Iroel Sánchez
El 5 de noviembre de 1986, el entonces vicepresidente de Estados Unidos, George H. W. Bush, registró en su diario grabado: “Esta es una operación que se ha realizado de manera muy, muy ajustada, y espero que no se filtre”. La “operación” a la que se refería Bush padre sería conocida posteriormente como Irán-Contras y su vórtice de armas drogas y dinero se encontraba en El Salvador bajo la coordinación de los cubanos Félix Rodríguez –uno de los implicados en el asesinato del Ché en Bolivia- y Luis Posada Carriles, con una destacada participación en un atentado terrorista contra un avión civil cubano en que fallecieron 73 personas en 1976, justo cuando el vicepresidente que hacía la grabación era director de la CIA. Son datos que aparecen en la historia de la CIA, publicada bajo el título Legacy of Ashes por el periodista del New York Times, Tim Weiner; la frase “destacada participación en un atentado terrorista contra un avión civil cubano” es textual de Weiner.
Vale recordar estos hechos, cuando el próximo martes 22 de febrero –luego de sucesivas posposiciones- la jueza norteamericana Kathleen Cardone debe dar a conocer su decisión sobre la solicitud del abogado defensor de Luis Posada Carriles, Arturo Hernández, de desestimar los cargos contra su cliente relacionados con sus declaraciones falsas sobre atentados con bombas en instalaciones turísticas cubanas en 1997, que terminaron con la vida del turista italiano Fabio di Celmo. Responder afirmativamente al reclamo de Hernández implicaría impedir el testimonio en el juicio de tres expertos cubanos que intervinieron en las investigación de los atentados y que, en una colaboración histórica entre Cuba y EE.UU., han viajado hasta EE.UU. para declarar ante el jurado.
El abogado José Pertierra, que representa en este proceso al gobierno de Venezuela, ha documentado que los nombramientos de la jueza Cardone –dos veces en cortes del Estado de Texas y uno, en la corte federal donde ocurre el proceso, vitalicio- se han debido al hijo del hombre que esperaba que la “operación” no se filtrara, George W. Bush, quien fuera primero gobernador de Texas, y luego presidente de Estados Unidos. Pertierra también señala la condición de donante de la señora Cardone a la campaña presidencial de W. Bush en el año 2000, cuyo dudoso desenlace estuvo centrado en el estado de la Florida con un importante aporte de quienes allí mismo han protegido a Luis Posada Carriles.
La defensa de Posada ha hilvanado una mezcla de tecnicismos y falsedades para impedir que los actos de sangre cometidos por el acusado afloren en el juicio, ya sesgado por el hecho de juzgar al acusado por perjurio y no por terrorismo. De dar por válidos los subterfugios de la defensa, la decisión de la jueza Cardone puede recortar aún más el limitado alcance de la justicia en este proceso. Kathleen Cardone ya desestimó el caso contra Posada Carriles en mayo del 2007 y fue obligada a retomarlo ahora, tras una apelación de la fiscalía. Pareciera que hay razones para dudar de la imparcialidad de las decisiones de Cardone pero el próximo martes ella podrá desmentirlas; en definitiva, como ocurrió con la “operación” “muy, muy ajustada”, del padre de su benefactor George W. Bush, hay ocasiones en las que lo que no se espera, sucede. (publicado en CubAhora)
Artículos relacionados: