José Manzaneda*
Proyectos de cooperación en países del Sur financiados por gobiernos, empresas y particulares de países del Norte ocupan no pocos espacios en los grandes medios (1). El impacto de todos ellos frente a la pobreza y la desigualdad, sin embargo, sigue siendo mínimo (2). Y la suma de todas las cantidades donadas continúa bien lejos del compromiso de los países ricos –refrendado en 1970 en Naciones Unidas- de aportar el 0,7 % de su Producto Nacional Bruto a la cooperación internacional (3). En estos últimos años de crisis económica, además, los montos se han reducido radicalmente: solo en 2011, EEUU los recortó un 31%, Alemania un 47%, Canadá un 50% y España un 65% (4).
Pero la farsa de la supuesta “solidaridad” de los países ricos con el llamado Tercer Mundo se hace aún más evidente si comparamos sus pobres resultados con los de experiencias de cooperación Sur-Sur que jamás son mencionadas en los grandes medios.
Iván Ramírez Barrios, experto en Cooperación y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid, ha realizado una investigación sobre las diferentes iniciativas de alfabetización en Bolivia en las últimas décadas (5). Y ha comparado los resultados de los proyectos financiados por países europeos, en la etapa previa al actual Gobierno de Evo Morales, con los del reciente Plan Nacional de Alfabetización, llevado a cabo con apoyo de Cuba y Venezuela (6).
La conclusión no puede ser más aplastante. La cooperación de estados ricos de Europa, principalmente Suecia, España, Holanda, Finlandia y Bélgica, entre 2002 y 2009 (en 8 años), con una inversión de 11 millones de dólares en diferentes proyectos, apenas consiguió alfabetizar a 120 mil personas. Por el contrario, el Plan Nacional de Alfabetización llevado a cabo en 30 meses (entre 2006 y 2009), con una inversión de 20 millones de dólares, fruto de un acuerdo entre Bolivia, Cuba y Venezuela, logró alfabetizar a 824.000 personas. La tasa de analfabetismo bajó del 13,28 al 3,75 %, por lo que, al ser inferior al 4 %, la UNESCO declaró al país territorio libre de analfabetismo.
Iván Ramírez Barrios nos dice: “Es un poco sonrojante que tres “repúblicas bananeras” –como se les llama en el Primer Mundo- hayan acabado en 30 meses con un problema de analfabetismo que viene de 500 años, con solo 20 millones de dólares, cuando toda la inversión -en la serie que yo estudio-, desde 2002 a 2009, en la alfabetización en Bolivia, es de unos 11 millones de dólares. No se logró acabar con el analfabetismo con 11 millones de dólares durante todos esos años. Mientras estos tres países, en una cooperación recíproca, horizontal, donde no hay subordinación de ningún tipo -ni económica ni política- ni condicionante alguno, en una cooperacion en pos de la alfabetización de todo un pueblo en las propias lenguas de las 36 naciones indígenas que hay en Bolvia, consiguen estos resultados, que en 2009 daban un 3,25 % de analfabetismo. Las cifras hablan por sí solas”.
La investigación de este experto –curiosa desde el punto de vista informativo, ya que desmitifica la cooperación de los países ricos y refleja el potencial de la desconocida cooperación Sur-Sur-, no ha interesado, sin embargo, a ningún gran medio de comunicación. Las razones las explicaba el propio autor: “Sencillamente a los medios de comunicación, que al final son agencias de comunicación de las grandes transnacionales -porque ya los medios de comunicación no dan dinero como antes y están penetrados por el capital de estas grandes transnacionales-, no les conviene, cuando es un asunto que debería publicarse en todo el planeta, como un motivo de alegría”.
Pero, ¿dónde reside el éxito del citado Plan Nacional de Alfabetización de Bolivia? En primer lugar, frente a anteriores proyectos financiados por países europeos, inconexos y poco integrales, este ha sido una estrategia de Estado, que ha abarcado al 100 % de la población afectada. Todo ello, sin despreciar la participación de actores no gubernamentales, como 60.000 personas voluntarias, movimientos sociales, ONGs e iglesias (7).
