Manuel Pérez
Compañeras y compañeros:
De alguna manera es posible decir que en este momento se está cerrando un acto de injusticia y crueldad que eso que quiero llamar DESTINO comete impunemente. Nada se puede hacer. Protestar o maldecir no tiene sentido, aunque algunos lo hayan hecho. Frente a lo que se iba desarrollando solo era y es posible la dolorosa resignación.
Reunirnos aquí para dar sepultura a Daniel es la culminación de unos pocos, pero intensos y dolorosos, meses; primero de una inesperada noticia, luego de un sufrimiento físico y psíquico que fue en aumento hasta culminar hace unas horas. Ya tendremos tiempo, amigos y estudiosos, de hablar y escribir, en extensión y profundidad sobre la obra creadora y la persona de Daniel Díaz Torres.
En sus casi cuarenta y cinco años en el ICAIC, él nos deja una huella que, no hay duda, perdurará eternamente en el cine cubano y más allá, también. El Daniel crítico de cine y conferencista, el docente en diversos etapas de su vida, pero en particular en la EICTV, el director de documentales, y subdirector y realizador del Noticiero ICAIC, y el director de un buen número de películas de ficción, todos estos Daniel Díaz Torres serán pensados y repensados por nosotros y por otros. Y habrá más de un Daniel en la memoria y en la interpretación de su obra toda y de su quehacer intelectual y ético entre nosotros. Lo vamos a recordar y querer por siempre desde diversos ángulos.
Pero las diferencias valorativas tendrán que coincidir en que siempre vivió en él el reto de ser un hombre y un artista HONESTO. Y alcanzar la auténtica honestidad, lo sabemos, no es nada fácil. No basta con pregonar que se es o se quiere ser; alcanzarla y mantenerla se las trae de difícil en los tiempos que vivimos; requiere de cualidades que hay que cultivar y de esfuerzos con uno mismo y con el medio en que se desenvuelve.
Yo solamente quiero recordar ahora un momento de la vida de Daniel que compartí, junto a otros compañeros y amigos, muy cerca de él. Fue en 1991, en los meses que vivimos la experiencia de defender la existencia del ICAIC como Institución ante el criterio de fusionarlo con otras y hacerlo desaparecer. A su película Alicia en el pueblo de maravillas le tocó estar en el centro del torbellino de aquellas semanas. Daniel vivió, sufrió y defendió, desde firmes posiciones revolucionarias, tanto al ICAIC como a las razones que lo impulsaron a ser el realizador de esa obra.
En aquellas circunstancias lo vi crecerse a una altura admirable.
Lo que más recuerdo, y quiero ahora subrayarlo, es la modestia de aquella entereza y valentía. Subrayo ambas porque a veces, entre nosotros, el ser protagonista de un “escándalo-debate” nos pone a prueba. Es tentador para nuestra vanidad, puede llegar a ser una inversión en el riesgo. Y Daniel se comportó en todo momento, y ahí quedan sus cartas y escritos del momento, a una altura ética que yo no voy a olvidar jamás y que seguramente tampoco olvidarán los que estuvieron cerca de él. Estuvo inmenso como intelectual revolucionario ante un debate en el interior de la Revolución.
A Haydee, Danielito y Laurita, sus seres queridos más entrañables, les puedo, les podemos decir, que podrán vivir eternamente orgullosos del legado que él les deja y nos deja. Muchas gracias.
Septiembre 16, 2013
*Palabras de despedida en el sepelio del cineasta Daniel Díaz Torres, enviadas por Víctor Casus desde el Centro Pablo.
Reblogueó esto en El blog de La Polilla Cubanay comentado:
“Lo que más recuerdo, y quiero ahora subrayarlo, es la modestia de aquella entereza y valentía”.