Trasporte privado: Ni un paso atrás. Por Javier Gómez Sánchez

 

javiergosanchez09@gmail.com

Han pasado apenas 48 horas desde el Consejo de Administración Provincial, o sea el Gobierno de La Habana, capital de todos los cubanos, emitió los nuevos precios para los ¨boteros¨ y han ocurrido por parte de estos las primeras reacciones contra la medida.

Unos días atrás casualmente una lectora me preguntaba si escribir servía para algo, si dar opiniones valía para algo, si con exigir se lograba algo, y que ese algo se moviera. En los nuevos precios está la respuesta.

Porque este paso no lo ha dado solamente el CAP de la Habana, lo hemos dado todos. Todos los que día a día nos quejamos, escribimos, clamamos por acciones. Con cartas a los periódicos, con llamadas al Poder Popular o al Partido, en reportajes en la televisión, con posts en la red.

Entonces la medida administrativa la tomó el Gobierno, pero la hizo el pueblo.

Ese pueblo, no puede dejar solas a las personas de su gobierno, por mucho que los critiquemos. A los que cuando nosotros nos dedicamos incluso a trabajos mejor remunerados o compartimos ya en el hogar con nuestra familia, ellos están en reuniones interminables de stress y desvelo para diseñar una solución. Al menos una que comience a solucionar el problema.

Una vez escuché decir que en lo único que se parecen el capitalismo y el socialismo es en que los dos sistemas los gobiernos se mueven por presión. Esa presión la hace el pueblo.

Y alguien pudiera decir: Pero los boteros también son el pueblo.

Y hay que darle la razón pero rectificándolo: Los boteros son una parte del pueblo.

El gobierno hizo esto porque su deber es trabajar para la mayoría del pueblo, que en Cuba como en todas partes, es la que menos tiene.

Ya se había hablado de cuánto recauda un auto, con duro trabajo es cierto, puesto a botear. No solo fui yo, otros muchos lo mencionaron. Por mi parte lo hice en el texto Mil almendrones se balanceaban, que publiqué cuando se decidió poner coto tiempo atrás al aumento de los precios.

Todas las informaciones vertidas ahí, fueron el fruto directo de conversaciones con boteros. Conocí su mundo a profundidad, no por inquietud periodística, sino por circunstancias de trabajo.

Incluso, después de publicado. Conversaba con un grupo de choferes privados contratados a tiempo completo en mi trabajo. Todos hombres curtidos en la carretera a los que luego de meses me terminaron ligando la amistad y el compañerismo. Comenzamos a hacer cálculos, celular en mano y ellos determinaron que un botero podía como promedio en las condiciones de pre subida, o sea incluso antes de subir el precio de 10 a 20 pesos, hacer unos 11 000 pesos como mínimo de ganancia después de impuestos. Unos meses más, unos meses menos. Se incluyó en el cálculo detallado hasta el cambio de aceite.

Con las palabras de uno de los propios choferes: Ese es un botero por lo bajito, aunque también un botero que no le pase nada extraordinario a su carro que de pronto tenga que arreglar.

Pero ese cálculo sí estuvo sujeto a una condición, puesta conscientemente por nosotros: Se trataría de una sola persona. O sea quien es dueño del medio de producción sería también quién lo trabaja.

Los precios que se han emitido ahora, que se han hecho seguramente bajo un cálculo más minucioso, determinan que el botero perciba de 5000 a 7500 pesos al mes. O sea por la mitad de lo que ganaban antes.

En la discusión con mis compañeros se dijo de todo, acalorada, popular, cubanísima: ¨Que si este gobierno¨… ¨Que también los boteros están apretando¨…¨Que si Víctor Mesa¨ (advertí que fue cubanísima la discusión) Pero al final, cuando se habló del meollo de la cuestión, todos dijeron lo mismo: ¨No hay cama pa ´ tanta gente¨

En Mil almendrones se balanceaban la señalaba:

¨El transporte privado tiene condiciones internas que lo empujan a ser, junto a la venta de productos agrícolas, el sector más agresivo en la creciente dinámica del cuentapropismo en Cuba. (…) La gran mayoría de los vehículos dedicados a esta actividad no son conducidos por sus propietarios. (…) Algunos ni siquiera han manejado alguna vez y otros ni siquiera tienen edad legal para hacerlo. (….) Como en Cuba solo se puede tener un auto registrado en propiedad hay familias en la que cada miembro tiene su ¨almendrón¨.

Adquirir uno de estos equivale a hacerse de una especie de renta que pareciera ser vitalicia.

Así se crea una corta pero filosa cadena de dos y hasta tres eslabones: El chofer, el propietario, e incluso un segundo o principal propietario.

Una buena cantidad de cubanos residentes en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos han adquirido a nombre de familiares autos de este tipo de los que obtienen cantidades de dinero que le son remitidas hacia Miami y otras ciudades.

Un socio de la cadena en Cuba se ocupa de administrar y mantener la flotilla, además de contratar a los choferes. Periódicamente envía las ganancias al dueño principal. En algunos casos esta cifra llega a ser de 500 dólares por vehículo cada mes.

Ya sea en su versión corta que comienza y termina en Cuba o en su modalidad larga que lo hace en Miami, esta cadena aumenta meteóricamente el precio que los cubanos deben pagar por transportarse.

Al costo del combustible, el mantenimiento, y la reparación de roturas, se suman las ganancias de los distintos eslabones.¨
De ahí viene el verdadero motivo de la frase, por muchos cálculos supuestamente acertados que haga el CAP, de que: La cuenta no da.

Ni va a dar tampoco.

¨No existe limitación, por supuesto, para la posesión legal de un auto, pero tampoco existe una regulación sobre la titularidad de una licencia de transporte que garantice que quién opera el vehículo sea o tenga que ser también su propietario.¨

Claro eso no se puede imponer directamente, sino crear condiciones como se está haciendo, para que la tendencia sea que como mismo surgió este problema, se vaya disolviendo.

(La clave de las carretillas y las tarimas en los agros pasaba y sigue pasando en gran medida un problema de ¨cadena¨ similar)

Entonces llegamos al día de hoy. Con largas colas en las calles. Con ciudadanos que dicen atormentados a la prensa, que por cierto en este tema como la otra vez ha hecho bien su trabajo: ¨Hace unos días me cobraron 30 pesos, porque tuve que ir pagando 10 pesos de tramo en tramo. Pero hoy es peor porque no aparece nada¨, o como decía otro: ¨Los choferes no quieren trabajar porque los carros son suyos y hacen los que el parece¨

Entonces uno lee de boca de un botero, lo que tal vez sea el mayor peligro en esta situación inmediata: ¨Si bajan el impuesto o el combustible, acepto los precios. Pero mientras tanto, no pienso ceder¨

En un segundo texto que escribí sobre este tema, Transporte privado: ¿Subvencionar o No Subvencionar?, ya prevenía: ¨¿Tendría el estado que subvencionar esa cadena y el carácter socioeconómico de esa cadena para que no suban los precios o para que bajen? ¿Para que los boteros salgan a botear? ¿Para que no haya pasajeros acumulados en las aceras? Eso es un chantaje¨

Y advertía que el Gobierno ¨no puede ceder ante algo así ni jugando.¨

Recordando lo que dice la Constitución esta República:

¨Artículo 11. Inciso c) Las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo presión, amenaza o coerción de una potencia extranjera¨

Ese artículo fue escrito entonces pensando en una coyuntura internacional, pero el cambio de los tiempos demuestra dialécticamente que tal vez se deba, con su esencia, ampliar su texto en la próxima redacción.

Apoyándonos en la visión del pensamiento base de nuestra ideología:

…; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional;…

(¡Que claro estaba…ñó!)

Entonces, como ciudadano comprometido digo hay que tener la claridad en este momento del tema transporte privado que parecería de poca importancia, pero es definitorio: Se debe tener toda la lucidez para buscar la mejor manera, pero en esencia, si cedemos ante esto hoy probablemente nos arrepintamos toda la vida.
Tal vez se debió hacer mejor, se debió preparar más la conciencia de la población con los medios de comunicación. Tal vez se debió haber combinado este paso con una gran inversión en el trasporte público, que ayudara, al menos temporalmente a enfrentar la situación. Tal vez todo lo que hicimos durante estos 60 años debimos haberlo hecho de una mejor manera.

Pero a veces hay que atacar sin esperar refuerzos. Si esperamos a tener toda la preparación para hacer todo, lo haríamos, como advertía Lenin: ¨…dentro de 500 años¨

(Que en nuestro caso antillano, habría que decir…otros 500 años)

Estoy seguro, sin malgastar mi optimismo, que este paso será el inicio de una verdadera regulación del trasporte privado. Fijándonos incluso en cómo se ha ordenado esto en otras urbes de Latinoamérica. Ahí donde no ha sido nada fácil, pero no hay ¨viaje directo¨ ni ¨tramo¨, lo que hay son ¨rutas¨ y las licencias se entregan para hacer esas rutas e incluso para una ruta específica, los carros tienen que llevarla rotulada y hacerla completa. Al montar el pasajero no debe decir más que un saludo, se baja donde desea y paga lo que corresponde.

Comencé este texto recordando que esta ciudad era la capital de todos los cubanos. Porque a algunos lectores de nuestra Patria, el tema puede parecer algo ajeno o lejano. Pero no lo es, porque la batalla que se libra hoy en La Habana, se está echando por todos los cubanos. Por todos los que a diario se enfrentan a esto mismo en Santa Clara, en Camagüey, en Holguín, en Santiago.

Guantánamo no estuvo solo, La Habana tampoco puede estar sola. Hay huracanes que se enfrentan para toda la vida.

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