Para su implementación, ha contado con dos actores internacionales estratégicos: los gobiernos de Cuba y Venezuela. Cuba produjo cuatro adaptaciones idiomáticas (español, aymara, quechua y guaraní), en soporte papel y video, de su método de alfabetización “Yo sí puedo”, que ya ha enseñado a leer y escribir a cerca de 5 millones de personas en 28 estados del mundo (8). Cuba envió, además, un extenso equipo asesor, así como 1,3 millones de cartillas, 30.000 televisores, reproductores de video y cintas, y 8.000 placas solares para el trabajo en zonas sin corriente eléctrica. Otro aporte fue la incorporación al programa solidario cubano “Operación Milagro” de cirugías de la visión a muchas personas mayores que no podían incorporarse a la alfabetización por problemas de cataratas (9). Para ello, además, Cuba aportó 212.000 gafas de aumento.
El segundo actor internacional fue Venezuela, país que erradicó el analfabetismo en 2005, gracias a la aplicación del citado método cubano. Venezuela aportó numeroso personal técnico, además de 6.700 ordenadores y 5 millones de dólares (10).
Los grandes medios jamás publican nada sobre las acciones de solidaridad de dos gobiernos demonizados como los de Cuba y Venezuela. Pero hay otra razón por la que este ejemplo de cooperación Sur-Sur, de resultados espectaculares, ha sido silenciado. La aportación millonaria del Estado boliviano al Plan de Alfabetización procede, en buena medida, de los ingresos por la venta de hidrocarburos, cuya nacionalización, en 2006, logró triplicar los ingresos del Estado (11). No sería fácil para grandes medios de comunicación –como los españoles- que atacaron entonces al Gobierno boliviano por violar –supuestamente- la seguridad jurídica de empresas como Repsol, admitir que, gracias a dicha nacionalización, ha sido posible acabar con el analfabetismo en Bolivia (12).
Otro elemento importante que diferencia esta experiencia de cooperación Sur-Sur de la tradicional cooperación a través de proyectos puntuales con financiación europea es su sostenibilidad en el tiempo. Convertida la alfabetización en política de Estado, ahora se aplican programas como el llamado “Yo sí puedo seguir” –también de creación cubana- y se realiza un seguimiento estadístico permanente (13). De hecho, en 2012 se detectó un repunte en la cifra de analfabetismo, que subió al 5,6 % (14). Esta mala noticia, por supuesto, sí fue destacada en la gran prensa boliviana hegemónica, que en su momento apenas informó del éxito del Plan Nacional de Alfabetización (15).
Este es un caso paradigmático de éxito de la cooperación entre países del Sur que comparten –sin egoísmos- sus fortalezas, dando una nueva lección –ética y política- a los países ricos. Y también es un ejemplo de cómo los medios actúan como un gigantesco filtro de censura de todas aquellas informaciones que –a pesar de su importancia y espectacularidad- contradicen el discurso dominante.
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*Coordinador de Cubainformación
(1) http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/4197351/espana/pionera-en-proyectos-de-cooperacion
(2) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=63903
(3) http://www.foroellacuria.org/publicaciones/CeroSiete.htm
(4) http://www.politicaexterior.com/archives/14823
(5) thttp://www.revistapueblos.org/?p=14474
(8) http://www.cubaportal.org/paginas/cuba.aspx?id=386
(11) http://www.librered.net/?p=14658
(12) http://www.elmundo.es/elmundo/2006/05/01/internacional/1146499606.html
(13) http://www.elvocerodigital.com/notas/n2013-10-2816:34:43.html
(14) http://www.correodelsur.com/2012/0430/1.php
(15) http://www.la-razon.com/sociedad/Analfabetismo-Bolivia-sube_0_1884411564.html