¿Wikiliquidación del Imperio?

 
Boaventura de Sousa Santos

Boaventura de Sousa

Boaventura de Sousa

El pensador portugués llama a una articulación orgánica entre el fenómeno Wikileaks y los movimientos y partidos de izquierda.

La divulgación de centenares de miles de documentos confidenciales, diplomáticos y militares por Wikileaks agrega una nueva dimensión a la contradictoria profundización de la globalización. La revelación, en un corto período, no sólo de documentación cuya existencia se conocía pero que durante mucho tiempo había sido negada al acceso público por quienes la detentaban, sino también de aquella con cuya existencia nadie soñaba, dramatiza los efectos de la revolución de las tecnologías de la información y obliga a repensar la naturaleza de los poderes globales que nos (des)gobiernan y las resistencias que los pueden desafiar. El cuestionamiento tiene que ser tan profundo que debe incluir a la propia Wikileaks: no todo es tan transparente en la orgía de transparencia que nos ofrece el portal.

La revelación es tan impresionante por la tecnología como por el contenido. Por ejemplo, escuchamos con horror este diálogo: “Good shooting. Thank you” (“Buen tiro. Gracias”), registrado mientras caían por tierra periodistas de Reuters y niños que iban a la escuela, o sea, mientras se cometían crímenes contra la humanidad. Nos enteramos de que Irán es, por consenso, una amenaza nuclear para sus vecinos y que, por lo tanto, sólo falta decidir quién va a atacar primero, si Estados Unidos o Israel. Que una gran multinacional farmacéutica, Pfizer, con la connivencia de la embajada norteamericana en Nigeria, intentó chantajear al procurador general de ese país para evitar pagar indemnizaciones por el uso experimental indebido de drogas que produjeron la muerte de niños. Que los Estados Unidos presionaron en forma ilegítima a países pobres para obligarlos a firmar la declaración no oficial de la Conferencia Mundial de Cambio Climático –realizada en diciembre pasado en Copenhague—, para poder seguir dominando el mundo sobre la base de la contaminación provocada por la economía del petróleo barato. Que Mozambique no es un Estado narco totalmente corrupto, pero corre el riesgo de llegar a serlo. Que con el “plan de pacificación de las favelas” de Río de Janeiro se está aplicando la doctrina de la contrainsurgencia diseñada por los Estados Unidos para Irak o Afganistán, o sea, que se están usando contra un “enemigo interno” las tácticas utilizadas contra un “enemigo externo”. Que el hermano del “salvador” de Afganistán, Hamid Karzai, es un importante traficante de opio. Y etc., etc., en un cuarto de millón de documentos.

¿Cambiará el mundo después de estas revelaciones? La cuestión es saber cuál de las globalizaciones que hoy se enfrentan se beneficiará más con la fuga de información: ¿la globalización hegemónica del capitalismo o la globalización contrahegemónica de los movimientos sociales que luchan por otro mundo posible? Es previsible que el poder imperial de los Estados Unidos aprenda más rápidamente las lecciones de Wikileaks que los movimientos y los partidos que se le oponen en diferentes regiones del mundo. Ya está en marcha una nueva ola de derecho penal imperial, leyes “antiterroristas” para tratar de disuadir a los diversos “piratas informáticos” (hackers), así como nuevas técnicas para hacer wikiseguro al poder. Sin embargo, a primera vista, Wikileaks tiene un mayor potencial para favorecer a las fuerzas democráticas y anticapitalistas. Para que ese potencial se materialice son necesarias dos condiciones: procesar adecuadamente el nuevo conocimiento y transformarlo en nuevas razones para la movilización.

En cuanto a la primera condición, ya sabíamos que los poderes políticos y económicos globales mienten cuando hacen apelaciones a los derechos humanos y a la democracia, ya que su objetivo exclusivo es consolidar el dominio que tienen sobre nuestras vidas y no dudan en utilizar para eso los métodos fascistas más violentos. Todo se está comprobando, y mucho más de lo que podrían admitir los más advertidos. Un mayor conocimiento crea nuevas exigencias para el análisis y la divulgación. En primer lugar, es necesario dar a conocer la distancia existente entre la autenticidad de los documentos y la veracidad de lo que afirman.

Por ejemplo, que Irán sea una amenaza nuclear sólo es “verdad” para los malos diplomáticos que, al contrario de los buenos, les informan a sus gobiernos lo que éstos quieren escuchar y no la realidad de los hechos. De la misma manera, que la táctica norteamericana de contrainsurgencia se esté usando en las favelas es la opinión del Consulado General de Estados Unidos en Río. Les compete a los ciudadanos interpelar a los gobiernos nacional, provincial y municipal sobre la veracidad de esa opinión. Tal como les compete a los tribunales mozambiqueños investigar la presunta corrupción en el país. Lo importante es que sepamos divulgar que muchas de las decisiones que pueden derivar en la muerte de miles de personas y el sufrimiento de millones son tomadas sobre la base de mentiras, y también que sepamos crear una rebelión organizada contra tal estado de cosas.

En el campo del procesamiento del conocimiento será cada vez más crucial hacer lo que denomino una sociología de las ausencias: lo que no es divulgado cuando aparentemente todo es divulgado. Por ejemplo, resulta muy extraño que Israel, uno de los países que más podría temer las revelaciones por las atrocidades cometidas contra el pueblo palestino, esté tan ausente en los documentos confidenciales. Existen sospechas fundadas de que fueron eliminados por acuerdo entre Israel y Julian Assange. Esto significa que necesitamos una Wikileaks alternativa y aún más transparente. Tal vez, ya esté en marcha su creación.

La segunda condición –las nuevas razones y motivaciones para la movilización– es todavía más exigente. Será preciso establecer una articulación orgánica entre el fenómeno Wikileaks y los movimientos y partidos de izquierda, hasta ahora poco inclinados a explorar las posibilidades abiertas por la revolución de las tecnologías de la información. Esa articulación puede crear una mayor disponibilidad para que se revele información particularmente interesante para las fuerzas democráticas anticapitalistas. Por otro lado, será preciso que la articulación incluya al Foro Social Mundial y a los medios alternativos que lo integran.

Curiosamente, el Foro Social fue la primera novedad emancipatoria de la primera década de este siglo y Wikileaks, de ser aprovechada, puede ser la primera novedad de la segunda década. Para que la articulación se realice es necesaria mucha reflexión hacia dentro de los movimientos que permita identificar los designios más insidiosos y agresivos del imperialismo y el fascismo social globalizado, así como sus insospechadas debilidades a nivel nacional, regional y global. Es preciso crear una nueva energía movilizadora a partir de la verificación aparentemente contradictoria de que el poder capitalista global es, en forma simultánea, más abrumador de lo que pensábamos y más frágil de lo que podemos deducir linealmente de su fuerza. El Foro Social Mundial, que se reunirá en febrero próximo en Dakar, necesita renovarse y fortalecerse y ésta puede ser una vía para que eso ocurra. (Tomado de Página 12).

Traducción de Javier Lorca


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