Néstor García Iturbe
El día 7 de enero publiqué un artículo titulado “Obama le da agua al dominó”. En ese texto señalaba que el Premio Nobel de la Paz estaba tratando de darle un nuevo “look” a su administración y situar en puestos claves a funcionarios que fueran más aceptables para los republicanos.
Ahora el presidente continúa haciendo cambios e introduciendo variantes para tratar de fortalecer su posición y lograr lo que todo presidente que está en su primer término desea, la reelección.
Dentro de los cambios que Obama se propone está el cerrar la Oficina de Asuntos Políticos de la Casa Blanca, lo que le permitirá establecer su sede de campaña fuera de Washington, según plantea, en Chicago, donde trabajará David Plouffe, nombrado recientemente en dicha oficina y con amplia experiencia en la campaña del 2008.
Al parecer, a mas tardar dentro de dos meses, Obama anunciará la intención de reelegirse y presentará la documentación correspondiente ante la Comisión Federal de Elecciones, lo que le abrirá el camino para comenzar a recaudar dinero y conformar el equipo que debe trabajar en función de dicho objetivo.
Se plantea que el Jefe del Equipo de Campaña será Jim Messina, alto funcionario de la Casa Blanca que abandonará la misma para dedicarse a estos menesteres. Lo acompañarán entre otros Julianna Smoot, también funcionario actual de la Casa Blanca, que tiene experiencia en el manejo y recolección de fondos. Dentro del equipo no podía faltar su gran amigo Emanuel, que ya se encuentra en Chicago creando condiciones para el mejor funcionamiento del equipo de campaña.
Se agregan al equipo Tim Keine y Jennifer Dillon del actual Comité Nacional Demócrata que, conjuntamente con Patrick Gaspard, estarán dirigiendo las actividades diarias de dicho Comité. Trabajarán también en la campaña David Axelrod, quien deja la Casa Blanca este mes y Robert Gibbs, que el mes que viene dejará de ser Secretario de prensa de la Casa Blanca.
Todo parece indicar que Obama está apurado, pues aún faltan 22 meses para la elección presidencial y aún no está definido si otros demócratas aspirarán a ser el candidato del partido. Algunos de estos han mostrado interés tomando en consideración el bajo cumplimiento de las promesas efectuadas, el alto por ciento de desempleo, la situación económica, el descalabro de las últimas elecciones y las guerras de las que Estados Unidos no acaba de salir, todo lo cual debilita la figura de Obama ante el electorado demócrata.
Puede decirse que tampoco en el bando republicano existe en estos momentos un oponente definido. Los que aspiran deben mostrar en estos meses sus cualidades y posibilidades para tratar de unificar el partido y que este se convierta en una verdadera fuerza electoral lo suficientemente potente como para derrocar a cualquiera que aspire por los demócratas. El republicano podrá criticar lo hecho y lo no hecho, prometer soluciones a los graves problemas que sufre la población y ganarse una parte de la mayoría silenciosa que pudiera buscar con una victoria republicana el salir del estancamiento.
El iniciar una campaña presidencial temprana pudiera ser riesgoso para Obama pues comprometerá una parte del tiempo que necesitaría dedicar a tratar de solucionar los problemas de la nación, lo cual sería en mi criterio, la mejor campaña electoral que pudiera llevar a cabo.
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