¿Le legaremos algo a Fidel? Por Josué Veloz Serrade

 

El anuncio de la eliminación de la posición común de la Unión Europea, la llegada del primer vuelo de American Airlines, la visita del Rey Emérito Juan Carlos y la de Peña Nieto en medio de los acontecimientos recientes posteriores al fallecimiento de Fidel; no son regalos inocentes ni casuales.

Fidel es un territorio en disputa, habrá muchos Fidel. La reacción tendrá el suyo, la burocracia también. Cada cual se aferrará al Fidel que le sea necesario en el presente que vive. Fidel tendrá que defenderse de Fidel. Su fuerza mística, si no es acompañada en los próximos tiempos de un examen minucioso de su práctica revolucionaria, se volverá inservible para la Revolución y podría servir lo mismo a la socialdemocracia que a una zona de nuestra sociedad que apuesta por un capitalismo a la cubana con una democracia formal vacía. Pero no al proyecto socialista de la revolución cubana como fue el servicio de toda su vida.

Es lógico que nos indignemos por las reacciones irracionales de un grupo de personas, que cuestionan a Fidel a partir de sus historias personales o por el resultado de los momentos más intensos de la lucha de clases. Pero no olvidemos que si una revolución es verdadera, tendrá que enfrentar la complejidad de ambas cosas. Para dar propiedades hay que expropiar, para responder a la guerra, hay que ir a la guerra. Fidel y su generación no filosofaron la Revolución: la hicieron. Cada cual escoge los muertos que le asaltarán en medio de la noche. No creamos que alguien que vive en Noruega, o cerca de la Calle 8 durmiendo con tranquilidad, no haya escogido previamente quién va a morir, de qué muertes se hará responsables y a qué horrores dará la espalda para poder vivir. Mientras no llegue la sociedad futura todos somos cómplices, cada cual decide donde vive su redención o su ilusión de neutralidad.

¿A qué Fidel debiéramos aferrarnos? ¿Cuáles son las lecciones de su conducta? ¿Qué le dicen esas lecciones de su práctica revolucionaria a la Cuba de hoy?

Uno de los aspectos más importantes de su conducta fue la apuesta toda la vida por un proyecto socialista, que pusiera el cambio cultural de las personas en el centro de la práctica revolucionaria. La aparición de los excedentes económicos no eran seguidos de procesos de acumulación capitalista, sino que estos regresaban a la sociedad en forma de programas no solo para la distribución de ingresos, también para operar cambios en las vidas y subjetividades de las personas.

Que algunos de esos programas no se hayan traducido en los rendimientos esperados por cierta visión clásica de la economía puede haber favorecido la idea de que lo más adecuado sería poner en manos del Capital lo que el Socialismo no ha podido ejecutar con eficiencia. El Socialismo no está reñido con la eficiencia, pero esta debe estar subordinada a la justicia social y no al revés.

Las nuevas formas de propiedad que comenzaron a implementarse en los noventa no tienen un valor abstracto, sino que recomponen y configuran una nueva estructura clasista. Es erróneo suponer que se desarrollan las distintas formas de propiedad de manera armónica, porque las relaciones entre clases antagónicas nunca se desarrollan de ese modo. Una cosa es considerar que no queda más remedio que hacer uso de mecanismos del Capitalismo para el desarrollo; otra cosa muy diferente es suponer que el Socialismo se mantendrá intocable en medio de ese escenario. Hay procesos de naturalización que se irán dando sin que ni siquiera se decida que ocurran.

Al mismo tiempo que se asumen otras formas de propiedad, se debe buscar el modo de que aquellas de contenido socialista estén cada vez más en posibilidad de disputar la hegemonía. A su vez, ello implica cuestionar el supuesto de que la propiedad estatal es por su esencia socialista, cuando lo que define la intensidad de lo socialista es la dimensión de la relación humana que el sujeto produce en el trabajo y, en igual sentido, el lugar que ocupan sus decisiones en la producción.

Él entendió y practicó un poder revolucionario fuerte. Este incluye crear una fuerza material lo suficientemente contundente como para garantizar la defensa de lo conquistado. Un proyecto revolucionario que deje intactas las fuerzas materiales que acompañan al Capital, está condenado a verse limitado en el mejor de los casos. En el peor, con el tiempo desaparece o es reducido a sangre y fuego con regímenes de seguridad nacional o de otro tipo. Al mismo tiempo que se crea esta fuerza material en forma de ejército popular,el poder revolucionario tiene que asumir la creación de un poder paralelo o endógeno que despliegue la sociedad de nuevo tipo. Para ello hay que desatar la mayor cuota de creatividad posible.

