Iroel Sánchez
La noche de este domingo 16 de enero la película The social network recibió cuatro premios Globo de Oro en Hollywood, incluyendo el de mejor filme del año 2010. La cinta -que también obtuvo el trofeo dorado por mejor director, David Fincher, mejor guionista, Aaron Sorkin, y mejor banda sonora, de Atticus Ross- intenta contar el origen de la popular red social Facebook. Sin embargo, la realización ha sido criticada “porque no tiene nada que ver con Facebook como fenómeno social”. Según el corresponsal de BBC en Washington, Finlo Rohrer: “Aquellos que buscan una reflexión sobre las redes sociales y nuestro viaje hacia un mundo más conectado tendrán que esperar y por el momento, seguir buscando”. El mismo despacho de BBC recoge críticas al filme del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, que ha señalado a la película su falta de apego a la realidad, diciendo con ironía: “Es interesante fijarse en las cosas en que se centraron en hacer bien… Cada una de las camisetas y suéteres que había en esa película las tengo en la vida real”
Aunque muchos cuestionan, con razón, las sagas comerciales de Hollywood, quizá tenga sentido una segunda parte de la película con el enfoque que pide Rohrer. Un fenómeno como el ocurrido con Simone Black, vecina de Brighton, en el sur de Inglaterra, debería quizás aparecer en esa reflexión. Simon tomó una sobredosis de píldoras en Navidad y posteó en Facebook un breve aviso, en el que declaraba su intención de morir, y a pesar de tener más de mil amigos en la red social, algunos de los cuales vivían a poca distancia, ninguno fue en su ayuda. Algunos estudiosos son del criterio que las redes sociales pudieran estar estimulando comportamientos asociales al integrarse a la enajenación y el individualismo estimulados por algunas sociedades contemporáneas.
Pero eso no es lo único que daría sustancia real a The social network II. Por ejemplo, le aportaría un tono de cine de espionaje, el contenido de la reunión que sostuvieron los ejecutivos de Facebook, en su sede de Silicon Valley, con el director del FBI, Robert Mueller, el pasado noviembre, o divulgar si, como otras “startups”, la empresa de Zuckerberg tuvo desde sus orígenes alguna relación con la CIA, lo que es bastante común en pequeños emprendimientos informáticos que la agencia aprecia prometedores. Sería también una buena oportunidad para abordar las denuncias sobre inyección de capital a Facebook por Greylock Venture Capital (fondo de inversión con fuertes vínculos con la CIA), que ha realizado el periódico The Guardian, con bastante poca repercusión, por cierto.
Para que no falte el suspenso, la película debería contarnos cómo desapareció de Facebook la página de solidaridad contra la censura en YouTube del canal de videos del sitio Cubadebate, ejercida por la empresa Google, al complacer el reclamo de los defensores del conocido terrorista cubano-venezolano Luis Posada Carriles.
Con todos estos ingredientes, tendríamos seguramente una buena trama, cuya fidelidad iría más allá de las camisetas y que, como El Padrino II, desmentiría el viejo dicho que asegura que “segundas partes nunca fueron buenas”.