Roberto Márquez, líder del grupo Illapu, lee un comunicado en la sede de UNICEF Foto: Xinhua
Un grupo de al menos 70 artistas chilenos, entre ellos pintores, escritores, cineastas y músicos, tomaron la sede del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Santiago de Chile, en apoyo a unos 40 estudiantes de secundaria que este martes cumplieron un mes en huelga de hambre en demanda de una educación gratuita y de calidad en el país.
El vocalista del conjunto folclórico Illapu, Roberto Márquez dijo que con esa acción de fuerza quieren buscar que la comunidad internacional exprese su solidaridad con el ayuno de los escolares, además de reclamar por la indiferencia insoportable del gobierno
ante las protestas por una mejor educación para la actual y las futuras generaciones.
Los estudiantes han tomado cartas en un asunto que debería ser un problema de toda la sociedad chilena
, expresó, e indicó que los alumnos no van a cejar en su empeño de lograr una reforma educacional en el país.
Los artistas, que en conjunto manifestaron su indignación por la indolencia y desidia
del gobierno del presidente Sebastián Piñera, señalaron que con este conflicto se está pidiendo que se escuchen sus demandas por cambios profundos en nuestra sociedad, para que el Estado garantice a todos los chilenos un sistema de educación justo, que no discrimine a niños y jóvenes de nuestro país por su condición económica
.
Tras la toma, el representante del Unicef en Chile, Gary Stahl, criticó la segmentación y segregación del sistema educacional chileno. Chile, afirmó, tiene uno de los sistemas de educación más segmentados de América Latina y, de hecho, del mundo.
¿Esto qué quiere decir?: que si uno es pobre recibe una pobre educación, si es rico recibe una excelente educación
, insistió.
Desde la dictadura militar del general Augusto Pinochet (1973-1990), gran parte de la educación escolar en este país es pagada, así como la totalidad de la formación universitaria, con mensualidades que alcanzan hasta los mil dólares. (Con información de La Jornada)
Estudiantes exhiben restos de bombas de gas lacrimógeno que les ha arrojado la policía. Foto: Reuters
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