A propósito de su libro Las guerras de Obama, se ha recordado la época en que sus reportajes en The Washington Post, junto a Carl Bernstein, terminaron con la presidencia de Richard Nixon y crearon el paradigma del periodista investigador con que Hollywood no se ha cansado de machacarnos desde entonces.
Sin embargo, poco queda en Estados Unidos de la prensa en que Berstein y Woodward destaparon el escándalo de Watergate. La información dada a conocer recientemente sobre las 25 noticias más censuradas en 2009/2010, basta para percatarse de la cada vez más difícil relación entre la verdad y los medios en ese país.
El analista Michael I. Niman habla de “periodismo zombie” para calificar la tendencia hacia el declive de la prensa corporativa, y añade que no derramará una sola lágrima por su debacle. Niman habla sólo de la prensa estadounidense pero por el modo en que la agencia EFE ha recogido las declaraciones del presidente norteamericano en un reciente encuentro con medios hispanos, la situación descrita aparenta trascender al país del Norte.
A juzgar por su cobertura del acontecimiento, pareciera que el rol de la agencia española es el de propagandista electoral, de cara a las congresionales del 2 de noviembre. Su principal tarea ha sido reiterar a los electores hispanos la promesa de una reforma migratoria que no acaba de llegar. Por supuesto, un mensaje que no podía faltar en la llamada “entrevista colectiva” –dirigido a los votantes del Sur de la Florida- es lo que, según el jefe del imperio, deben hacer Cuba y Venezuela para agradar al “gobierno del cambio”.
Sin embargo, nada indica que alguien le haya preguntado al presidente por la extradición a Venezuela del terrorista confeso Luis Posada Carriles; ni por la solicitud que le hicieran ATT, Nokia y Verizon de levantar el bloqueo a Cuba en las telecomunicaciones. Tampoco se le interrogó acerca de la invitación que le realizara Alicia Alonso a asistir al Festival de Ballet de La Habana, acompañado de los cinco presos políticos cubanos en Estados Unidos, cuya libertad le pidieran recientemente cientos de intelectuales y artistas, encabezados por Danny Glover y Seann Pen.
Quizá la suerte corrida por la decana de los corresponsales ante la Casa Blanca, Helen Thomas, no animó a los periodistas norteamericanos presentes en el encuentro a ser muy agudos. Como se conoce, Thomas fue despedida por criticar las acciones de Israel contra el pueblo palestino.
Lo que no se comprende bien es la disciplina del corresponsal de EFE, quien se supone debería estar motivado por generar noticias de interés para España y América Latina, mas si sus jefes aparentemente están en Madrid y no en Washington ¿O es que los jefes de los jefes del periodista de la agencia española también radican en la capital norteamericana?
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