Él y su generación se dieron cuenta que solo la austeridad personal y la entrega desinteresada unidas a la creación y profundización de una conciencia revolucionaria, pueden garantizar la mayor cuota de consenso. Al interés por las aspiraciones populares hay que unir la integridad a toda prueba unida a la aparición de una subjetividad de nuevo tipo. La corrupción que combatieron, proveniente de la república burguesa, la entendieron como un resultado de las exigencias del sistema de dominación capitalista y no solo por una cuestión de honestidad. La lucha contra la corrupción es un componente esencial del cuestionamiento a la sociedad anterior. En los momentos más difíciles solo se puede mantener el consenso de millones de personas a través de la consagración a principios esenciales.

Por otro lado, para él se hacía esencial la unidad en el campo revolucionario. Esa unidad se teje minuciosamente, combinando flexibilidad con diseños de consenso que incluyan la mayor discusión posible, el ejercicio de un poder subordinado a la revolución misma y no al revés. Lo cual hace que no sea una nomenclatura, o un individuo, quien defina al enemigo, sino que esa definición es un resultado de la lucha política.

La práctica internacionalista en él, es una escuela para los revolucionarios, el modo en que cada sujeto puede participar de la lucha mundial frente a la explotación despiadada del Capital. Este internacionalismo tiene que hacerse, además, primando el sacrificio personal y no los beneficios que de él se deriven a nivel material. Solo así, en la persona que lo practica, se producen los cambios donde renuncia a su cuota de narcisismo nacional.

Mostró que la paz no es una abstracción. Vale la paz que se acompaña de justicia social y de independencia. La verdadera paz, sin entrar a analizar el método específico por el que se le obtiene, solo puede ser a través de la lucha. La paz que ofrece la dominación es una escena ilusoria, donde queda la mesa servida para que el estado siga asesinando en la sombra mientras combina esto con camisas de blanco y discursos patrioteros.

En su práctica, ninguna problemática de la dominación actúa por aislado; todas las dominaciones específicas son formas de expresión del dominio del Capital. Pudo haber dominación de la mujer antes del capitalismo, pero aquella asume contenidos específicos en la hegemonía del Capital. Incluso cuando aparentemente se le libera.

La lucha contra el imperialismo, en su prédica, es una lucha frente a los Estados Unidos pero le trasciende: es esencialmente una lucha contra el sistema de dominación imperial. El antiimperialismo es una necesidad de todo proyecto socialista; y a su vez solo la lucha por el socialismo le otorga un contenido particular que no estaba dado en otras formas de antiimperialismo. Podríamos decir que el socialismo es la fase superior del antiimperialismo, pues trasciende la dominación de un país en específico sobre otro y llega hasta la dominación que se ejerce por los poderes financieros internacionales, a través del Banco Mundial, el FMI y de otros mecanismos menos visibles. El sistema de dominación imperial incluye hasta a los países de los llamados “estados de bienestar”. Por ello es una ilusión pensar que a Cuba le pueda corresponder una especie de “socialismo nórdico” o de “estado de bienestar” pues está en la órbita de los países subdesarrollados.

Ahí es donde aparece otro elemento fundamental en su pensamiento: el subdesarrollo no es una fase del desarrollo de un país sino que es una de las funciones del desarrollo. No puede existir la tranquilidad económica de las economías del primer mundo sin la opresión y subdesarrollo de la mayoría del mundo. Incluso, si Cuba se desarrollara en el modo de los estados de bienestar general sería solo si entra dentro del sistema de la normalidad capitalista que le rodea.

En sus críticas contra la democracia formal declarativa y en abstracto, esta es una farsa utilizada por la dominación mientras el Capital tiene la vía libre para actuar. Cualquier democracia real, cualquier cuota de justicia ganada, solo es posible a través de la lucha, no las produce un republicanismo leguleyo. Sola, la revolución cubana pudo trascender los límites de la democracia que venía como tradición. Cualquier forma de democracia política en profundidad que se realice en Cuba, debe tomar la tradición de la revolución cubana para trascenderla y dotarla de nuevos contenidos; pero esto debe hacerse al mismo tiempo por oposición a las formas democráticas al uso en el mundo.

Se dio cuenta, y lo llevó a la práctica, que las revoluciones se ven obligadas a crear instituciones de nuevo tipo con contenidos específicos e identidades propias, subordinadas al proyecto socialista. Estas instituciones, a la vez que garantizan la defensa frente a las adversidades, tienen que generar relaciones de nuevo tipo. Tienen que ser cuestionadas de manera permanente si quieren conservar su hegemonía, o crearla ahí donde hubiera retrocesos. El liderazgo en este contexto funciona como una especie de poder paralelo, que interpela constantemente a la institucionalidad cuando esta pierde vínculo con los sectores populares.

Para él se disputa el socialismo en todos los espacios de la sociedad, no en una parte o en alguno de ellos en específico. Eso no quiere decir que se haga en todos los órdenes del mismo modo. Pero no es como si se pudiera pretender que se defiende una parte conquistada y se entrega otra. No podemos amurallarnos en las “conquistas históricas”; tenemos que intentar profundizarlas, llevarlas más allá, por oposición a reformarlas o hacerlas más viables desde el punto de vista puramente económico, y realizar otras que no estaban anteriormente. Si la revolución no va más allá de sus límites, si no se plantea impugnar los moldes establecidos y no lo realiza en la práctica, no podrá defender ni lo conquistado.

Si convertimos a Fidel en algo tan suave, tan humano, tan cálido, sin hacer énfasis en su personalidad de revolucionario capaz de subvertir los moldes establecidos, lo podremos volver inservible. Él asumió el destino agónico de los verdaderos revolucionarios, y como tal tenía que fabricarse adversarios. No nos conviene que se quede sin adversarios. Ojalá en los próximos años no lo castiguen con un Premio Nobel del la Paz. El entendió que la “guerra era la paz del futuro”. Siempre entendió que la lucha tenía que estar asociada a la movilización de masas, la guerrilla era la vía para desatar las fuerzas del pueblo en el momento indicado. Cuando dijo, en medio de una nueva coyuntura, que ningún problema podía resolverse por la vía de las armas dijo al mismo tiempo que el método de luchas tenía que ser fundamentalmente la movilización de masas. Nos dijo no usar las armas en un cambio de coyuntura, no que dejáramos de luchar. ¿Quiere la paz? luche por ella, eso fue lo que dijo al mundo de los oprimidos.

Hay que analizar cada elemento de su pensamiento y de su práctica, las circunstancias que le rodearon y los límites de esa propia práctica. Si uno analiza en profundidad la cantidad de factores en juego durante todos estos años y las decisiones en medio de los distintos escenarios, se da cuenta que la única manera de aprender tenía que ser equivocándose. Ahora, idealizarlo sería invalidarlo y no respetar su voluntad de no querer estatuas.

La relación pueblo-líder-partido tiene peculiares características en su ejecutoria, pero tiene también su límite. Se hace necesario generar estructuras nuevas, o que se reinventen las ya existentes cuando sea posible. En el imaginario colectivo circulaba la idea: “si Fidel se entera”, “si Raúl se entera”: una forma de escape subjetivo donde la gente se refugiaba ante la ausencia de un proceder democrático. Por esta vía se personaliza el control popular de una manera condenada a fracasar. Debe buscarse la manera en que todo sea sometido al control popular socialista más profundo, mientras que al mismo tiempo se garantiza el poder conquistado. Y tienen que ser las dos cosas a la vez.

Cuando Fidel y sus compañeros llegaron al poder, se vieron obligados a inventar, a crear. Ni cuando durmieron ellos más cerca de los manuales, pudieron dejar de ser subversivos. Claro que se equivocaron en algunas cosas; no nos preocupemos: ya tendremos nosotros nuestras propias equivocaciones si no las tuvimos ya.

Pero ahora tenemos un acumulado cultural, que no existía cuando recorría todo el país la Caravana de la Victoria. Se crearon instrumentos para subvertir la práctica que no existían previamente. Él y sus compañeros de lucha no se tomaron un cafecito mientras depuraban su estilo a lo Mañach1, sino que se impusieron la agonía de la travesía sin ninguna certeza.

No tuvieron tiempo ni siquiera para analizar la distancia entre su tiempo y el nuestro, para ellos el tiempo fue siempre de la misma violenta intensidad. No pudieron sobrevivir como el abate Sieyes2 en los márgenes de una Revolución enorme. Enfrentaron la agonía de su época y tuvieron que pelear y unir a la gente al mismo tiempo.

Es cierto que Fidel nos legó mucho. Nosotros, los que queremos defender y profundizar el proyecto socialista de la revolución abrazados a Calibán y frente a Próspero y Ariel,3 ¿le legaremos algo a Fidel?

