José Luis Fariñas
Promesas
No sé para qué resulto
bajo tanto polvo;
ni por qué me piso tanto las heridas
cada vez mejor y más de cerca,
cada vez un poco más en serio
hasta que no queda ni sombra que pisar,
ni cielos que atropellen.
Lázaro, el que vuelve siempre,
ha visto y ha callado.
Reviso en el sedimento
pero no te me aparezco;
camino asordinando lo que creo que soy,
acallando con un coro mixto
una simple melaza neptuniana
o memorizando los pasos separados
de mi personal danza de la muerte.
Insisto en tales menudencias
como un tejedor de sacos,
hasta que me trague como agua
la tinta, el humo de cobre y el misterio,
esas tres caras del viaje.