Cuba y las trampas del totalitarismo

 
Iroel Sánchez

Ayer, 21 de julio, se presentó en La Habana un nuevo número de la revista Temas, en cuya sección “Lectura sucesiva” aparece este texto.

Pocas horas después de que se diera a conocer la proclama de Fidel anunciando que por una grave crisis de salud delegaba sus responsabilidades políticas y gubernamentales, la cadena de televisión CNN en Español entrevistaba al laureado ensayista Rafael Rojas. Él fue el escogido para explicar al mundo, como intelectual cubano, lo que sobrevendría después de ese crítico instante. Lo he recordado ahora que la revista Temas me ha dado la posibilidad de conocer y comentar la polémica entre Rojas y Arturo Arango, suscitada a partir del artículo de este último «Cuba, los intelectuales ante un futuro que ya es presente».(1)

En su réplica, Rojas no menciona a CNN entre los numerosos espacios donde ha ejercido su opinión. Los citados por él son diarios donde dice haberse opuesto a lo que, con toda corrección política, llama «el embargo comercial» impuesto a Cuba, (dígase El País, El Nuevo Herald, o Reforma), aunque pudieran agregarse muchos más que acogen amablemente sus colaboraciones. Se trata de medios en los que, como en CNN, es excluida sistemáticamente, con una u otra excepción, la voz de los intelectuales que escriben dentro de Cuba. En cambio, esas mismas tribunas recogen a menudo opiniones de personas residentes en la Isla que participan activamente en campañas de descrédito contra la Revolución cubana.

A pesar de ello, son los intelectuales que viven en Cuba quienes deben demostrar a Rojas que no pertenecen a un sistema totalitario. Por eso, luego de leer los tres artículos —el ensayo de Arango, la réplica de Rojas(2) y la contrarréplica del primero— tengo la impresión de que más que un «diálogo entre sordos»(3) se trata de textos con objetos de análisis diferentes, algo que nos lleva a una trampa en la que un rey desnudo no deja de diagnosticar nuestra supuesta miopía…

En su artículo, Rojas intenta reducir el amplio campo de análisis del texto de Arango —cuyas ideas, dicho sea de paso, no comparto al ciento por ciento— a la simple división entre intelectuales cubanos de dentro y fuera. Como bien dice Arango, para el replicante los primeros estarían limitados o autolimitados «para ser, a un tiempo, socialistas y críticos». A la vez, los únicos legítimos portadores de la verdad serían quienes residen fuera de Cuba y están convencidos de que «la Revolución terminó».(4) Desde esa perspectiva, pretende imponer los requisitos que deben cumplir quienes crean y piensan en la Isla para poder ser considerados democráticos o críticos.

Con no poca razón, Arango señala que las ideas de Rojas «se sostienen en el mismo principio vertical, totalitario, a cuya oposición él dedica casi toda su labor intelectual».(5) Y es que los juicios con que fiscaliza a la intelectualidad de la Isla quien fuera codirector de la revista Encuentro de la Cultura Cubana pueden ser útiles para iluminar su propio comportamiento.

El término «ideología de Estado» que enarbola tres veces en su artículo, como la cruz ante el demonio, y al que trata de adscribir el clima cultural cubano, está demasiado cerca de la conducta que él mismo, y otros, enarbolados como referentes por él, adoptan para juzgar a Cuba. Por ejemplo, en la nómina de la Oficina de Trasmisiones hacia Cuba (OCB), entidad del gobierno de los Estados Unidos dedicada a la propaganda contra el gobierno isleño —me pregunto si podríamos llamarla «ideología de Estado»—, aparecen sus cercanos colegas Marifeli Pérez-Stable y Emilio Ichikawa.(6) Es en espacios como Radio y TV Martí (dependencias de OCB) donde eso que el autor de Tumbas sin sosiego llama «lenguaje descalificador» se utiliza contra todo lo que no sea una «visión opositora al orden institucional del socialismo cubano y su aparato represivo».(7) Huelga decir que ni en las listas de la OCB ni en las de Rojas en «Diásporas, intelectuales y futuros de Cuba» aparecen cubanos que viviendo fuera de la Isla tengan una visión diferente a la que él preconiza.