Notas

1. Participante en la Protesta de los Trece. Fue, además, miembro importante del grupo Minorista; pero la radicalización del movimiento de jóvenes encabezados por Villena y bajo el influjo de la labor revolucionaria de Mella, hace que sus caminos se vuelvan cada vez más opuestos a los de Jorge Mañach. La revolución cubana del 30 hará ya irreconciliables al núcleo de Roa, Pablo de la Torriente Brau, y el mismo Villena, con la figura de Mañach. Terminará incluyéndose en el campo de la reacción y oponiéndose, después de 1959, a los presupuestos de la revolución cubana. Ver en: http://www.ecured.cu/Jorge_Mañach

2. Fue una figura importante dentro de la Revolución Francesa de 1789. Su obra intelectual condenaba los privilegios del antiguo régimen y tuvo una participación importante en la redacción de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. La radicalización de la Revolución lo llevó a defender posturas más moderadas, desde el liberalismo. Hizo una contribución importante para la llegada de Napoleón Bonaparte al poder y terminó integrándose a las estructuras creadas por este. Ver: “El Abate Sieyes”. En: http://www.bdigital.unal.edu.co/42037/1/12066-30510-1-PB.pdf

3. Personajes presentes de La tempestad, pieza teatral escrita por William Shakespeare. Calibán representa junto a Próspero el par dominado- dominador. Próspero representa en esta lectura la modernidad capitalista, que puede estar contenida en las contradicciones culturales propias de la transición socialista. Ariel es la representación de la sabiduría y de la inteligencia, su romanticismo y representación de la razón pueden ser asociados al lugar que ostenta dentro de una sociedad el trabajo intelectual. Ver: Roberto Fernández Retamar: “Calibán: Apuntes sobre la Cultura Nacional”: http://www.literatura.us/roberto/caliban3.html

Josué Veloz Serrade es Ms. C Psicología Clínica, Profesor del Programa FLACSO-Cuba y de la Facultad de Psicología en la Universidad de la Habana. Es colaborador de la Cátedra Gramsci del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello.

Fuente: http://www.caimanbarbudo.cu/articulos/2016/12/le-legaremos-algo-a-fidel/

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10 Responses to ¿Le legaremos algo a Fidel? Por Josué Veloz Serrade

  1. Alejandro says:

    Excelente. “Él y sus compañeros de lucha no se tomaron un cafecito mientras depuraban su estilo a lo Mañach, sino que se impusieron la agonía de la travesía sin ninguna certeza.”

     
  2. Maño says:

    De verdad me gusto mucho esta reflexión, sobre todo porque la idea es precisamente que no se endulce (se “buenifique malamente”) con el tiempo la figura de Fidel, sino por el contrario se le vea y se le reconozca como un hombre de lucha vivo, con aciertos y errores (sobre todo por el tanto tiempo distinto que le toco ejercer su liderazgo) y rescatando (para el bien común de los humildes) esa condición intrínseca que tenia de interpretar su liderazgo que “…funciona como una especie de poder paralelo, que interpela constantemente a la institucionalidad cuando esta pierde vínculo con los sectores populares.”

    No creo, como intérprete de lo leído, que Fidel se fabrico sus adversarios, su practica revolucionaria de lucha de clase, lo puso en la vereda donde siempre quiso estar, del lado de los humildes ( “…Él asumió el destino agónico de los verdaderos revolucionarios, y como tal tenía que fabricarse adversarios. No nos conviene que se quede sin adversarios.”). Los adversarios estarán siempre cuando uno toma de “VERDAD” partido, y si es por los humildes más, hasta cuando dicen como reflexiono el poeta “…que la gente es mala y no merece…”

    Soy un defensor de la idea de “seguir creando” que como bien dice el autor de este post “Cuando Fidel y sus compañeros llegaron al poder, se vieron obligados a inventar, a crear…” , es una lástima que esa práctica en muchos casos no se les permitió al común del pueblo y se veía con malos ojos cualquier “travesura” sin previa autorización del Olimpo. Se necesita de los irreverentes defendiendo la causa de los más pobres.
    Saludos

     
  3. ELP says:

    “Si convertimos a Fidel en algo tan suave, tan humano, tan cálido, sin hacer énfasis en su personalidad de revolucionario capaz de subvertir los moldes establecidos, lo podremos volver inservible” Josue, creo que ambos extremos son perjudiciales, tan malo es negar su condicion de hombre excepcional como endiosarlo y conceptualizarlo como alguien infalible, que nunca se equivocó, creo que en la medida que nos acerquemos al Fidel humano, con sus virtudes y defectos los jóvenes sobre todo lo sentirán más cercano y estarán más motivados a seguir su prédica

     
  4. vencuba says:

    Reblogueó esto en VenCuba.

