Ciberguerra. Otra arista del caso Wikileaks

 
Omar Pérez Salomón

Las revelaciones del sitio Wikileaks y los ataques de hackers a redes clasificadas del gobierno estadounidense; a los sitios web de  las compañías MasterCard, Visa y del banco suizo Schweizer Post, estos últimos en solidaridad con Julian Assange, fundador de Wikileaks, representan manifestaciones de la guerra cibernética en marcha, entendida como los conflictos, en que adquieren un rol determinante la informática y las comunicaciones.

Los documentos filtrados por Wikileaks reafirman lo que todos conocemos hace mucho tiempo, la vocación intervencionista del imperio yanqui y su política cínica y de doble rasero en las relaciones internacionales.

El esquema de los 250 mil cables provenientes de las sedes diplomáticas norteamericanas en una treintena de países, no se diferencia de los informes que habitualmente envían a sus superiores los funcionarios diplomáticos y de inteligencia de cualquier país; solo, que tratándose de agentes de Estados Unidos, está presente el objetivo subversivo e injerencista contra naciones con gobiernos revolucionarios y de izquierda.

Sin desconocer que los cables diplomáticos de Estados Unidos revelan algunos hechos alarmantes y las posibles repercusiones políticas de estas filtraciones, no dudo que varios de los escritos carezcan de total veracidad, elaborados a partir de apreciaciones personales e información no probada. Otros, quizás persigan el propósito de crear contradicciones entre países del “eje del mal”  y líderes revolucionarios. En este sentido el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ha restado importancia a lo que ha calificado de ‘juego de espionaje’.

Muchos se preguntan dónde está el Cibercomando del pentágono que como dijera su jefe, el general Keith B. Alexander, “tiene que cortar el acceso a cualquiera que esté tratando de atacarnos”; ¿o será que se repite con visos cibernéticos la historia del 11 de septiembre de 2001?

De cualquier manera se ha puesto en evidencia las vulnerabilidades del andamiaje tecnológico de la mayor potencia del mundo y el papel de Internet en materia de seguridad de la información.

Más allá de los contenidos publicados en la web a través de cinco de los más importantes medios capitalistas, cuestión que también llama la atención, es necesario sacar las inevitables experiencias. Cabe esperar nuevos ataques cibernéticos de organizaciones afines con Assange, como el realizado a la página de Internet de la Fiscalía de Suecia por parte del grupo “Anonymous”, y por supuesto, la respuesta del Cibercomando del ejército norteamericano y sus aliados, hasta una magnitud que no se puede calcular.

 

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