Ya se ha hecho tradicional que cada año la comunidad internacional condene a Estados Unidos por la política de bloqueo hacia Cuba. Este Octubre no fue la excepción. Desde hacía varias semanas la prensa cubana venía anunciando la nueva votación en la Asamblea General de la ONU y brindando información acerca de los daños ocasionados a la Isla por la medidas norteamericanas.
Llegó el día D. Al amanecer, el diario mexicano La Jornada, bajo el título “Insostenibles, las argucias de EU contra Cuba”, publicaba un extenso despacho de su corresponsal en La Habana. El importante rotativo hacía un recuento de los pretextos norteamericanos para justificar su agresión a lo largo de más de cincuenta años y citaba al Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, presagiando lo que vendría.
Y vino. La pizarra de la sala plenaria de las Naciones Unidas en nueva York se llenó una vez más de lucecitas para decir no a la prepotencia y respaldar la resolución presentada por Cuba bajo el nombre “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. A algunos puede sorprender la radicalidad de un título tan claro, cuando muchas veces la ambigüedad caracteriza los ambientes diplomáticos, pero es la expresión de que el mundo no soporta ni un minuto más semejante barbarie, 187 votos a favor y la soledad de los condenados lo confirman.
Volviendo a La Jornada , otra vez quedaron en evidencia las argucias norteamericanas. Ronald D. Godard, asesor para asuntos del Hemisferio Occidental, al replicar el meticuloso informe presentado por la Isla, ha tenido el cinismo de decir que es incorrecto etiquetar el bloqueo como un acto de genocidio porque el mal uso del un término “disminuye el verdadero sufrimiento de las víctimas de genocidio en el resto del mundo”.
La más reciente noticia de genocidio de que se tiene conocimiento -además del mantenimiento del bloqueo a Cuba por la administración Obama- son los actos de Estados Unidos en Iraq, probados ahora por los documentos que acaba de dar a conocer el sitio Wikileaks. En su continuada práctica de equivocar el culpable, Hillary Clinton, jefa del Sr Godard, ha condenado las filtraciones pero no las torturas y asesinatos de decenas de miles de personas que con ellas se demuestran. Es una pena que tanto en el Oriente Medio como en el Caribe, los hechos le quiten la razón a los que hacen las listas de países que apoyan el terrorismo o no respetan los derechos humanos.