     
  5. Juan Carlos Corcho Vergara says:

    ´´Al mismo tiempo que se asumen otras formas de propiedad, se debe buscar el modo de que aquellas de contenido socialista estén cada vez más en posibilidad de disputar la hegemonía. A su vez, ello implica cuestionar el supuesto de que la propiedad estatal es por su esencia socialista, cuando lo que define la intensidad de lo socialista es la dimensión de la relación humana que el sujeto produce en el trabajo y, en igual sentido, el lugar que ocupan sus decisiones en la producción´´. A mi modesto modo de ver esta es una de las urgencias a tener en cuenta porque sabemos que la burocracia corrupta, huérfana de cultura alguna, muchas veces funcionan desde dentro (caballos de Troya) como ´´proveedores´´ del sector privado creando articulaciones putrefactas que desangran política y económicamente al estado socialista. De nuevo hago referencia al artículo ´´Viva la Revolución´´, En demasiadas ocasiones se promueve a personas a espacios de decisión que desconfían de la mirada culta, de la necesidad de la reflexión pausada, del espacio para el pensamiento. A ello no escapa la selección de los que dirigen entidades económicas, políticas, educativas o culturales con casi nula cultura y poco sentido del diálogo, resultado de la incomprensión de la complejidad social actual. La búsqueda del buen administrador capaz de atenerse a una disciplina, no niega la necesidad del dirigente capaz y culto que logra conducir procesos complejos y diseñar e implementar respuestas adecuadas, frutos de su pensamiento. Si promovemos la incultura, no podemos luego escandalizamos cuando se le ocurre diseñar o aprobar manifestaciones vulgares y sietemesinas de identidad nacional o de lo revolucionario.
    Debemos entender además que la lucha contra la corrupción económica comienza en primer lugar por una batalla contra la corrupción cultural. Por la incultura entra la vanidad de creer que el “sacrificio” de dirigir te hace merecedor de privilegios. Por la incultura entra el afán desmedido de lucro, de poseer bienes materiales como fin primero de la actividad humana.

     
  6. Juan Carlos Corcho Vergara says:

    Y aclaro para no parecer elitista ni mucho menos, conozco a muchos obreros y profesionales que no poseen la robustez ´´cultural y filosófica´´ que proporciona la academia, pero si ostentan la decencia y la honestidad que proporciona la escuela familiar y también poseen la voluntad y sabiduría común y política que nos ha proporcionado durante más de medio siglo la vida y la obra del comandante eterno, Fidel y su actuar fue y es en sí una verdadera universidad popular. A cuantos ´´honorables y ameritados diplomados´´ que él ha promovido y después lo han traicionado vilmente, no debemos pecar de ingenuos , caballos de troyas abundan y existen en todos los tiempos de lo que se trata es de empoderar más a las bases y mejorar los canales de comunicación y de denuncias para mantenerlos a raya.

     
  7. Juan Carlos Corcho Vergara says:

    Sin el ánimo de presentarme como un fanático, a Fidel no se le puede mirar solo con el prisma del pragmatismo de cuanto hizo bien o cuanto hizo mal, Fidel tiene la místicas de haber sido como un padre para la gran mayoría de los cubanos marginados, y me atrevo a adjetivarlo como redentor de todos los pobre de la tierra, Fidel al igual que Chávez fue el pueblo, sufrieron con el pueblo , sintieron con el pueblo , y vivieron para el pueblo, Fidel fue el padre sabio y estudioso, recto pero amoroso y tierno, y que el mas eminente intelectual me diga cuales fueron sus errores si los tuvo y que él no haya sido el primero en autocriticárselos, los agradecidos con su obra somos los más, y quien dé el solo vea sus manchas si es que las tuvo ,no nos engañemos , ese casi seguro que es un flamante egoísta , frustrado en sus pretensiones de vivir como un ostentoso pequeño, mediano o gran burgués, Fidel al igual que Chávez son los cristos redentores de los pobres de la tierra del siglo XX, y el siglo XXI

     
  8. Alejandro says:

    Muy de acuerdo con tu valoración. Saludos.

     

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