El pasado 27 de noviembre falleció Xosé Neira Vilas, gran escritor gallego-cubano y noble persona a quien tuve el honor de conocer. Aun lo recuerdo en nuestro último encuentro cuando me hizo el honor de desplazarse en una noche lluviosa desde el poblado donde residía para la presentación de mi libro Sospechas y disidencias en Santiago de Compostela.
Leyendo un texto de la periodista Paquita Armas Fonseca sobre la nominación a los Premios Goya de la película Meñique en la que Neira se involucró he encontrado un valioso testimonio sobre el escritor, cuyo fallecimiento, como la nominación de Meñique a los Goya, no ha tenido la trascendencia merecida en nuestra prensa.
“Con este texto rendiré un modesto homenaje a Pepe Neira, fallecido recientemente y que tuvo que ver con Meñique”, dice Paquita y cita en extenso a Ernesto Padrón, director de Meñique, a quien conocí y de quien mucho aprendí cuando trabajé en la Editora Abril donde él dirigía la revista ZunZún.
A continuación las palabras de Ernesto sobre Neira y Meñique en este homenaje al que nos sumamos desde La pupila insomne y más abajo las doce nominaciones de Meñique a los Premios Goya.
Conocí a Xosé Neira Vilas cuando en 1980 comencé a dirigir la revista Zunzún. La esposa de Neira, Anisia Miranda, una reconocida escritora y periodista cubana, era la jefa de redacción. Unos meses después, Anisia me pidió tener más tiempo para dedicarlo a escribir y me propuso que su esposo fuera el nuevo jefe de redacción.
Yo no sabía que el esposo de Anisia era el famoso escritor gallego. Yo había leído Memorias de un niño campesino, y por una reseña que leí en la prensa, sabía que Neira vivía en Cuba y trabajaba en el Ministerio de la Industria Básica. Por eso, cuando Anisia me mencionó el nombre, creí que se estaba burlando de mí. Y cuando comprobé que no era una broma, no acreditaba que fuéramos a tener un jefe de redacción de la talla de Neira.
Después, cuando nos presentaron, me hice la idea de que trabajaría con una persona muy seria, no solo con el trabajo, sino además en el trato con sus subordinados. Me equivoqué. Junto a su talento y rigor profesional, Neira era afable, jaranero y muy bondadoso. Tenerlo a diario era una escuela para todos. Yo aprendí muchísimo con él, y no solo era mi maestro y asesor literario; también era mi consejero en los avatares administrativos y hasta en mis problemas personales. Para todos los periodistas era una cátedra darle a Neira la revisión de los trabajos. Porque combinaba sabiduría, capacidad de enseñar y una linda paciencia.
Todo el mundo en la revista le decía Pepe. Era nuestro Pepe Neira. Tenía una energía envidiable. Se movía con rapidez, comía con rapidez (sin casi parar de hablar) y escribía a máquina a una velocidad supersónica. En las reuniones mensuales de creación, donde configurábamos los temas de Zunzún, Pepe era una cascada de ideas, las cuales combinaba con buenos argumentos y alguno que otro chiste (le encantaba contar chistes). A mí especialmente me asombraba que tuviera tiempo para ser jefe de redacción, escribir para la publicación y tener en proyecto varios libros y otros trabajos periodísticos.
Recuerdo que andaba con unos recortes de papeles en los bolsillos de la camisa y el pantalón. Un día, saturado de curiosidad, le pregunté qué función tenían, porque lo veía, de vez en vez, sacar los papelitos y escribir en ellos. Y me explicó su original método de trabajo para llevar tantos proyectos simultáneos. Cada vez que se le ocurría una idea o descubría una información, sobre cualquiera de los proyectos, sacaba un papelito en blanco del bolsillo de la camisa, lo escribía y lo guardaba en uno de los bolsillos del pantalón. También eran válidos los recortes de periódicos o revistas. Entonces al final del día, ya en casa, ordenaba y clasificaba estos datos colocándolos en las respectivas carpetas de los muchos proyectos que tenía en mente. Cuando uno de estas carpetas alcanzaba el umbral informativo —ya estaba “madura”, según él—, entonces comenzaba a escribir. Pero eso no quería decir que abandonara la acumulación de papelitos para los otros proyectos. De eso nada.
Cuando en 1989 comencé a trabajar en los Estudios de Animación del ICAIC, ya Anisia y Pepe estaban viviendo en Galicia, en Gres, el pueblo de Pepe Neira. Allí radica la fundación que lleva su nombre. La fundación tiene como núcleo la casa natal —local de un museo y una biblioteca—, y dos nuevas construcciones: una donde residía el matrimonio y otra para sala de conferencias y proyecciones audiovisuales.
En esta sala de proyecciones, muchos años después, en noviembre de 2014, exhibimos por primera vez la versión gallega de mi largometraje animado Meñique. Por esas casualidades del destino, Maimiño, como se dice en gallego, fue coproducida por Ficción Producciones, una empresa de Galicia.
Para mí fue un enorme privilegio tener como espectadores de Maimiño a los alumnos de la escuela CPI de Boqueixón, y a mi amigo Pepe. Y extrañé mucho que no estuviera también presente Anisia, que había muerto unos años antes. El día de la proyección de la película yo no sabía quién era más niño, si Pepe o los alumnos de la escuela. Me dijo que le había encantado el filme, que los personajes protagónicos eran muy lindos, y elogió la versión de las voces que realizaron las actrices y actores gallegos.
https://www.youtube.com/watch?v=XtkOLhbWHyY
Ese mismo día, embullado por la película, me propuso hacer una versión en animado de su libro de cuentos Espantapájaros amigo. Unos meses después comencé a escribir el guion, pero con constantes interrupciones por viajes de trabajo relacionados con la participación de Meñique en varios festivales. No obstante mantuve con Pepe un intercambio de correos proponiéndole ideas y consultándole la concepción de la versión del cuento. Incluso le propuse que fuera él mismo el narrador del filme. No le gustó la idea al principio, pero luego aceptó con la condición de hacer la grabación sin sacarlo de la casa.
Me duele mucho que no haya podido leer el guion de Espantapájaros amigo. Como respeto tanto a Pepe, leía y releía el texto, le hacía arreglos y me critico no haberle enviado las primeras versiones. En definitiva el seguía siendo mi jefe de redacción.
Pepe Neira ha muerto, pero, como le dije a mis amigos, vivió intensamente, nos dejó una obra clásica y nos dejó también, a los que lo conocimos, su entrañable bondad, su vitalidad, su alegría, y su enorme capacidad para vivir al máximo la vida. Será totalmente imposible olvidarlo.
Este texto escrito en noviembre por el reconocido director de cine y hacedor de historietas, hoy renueva el recuerdo de un gallego que humildemente contribuyó con la revista Zunzún y también con Maimiño.
A continuación las doce nominaciones de Meñique a los Premios Goya:
compositor/es: Silvio Rodríguez;