La cultura paga en toda Europa los platos rotos

 
Pozu Espinos/Público
Manifestantes italianos protestan contra los recortes en los presupuestos de cultura el pasado 30 de noviembre.AFP

Manifestantes italianos protestan contra los recortes en los presupuestos de cultura el pasado 30 de noviembre. Foto: AFP

El presidente de una conocida marca de zapatillas de deporte anunció, al poco de que el Gobierno de David Cameron diera a conocer el abultado recorte de los presupuestos destinados a Cultura, que invertiría cerca de 50.000 euros en un concurso para artistas, en el que deberían crear un gran cartel para un anuncio con la reina Noor de Jordania como protagonista.

El jefe de la marca, que entendió que era el mejor momento para demostrar su filantropía, aseguró que “la responsabilidad social es parte del ADN” de su empresa. “Las empresas nos metieron en el lío que nos encontramos hoy, ahora tienen la oportunidad de cambiar el mundo para mejor”, soltó a un periódico inglés para aclarar que las empresas también pueden hacerse cargo de la cultura.

De hecho, fue el propio Gobierno el que advirtió que esperaban mucho de las empresas y los coleccionistas privados para ocupar el enorme déficit de financiación cultural al que se enfrentará el país en 2011. En Inglaterra, las inversiones públicas en Cultura se canalizan a través del Consejo de las Artes. El ministerio ya le ha ordenado que reduzca un 30% de la inversión en cuatro años, tal y como informa Iñigo Sáenz de Ugarte desde Londres,.

Al tiempo, reduce un 15% las subvenciones que entrega a las instituciones culturales, desde los grandes colosos como la Tate, el Museo Británico o la Royal Opera House, hasta los pequeños grupos de actuación local. En total, existen 850 organizaciones que reciben subvenciones y ya se ha calculado que para el año que viene más de cien perderán las ayudas. Han acuñado un lema: “Cortadnos, pero no nos matéis”.

De esta manera, el Consejo de las Artes pretende cuadrar las cuentas reduciendo el número de organizaciones que recibirán subvenciones para no perjudicar demasiado a las más grandes y con más repercusión internacional para el turismo. De ahí que se insista desde el Gobierno en que los grandes museos seguirán siendo gratuitos.

“No es posible que todos tengamos un Guggenheim”, afirma Melendo

Precisamente, una de las mayores preocupaciones de las cerca de 60 asociaciones que la semana que viene se reúnen en Madrid para firmar el Pacto Social por la Cultura, bajo la primera conferencia estatal de los sectores profesionales y empresariales de la cultura, es esa polarización a la que están arrastrando los recortes en toda Europa: lo que hay es para el pez grande.

José Luis Melendo, vicepresidente de la Federación Estatal de Asociaciones de Gestores Culturales (FEAGC), asegura que España tiene “en estos momentos un sistema de ayudas que sólo favorece a un tipo de empresas”. Daba a entender que los grandes centros de arte, florecidos a lo largo de la península desde mediados de los ochenta hasta hoy (el Centro Niemeyer de Asturias espera una inversión de casi 15 millones de euros para finalizar el próximo año la construcción del edificio), “salen beneficiados, pero la pequeña empresa, que apoya la supervivencia de la diversidad cultural, está abocada a la desaparición con este sistema de subvenciones y recortes”. “No es posible que todos tengamos un Guggenheim”, aclaró.

Sin embargo, creer que ya no es posible un gran proyecto “artiturístico” sería subestimar el poder de un faraón del petróleo como Roman Abramovich, que tal y como aseguraba ayer el diario londinense The Daily Telegraph, invertirá 300 millones de euros en la construcción de un museo que albergue su colección de arte moderno y contemporáneo en una pequeña isla artificial llamada New Holland Island, en el centro de San Petersburgo.

El dueño del Chelsea se hizo coleccionista hace año y medio: invirtió más de 70 millones de euros en menos de 24 horas en dos subastas de Nueva York. El portavoz de Abramovich, John Mann, aseguraba a ese periódico que la idea es crear un “complejo multifuncional”, “un nuevo centro de negocios, comercio y cultura en el centro de la ciudad”.

La mala conservación

Y mientras eso ocurre, en Italia, este martes, a las puertas de la Scala de Milán, los trabajadores del mundo del teatro y los estudiantes protestaban contra los recortes en cultura y educación. Daniel Barenboim, el director de la orquesta de este teatro, leía, antes de levantar el telón de la temporada con su dirección de La Valquiria, un mensaje en el que expresaba su “preocupación por el futuro de la cultura en Italia y en Europa” ante la pérdida de la promoción de la misma. Afuera, en Nápoles, los edificios de Pompeya siguen en peligro y sin partida presupuestaria para su conservación.