Por otra parte, ¿qué es sino una operación de «ideología de Estado» la conocida historia de la revista Encuentro…, proyecto que, como ha contado una de sus protagonistas, nació por encargo de quien llegaría a Secretario General de la OTAN, Javier Solana, cuando era canciller español?(8) Pero la conducta —nada totalitaria— del señor Solana cuando ordenó bombardear la televisión de Belgrado durante la guerra de los Balcanes, pareciera no inquietar a quienes hasta el otro día estuvieron cobrando de las arcas de la National Endownment for Democracy (NED).(9) Ellos solo temen al «presente eterno del estalinismo», como proclama —dramáticamente— Rojas.(10)

Para ellos, los grandes medios, el cenit académico europeo y norteamericano, y las «prestigiosas editoriales», que no cesan de premiarlos y privilegiar sus opiniones a la hora de construir un pensamiento único para juzgar a Cuba, no actúan como un partido único. ¿Supone Rojas que es por tener menos talento que ensayistas como Jorge Fornet, Margarita Mateo, Félix Julio Alfonso o Víctor Fowler —a quienes él debe haber leído— no pueden acceder a esos espacios?

Cuando dice que «el intelectual orgánico debe atacar —no solo criticar— a quienes públicamente cuestionan el sistema político cubano»,(11) describe de manera inversa la actitud de quienes, como él, han legitimado una trayectoria intelectual al servicio de los poderosos de este mundo. Citar para ello a Edward Said, el autor de Orientalismo —uno de los más brillantes ejercicios de desmontaje de la dominación cultural— es una torpe maniobra para ignorantes.

En cuanto a algunos de los autores referidos por Rojas como incompatibles con la práctica intelectual cubana, aprovecho para decir que un ensayo de Said, así como otro de Slavok Zizek, han sido publicados en Cuba por la Editorial de Ciencias Sociales.(12) Si no se ha hecho más es por las limitaciones que impone el derecho de autor. En el caso de Pierre Bordieau, una coedición de Ciencias Sociales con la Editorial Hiru permitió difundir en Cuba una amplia selección de su obra.(13)

Alain Badiou, otro de los autores cuya obra Rojas juzga no asimilable por la intelectualidad cubana, dijo en una entrevista al diario argentino Página 12 —que reproduje el pasado noviembre en mi bitácora digital: “La nueva figura fundamental es que la opinión, en vez de estar drásticamente dividida, es masivamente consensual. Este resultado cambia el horizonte, la perspectiva, de un filósofo. El filósofo es aquel que siempre lucha contra las opiniones dominantes, es decir, las opiniones del poder. Hoy el combate es mucho más complejo y singular que el de los años 60. En esos años los filósofos críticos y comprometidos políticamente dominaban el escenario intelectual. Eso se dio vuelta. Hoy son los perros guardianes de quienes mandan. Hemos estado, con los años Bush, en una combinación extraordinaria de violencia y de mentiras. En el fondo, los occidentales, la población incluida, fueron culpables porque aceptaron todo eso. Hay que salir de todo esto. La humanidad no podrá continuar en este camino, si no irá hacia su eliminación. Se trata de reconstruir una visión del mundo y de la acción alejada de este horror.”(14)

No creo que sea a los intelectuales cubanos —discriminados por el consenso global— a los que se refiere Badiou como «perros guardianes de quienes mandan». Su descripción se acerca más a Rafael Rojas o Ernesto Hernández Busto, este último incluido por el primero entre quienes habría que leer si se quiere conocer a «los intelectuales y los futuros cubanos que se debaten en la diáspora». Hernández Busto pidió por escrito la invasión a Cuba, en época de Bush,(15) e incluso se retrató junto a él con orgullo, cuando ya era ex presidente,(16) y había legado a la posteridad esa «combinación extraordinaria de violencia y mentiras» que refiere el pensador francés.

