Que la defensa de lo colectivo se haga contagiosa. Por Karima Oliva Bello

 

En casa, con motivo de la crisis creada por el covid-19, comienzo a decodificar:

- “Lo importante en la vida es salir adelante uno y ayudar a los que queremos”. ¿Será? ¿Podremos aspirar al bienestar individual sin defender el bienestar colectivo? En las “sociedades del riesgo”, término con que Beck designa las sociedades capitalistas contemporáneas, los riesgos nos tocan a todos. Esta idea de que saliendo adelante nosotros mismos lo tenemos resuelto, es una ilusión creada por una ideología ultraliberal que se nos ha impuesto para que aceptemos como naturales las absurdas lógicas de individualización de las sociedades de consumo. El individualismo desmedido ha ocultado el hecho de que las crisis que vivimos en el mundo hoy son sistémicas y no podremos resolverlas con soluciones individuales o biográficas, tendremos que defender hasta las últimas consecuencias las garantías, los bienes y los derechos colectivos.

- “El mundo está bien mientras nosotros y los que queremos estén bien”. ¿Será? ¿El mundo está funcionando bien? Hoy nos alarmamos y aterrorizamos porque han muerto alrededor de 20 mil personas en aproximadamente 4 meses, pero antes de eso, ya morían y lo siguen haciendo, diariamente, 15 mil niños por pobreza y hambre. No estoy “desinformando”, ni son mis “verdades”, son cifras oficiales de las Naciones Unidas, por solo referirme a algo de lo que no está fucionando bien, otros datos pueden ser peores. Sin embargo, ni nos enteramos, ¿por qué? ¿porque no son nuestros hijos? El número de muertos que el hambre, las enfermedades de la pobreza, la falta de agua, las guerras y la violencia están dejando en el mundo diariamente sobrepasa por mucho a las muertes causadas por este virus. ¿Este virus nos alarma porque están produciéndose las muertes también en países desarrollados económicamente y porque por primera vez nosotros mismos nos vemos amenazados? Recientemente una amiga con la que debatía sobre el daño que la derecha internacional hacía al mundo, me preguntaba asombrada, qué que daño, ella veía que el capitalismo funcionaba bien, ella y su familia estaban bien. ¿Es racional pensar que un sistema-mundo en caos (Wallerstein) en el que mueren diariamente 15 mil niños por pobreza funciona bien por el simple hecho de que esos niños no son los míos? ¿Es puro idealismo querer que las cosas funcionen de otra manera o es pragmatismo? ¿Quién nos ha robado nuestro derecho a pensar que un mundo diferente es posible?

- “Lo privado funciona mejor que lo estatal”. ¿Será? ¿Podemos darle la responsabilidad de nuestra salud y nuestra vida a instituciones de salud orientadas por fines de lucro en una época cada vez más abocada a crisis de todo tipo? Yo no me arriesgaría. ¿Por qué los presidentes de emblemáticas sociedades capitalistas como Francia e Irlanda están reconociendo la importancia de los sistemas de salud pública como la mejor alternativa ante la crisis? ¿Cómo es que sociedades hiperdesarrolladas económicamente tienen que acudir a los medicamentos y la ayuda médica de un país socialista, bloqueado, con una economía ya no precaria, porque pareciere que es condición inherente a Cuba, sino precarizada? ¿Quiénes han quedado en condiciones más vulnerables ante la crisis, los emprendedores, los contratados informalmente, los subcontratados, o los que tienen un empleo estable con todas las garantías posibles, garantías luchadas colectivamente por la clase trabajadora en las calles?

Que el llamado a quedarnos en casa, aislarnos, para salvarse cada uno, no nos haga olvidar que la libertad, la vida, la salud, el futuro, la existencia, serán colectivos o no serán.

 

 

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