Omar Pérez Salomón
Si en el 2005 el huracán Dennis desapareció el globo cautivo ubicado a 10 mil pies de altura en Cudjoe Key, desde donde se transmitía Televisión Martí, por estos días explota el globo construido desde el 2003 por el director de Radio y TV Martí, Pedro Roig, personaje ligado a la CIA y a terroristas de origen cubano radicados en Miami.
Todo parece indicar que la copa se ha desbordado y los señores de la Junta de Gobernadores de Transmisiones (Broadcasting Board of Governors), le han exigido la renuncia. Las acusaciones de corrupción, fraudes, nepotismo y amiguismo no han cesado en los últimos tiempos y a esto se une las transmisión de falsas coberturas por parte de la emisora, una programación de mala calidad estética y ética, donde predominan la mentira y las groserías.
Para ser justos, cuando Pedro Roig asumió como Director de este engendro, gracias a sus relaciones con dirigentes de los Partidos Demócrata y Republicano y sin experiencia alguna en la dirección de una estación de radio y televisión, hacía mucho tiempo que la recepción en Cuba de Radio y TV Martí era prácticamente cero.
Ciertamente, Radio Martí no se escucha en Cuba, a pesar de que junto a la mal llamada TV Martí han gastado más de 500 millones de dólares del dinero del contribuyente norteamericano para mantener su andamiaje. Recuerdo que cuando en el 2005 el huracán Dennis desapareció el globo aerostático que transmitía su señal, los directivos de TV Martí se dieron cuenta del siniestro seis semanas después.
Un estudio realizado en el 2009 por la Oficina de Fiscalización del Gobierno (GAO), el brazo investigador del Congreso del vecino del norte, indica que todavía no está claro si hay cubanos que escuchen o vean las transmisiones de Radio y Televisión Martí y que menos del 1 por ciento de los encuestados dijo que había escuchado Radio Martí la semana anterior. Señala además, que la programación con frecuencia es prejuiciada y no satisface las normas periodísticas.
Agencias de prensa como la AP y el periódico The New York Times, que en nada simpatizan con la Revolución Cubana, se han hecho eco de declaraciones de congresistas y especialistas en la materia que reclaman la desconexión de las emisoras.
El representante William Delahunt, demócrata por Massachussets, declaró el año pasado: “Los reto a encontrar a alguien que haya visto TV Martí. Es una estación de televisión sin audiencia”. También la oficina del senador demócrata por Wisconsin, Russ Feingold, reconoció que “El presupuesto federal para las transmisiones de TV y Radio Martí es un despilfarro”.
Pese a estas críticas domésticas, el presupuesto federal para este año contempla 32,5 millones de dólares para la Oficina de Transmisiones hacia Cuba, a cargo de Radio y TV Martí, y el gobierno de Barack Obama no quiere buscarse problemas con los círculos mafiosos de Miami, que desde hace tiempo se enriquecen a costa de los fondos destinados para las transmisiones ilegales contra Cuba.
La renuncia de Roig es otra muestra del fracaso de la política anticubana del gobierno de Estados Unidos y que el globo de Radio y TV Martí se va a bolina.
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