En cuanto a Cuba, su sociedad civil, sus medios de información y su democracia, así como la participación de sus intelectuales en ella y el papel del Partido Comunista en su porvenir, las críticas vertidas por el presidente Raúl Castro en la apertura del Sexto Congreso del Partido,(17) lejos de cancelar nuestro horizonte de expectativas —como dogmáticamente espera Rojas— abren un universo que amplía de manera sustancial las posibilidades de realización del futuro de independencia, libertad y justicia plenas a que aspira la inmensa mayoría de los cubanos. No sé si las trampas del totalitarismo que nublan la vista de Rafael Rojas le permitirán comprenderlo y si, en ese caso, se lo podrá explicar a la CNN.

Notas

1. Arturo Arango, «Cuba, los intelectuales ante un futuro que ya es presente», Temas, n. 64, La Habana, octubre-diciembre de 2010.
2. Véase en este número de Temas, Rafael Rojas, «Diásporas, intelectuales y futuros de Cuba», pp. 144-51.
3. «Para un diálogo entre sordos» se titula la contrarréplica de Arturo Arango que aparece en este número de Temas, pp. 152-6.
4. Rafael Rojas, ob. cit.
5. Ídem.
6. Cubamoneyproject [en línea]. Disponible en https://sites.google.com/site/cubamoneyproject/cuba-broadcasting/office-cuba-broadcasting.pdf?attredirects=0.
7. Rafael Rojas, ob. cit.
8. Con motivo de una entrevista por los diez años de su surgimiento, la presidenta de la Fundación Encuentro de la Cultura Cubana, Annabelle Rodríguez, explicó que la creación de la publicación fue un encargo de Javier Solana desde la cancillería española. Los vínculos con los Estados Unidos son obvios en un personaje que poco después pasaría a presidir la OTAN. Véase Encuentro de la Cultura Cubana, n. 50, Madrid, otoño de 2008.
9. Según reveló The New York Times, el 31 de marzo de 1997, la NED fue creada para llevar a cabo «operaciones encubiertas de la CIA». Esta entidad —vinculada a acciones desestabilizadoras por interés de Washington en todo el mundo—, ha aportado a Encuentro de la Cultura Cubana millonarios recursos, pero no es su única fuente de financiamiento. Para un análisis de los ingresos de esta publicación, véase un estudio aparecido en Le Monde Diplomatique, disponible en http://www.cubaperiodistas.cu/columnistas/pascual_serrano/35.html.
10. Rafael Rojas, ob. cit.
11. Ídem.
12. Edward W. Said, La función pública de los escritores e intelectuales, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007; Slavoj Zizek, Recordando a Lenin, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.
13. Pierre Bordieau, Intervenciones 1961-2001. Ciencia social y acción política, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.
14. Eduardo Febbro/Página 12, «Alain Badiou: Los intelectuales son hoy los perros guardianes de los que mandan», La pupila insomne [en línea], disponible en http://lapupilainsomne.wordpress.com/2010/11/06/alain-badiou-los-intelectuales-son-hoy-los-perros-guardianes-de-los-que-mandan%E2%80%9D/
15. «Mi opinión más íntima sobre la situación cubana es que una intervención militar de EE UU sería la manera más rápida y productiva de acabar con el castrismo», escribió en su post titulado «Victoria» el autor del blog Penúltimos Días. Disponible en www.penultimosdias.com/2008/08/30/%C2%BFvictoria/comment-page-1.
16. Para el testimonio gráfico, véase Jackson de la Cruz, «A la derecha de Bush», Cubadebate, 21 de abril de 2010, disponible en www.cubadebate.cu/opinion/2010/04/21/a-la-derecha-de-bush.
17. Raúl Castro Ruz, «Informe Central al Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba», Granma, La Habana, 17 de abril de 2011.
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One Response to Cuba y las trampas del totalitarismo

  1. Fernando J says:

    Excelente artículo, tal vez un poco largo, pero necesario

     

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