Néstor García Iturbe
Durante el mes de septiembre puede decirse que la campaña presidencial entra en su fase inicial, aunque realmente desde hace algunos meses ya los posibles candidatos, fundamentalmente los Republicanos, han estado mostrando su interés para medir el grado de aceptación u oportunidad que pudieran tener para estar en la contienda.
Por la parte Demócrata todo parece estar decidido. Obama no solamente expresó su interés en ir a la reelección sino que además comenzó a formar el equipo de campaña y a recaudar dinero, cosa muy importante en una elección en Estados Unidos, donde el que más dinero gaste en la campaña es el que mayores posibilidades tiene de ser elegido.
El espectáculo comienza a organizarse, los ensayos, el vestuario, la música, los anuncios, la propaganda, los discursos engañosos en uno y otro estado, las falsas promesas, los ataques a los rivales, como si hubiera una gran diferencia si sale uno o si es el otro el seleccionado.
El Plan de ambos es el mismo. Ser presidente de Estados Unidos implica defender el sistema implantado, nunca hacerle cambios radicales. Mantener el lema de que lo que es bueno para las corporaciones es bueno para Estados Unidos. Mantener la guerra y todas las características de la política exterior. Seguir manteniendo la hegemonía, la intromisión, la injerencia. En fin, no hay cambios, al menos radicales que puedan resquebrajar el sistema, esa es la labor del que salga presidente.
Como decíamos, dentro de los Demócratas no es necesario ser muy listo para saber que será Obama el que aspire. Ahora veamos qué sucede en el campo de los Republicanos, pues el mes de septiembre pudiera definir quién es el aspirante con mayores posibilidades de dar continuidad a lo que Obama ha realizado. Los aspirantes republicanos tratarán de mostrar lo mejor de sí con el fin de tratar de obtener el mejor resultado posible en Iowa y New Hampshire a principios del próximo año.
En septiembre deben realizarse tres debates entre los candidatos republicanos, los cuales serán transmitidos por distintas cadenas de televisión. El 7 de septiembre está fijado el debate en la Biblioteca Ronald Reagan, en el sur de California. (Obama acaba de pedir una sesión conjunta del Congreso en ese mismo día y hora para hablar de la economía y el desempleo). El segundo debate será en Tampa, Florida, cinco días después, cuyos organizadores son la CNN y el Tea Party. A la semana siguiente, los candidatos se reunirán de nuevo para otro debate, esta vez en Orlando, patrocinado por el Partido Republicano de Florida y Fox News.
Estos debates se realizarán en estados donde no se efectuarán las primeras primarias, lo cual no ayudará mucho a los candidatos. Además, son actividades que no son adecuadas para recaudar fondos, pues todos están unidos en una misma ciudad. Además de esto, los debates pueden desgastar el campo de los republicanos, no solamente por errores que puedan cometer los candidatos, sino también porque en dichos debates se atacarán unos a los otros y tratarán de demostrar quién es el mas “presidenciable”, que necesariamente no quiere decir el mas “limpio” u honesto. Algunos definirán sus aspiraciones, lo que dejará el campo un poco más despejado para los que continúen, que en cierta medida tienen que ir pensando en unir al partido, si es que aspiran a derrocar a Obama.
Existe el caso de Sarah Palin, que no ha dicho que sí ni que no y probablemente espere hasta después de los debates de septiembre para anunciar lo que va a hacer. Buena táctica, así no se ve mezclada con todos los que ahora aspiran y entra cuando el campo está más despejado. Como el saltador que renuncia a la altura actual para saltar en la que viene.
Cualquiera que sea el candidato deberá tener un plan que luzca bueno para sacar al país del caos económico en que se encuentra y que ofrezca la esperanza de disminuir el desempleo. Además de esto, el plan debe ser distinto al de Obama, para poder ofrecer al estadounidense una alternativa la cual apoyar. Dentro de esto deberá ofrecer un aceptable arreglo relacionado con los impuestos y no puede olvidarse que el país está en guerra y alguna solución debe proponerse sobre este “pequeño” problema que afecta de forma sustancial la economía del país.
Es importante observar cómo se desarrolla la recaudación de fondos de los distintos candidatos, pues este es un indicador que permite conocer no solamente el apoyo que está recibiendo de las grandes corporaciones y de los Comités de Acción Política, sino también si podrá continuar la campaña, pues los fondos son imprescindibles para eso.
Finalmente deben observarse detenidamente las encuestas, tanto las internas dentro de los distintos candidatos, como aquellas en que comparan la popularidad de cada uno de ellos contra la de Obama. Las encuestas reflejan opinión y a la vez crean opinión. El que subvenciona la encuesta siempre trata de quedar en un buen lugar en la misma y por lo regular se trata de vincular con un “grupo independiente” que al dar los resultados muestre una imagen de imparcialidad.
Culminando todo esto debe conocerse cuál es la Agencia Publicitaria que se encargará de promover al candidato. Esto es de extrema importancia y también cuesta dinero. El candidato comienza a convertirse en un objeto que la agencia publicitaria debe vender, aquí interviene el hecho de que no se vende igual en cada uno de los estados. El discurso debe ser diferente para cada estado y el mismo estar acorde con los intereses y aspiraciones de los electores, no importa que en un estado diga una cosa y en otro todo lo contrario, todos los candidatos lo hacen, nadie va a notar eso. La campaña de propaganda de cada estado estará determinada por el Departamento de Psicología de la Agencia, el que determinará los principales parámetros en que se debe mover dicha campaña, hasta si regalaran banderitas o no.
En fin, es como vender un dentifrico, un jabón de tocador, o una marca de papel sanitario. El problema no es que el producto sea bueno, que tenga calidad, que sea útil o beneficioso, el objetivo es lograr que el votante lo compre.
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