El Ministerio de Cultura italiano quitará 200 millones de euros el próximo año, pasando de 1.710 millones de euros a 1.509, un 11,76 %. En los últimos tres años, el Gobierno de Berlusconi ha recortado casi500 millones de euros de los fondos para la cultura. Efectivamente, el sector peor parado de este tijeretazo es el del espectáculo: circo, danza, teatro, música, de 459 millones de euros en 2009, quedará en 288 millones en 2011.

De nuevo, los proyectos locales corren peligro de desaparición, tal y como informa Daniel del Pino desde Roma. Habrá recortes del 25% y 323 sociedades e instituciones quedarán sin ayudas para el próximo año.

En España, el Centro José Guerrero y el Chillida Leku ya han empezado a perder unidades, camino de su desmantelamiento. De la situación del primero sacó provecho el Museo Reina Sofía antes de completar la nueva sala de su colección. La institución compró un gran lienzo a los herederos del pintor abstracto para rescatarla e incluirla como una de las referencias claves de la sala central de la sección dedicada a la pintura informalista de los últimos años cincuenta.

El Chillida Leku, en un gesto que no había ocurrido desde la muerte de Eduardo Chillida (en agosto de 2002), anunciaba esta semana que antes del cierre el próximo 1 de enero, venderá 12 de sus piezas monumentales en una subasta en Sotheby’s.

Ineficaz gestión

“Tengo nostalgia del Estado, por supuesto que sí”, entona Juan Barja, el director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, que ha recortado hasta dos millones de euros de su presupuesto en los últimos tres años. La institución recibe un 20% de ayudas públicas. “Los centros dedicados a la cultura se están ahogando. Ya no hay centros dedicados a la producción, las bibliotecas también lo están pasando mal”, pero Barja asegura que lo peor no es la falta de ayudas, sino la mala gestión que se está haciendo del dinero público. “Hay comunidades que tienen hasta tres centros de arte, pero si no hay artistas para tantos centros de arte, ¡hay que fabricarlos!”, dice.

Desde la Federación Estatal de Asociaciones de Gestores Culturales (FEAGC) se advierte de que su Pacto Social para la Cultura no quiere más subvenciones: “Lo que pedimos es más inversión y mejor gestión. En estos años parece que la buena política cultural es qué se recorta y no qué activo. Privatizar y quitarse de encima no es solucionar el problema, es entregar la cultura a las ofertas comerciales”, explica José Luis Melendo.

Una práctica que ha calado en comunidades como Madrid, en la que la Consejería de Cultura ha desaparecido, las ayudas a instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se han anulado, se han desmantelado equipos como los dedicados al Festival de Otoño, festivales infantiles como Teatralia están al borde de la desaparición y ya se piensa en la posibilidad de convertir otros como el Escena Contemporánea en una cita bianual y así ahorrar un año de inversión.

“El Estado y la Administración deben garantizar cultura para todos y todas las culturas. Sería catastrófico que no se dedicaran a salvaguardar la diversidad. El riesgo es que el modelo neoliberal se imponga y que todos los teatros públicos, por ejemplo, se conviertan en Zara, donde no haya apuestas por autores críticos y con cosas que decir”, apunta Melendo.

El panorama español, como vemos, no es más alentador que la situación por la que pasan países como Italia. De hecho, en el anuncio del recorte de presupuestos para 2011, a principios de octubre pasado, la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, confirmaba un 13,9% menos que el año pasado, en total 789,3 millones de euros (127 millones menos que en 2010).

La peor parte de esta decisión la asume la Conservación y Restauración de Bienes Culturales (que para 2011 tendrá 36 millones de euros, mientras que en 2009 había 61,95) y en la Protección del Patrimonio Histórico (de los 13,9 millones pasarán a 9,89). Una medida que confirma el estudio del Fondo Mundial de Monumentos, en el que se señala a España como el tercer país en el mundo que menos cuida su patrimonio.

Sin embargo, fuentes del Ministerio de Cultura han asegurado a Público que pretenden tomar medidas urgentes con la creación de una unidad para la intervención en emergencias sobre el patrimonio cultural inmueble, que se llamará Unidad de Gestión de Riesgos en el Patrimonio. Se trata de un servicio de carácter técnico, que dependerá de la Subdirección General del Instituto del Patrimonio Cultural, con un ámbito de actuación que se centrará en inmuebles de titularidad estatal declarados Bienes de Interés Cultural. (Tomado de Público)

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