Sara Rosenberg es novelista, poeta, directora teatral, pintora, fotógrafa y escultora, una artista trabajadora con espíritu crítico para atender a la realidad. Son conocidos sus trabajos literarios: Cuaderno de invierno; El hilo rojo; La edad de barro; Contraluz; La isla celeste; Esto no es una caja de Pandora; La voz de las luciérnagas; y su libro reciente es el titulado Costa Bermeja. Parte de sus trabajos cuentan con traducciones al inglés, alemán y francés.
Costa Bermeja es un libro de poemas construido a manera de viaje, pues hace el camino siguiendo los pasos del gran poeta Don Antonio Machado hasta llegar al cementerio francés en el que se encuentra. Don Antonio Machado, y le llamo Don como manifestación de respeto poético y político, fue representante de la Generación del 98, persona humilde y dignísima, Republicano español, antifascista y ejemplo representativo de los españoles que llevaron fuera de éste país la visión de un mundo mejor. El día 22 de febrero es el aniversario de su muerte en Colliure (Francia) en el triste año de 1939. El libro de Sara Rosenberg nos pone en el pulso y el espíritu del gran poeta: Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Leyendo Costa Bermeja me llega el calor humano que ha puesto Sara Rosenberg, y percibo que cuanto más se acerca uno a sus poemas más humano se siente. Hacer camino al andar, emprender viaje con un autor o autora, si lees con atención sentirás tu aventura y tu autoría propias, porque la corriente del libro hace tuyo el viaje.
No encontrarás preguntas explícitas, pero sí implícitas, y descubrirás que la gente sin respuesta siempre ha sido llevada al miedo con su consentimiento, por eso leemos “El miedo disfrazado de oferta avanza …” en el poema titulado “Carretera”, allí también se anuncia el estallido de las bombas fascistas en el camino por el que escapamos los republicanos, por el mismo en el que la búsqueda de los desesperados hace temer al mismísimo miedo.
Se escucha a Antonio Machado en el fundamento, en la esencia, en la médula del descontento, y allí hurga para formar el principio de lo que se quiere hacer que crezca. Sentirás que en la lectura te pregunta por lo que ves haciendo camino al andar, no perderás de vista, entre los campos desolados y los pueblos vacíos, la figura que va delante, que fue hace tantos años, junto a la que vas y te empuja a pensar en rebeliones, en hechos de descontento, no puede aceptarse la pasividad. El principio que se levanta en la lectura es que no hay límites para reclamar, hay que hacer camino y así no deslizarse pues se caerá en lo contrario de Machado. No a la queja acurrucada, al todo da igual, al autoherirse, al tiempo perdido, por eso la continua inquietud hace posibles en el viaje que es Costa Bermeja.
Para la odisea, pues saldremos transformados, leemos como si llevásemos el sueño urgente a semejanza del pájaro que vuela alto y se aleja de la mentira en dirección a la madrugada. Antonio Machado sabía del Madrid bajo las bombas y llegó al momento en que escribió a Lister “si mi pluma valiera tu pistola …”
Sara Rosenberg atiende al poeta herido por seguir vivo mientras deja atrás al pueblo que tanto ama, y llama a salvar la memoria, él sabe que “ni nuestros muertos estarán a salvo”, en palabras del filósofo Walter Benjamín, que un año después moriría a manos de los fascistas españoles cuando trataba de escapar de los nazis. Antonio Machado en Francia, Walter Benjamín en España.
Continuamos en la lectura de Costa Bermeja y nos alumbra, vemos las cunetas en las que cayó y aún sigue el pueblo antifascista, y se nos levanta la exigencia de justicia, nos convocamos contra la muerte, mientras en nuestro entorno hoy persiste el canto a la estupidez, al ideario sin alas, a la rebaja humana. En cada verso vemos que el camino por el que va Sara Rosenberg para encontrar a Antonio Machado, borró las huellas primero el fascismo y han seguido echando tierra a los sepulcros los continuadores, lo han sembrado de olvido, todo borrado y seco, y con eso tan pobre de ánimo se vende y se compra, mercaderes del muerto, enterradores de su combate.
La autora, haciendo camino al andar nos induce a que no abandonemos el hilo. Machado en palabras viene a nosotros: “Pienso en España vendida toda …”, y junto al gran poeta antifascista ¿quién no va a sentir que en su interior desprecia a “la mala gente que camina …”, esa es la voz antigua, la primera, la raíz, contra esa hacemos camino enfrentando la infamia que devoró el corazón y el cerebro. Infamia cultural, por eso hoy no se siente, por eso no se piensa, y quien siente y piensa lo hace con rabia, insulta al veneno y a los envenenadores.
Leyendo Costa Bermeja se recarga el deseo del mundo en el que Machado cobra vida en las escuelas, él fue maestro, con la lectura del poemario se hace la memoria de contenido, la marcha en su busca nos transforma.
En los últimos versos del libro tenemos la imagen de la autora en la conciencia de Antonio Machado:
“… Abro el cuaderno, lleno de notas y dibujos:un mapa que ahora es necesario traducir, / ordenar, continuar el viaje. / Muchas guerras y siempre la misma se abaten sobre nosotros bajo la misma luz de gas. / Miro desde esta antigua alambrada, mi ojo entra, transgrede, rompe el cerrojo, / trata de que el sentido no se pierda. / No voy a ser eco del desaliento. No soy una víctima. / Solo soy eco y cuerpo de lo posible urgente y necesario. / Las ramitas de todas sus casas cerradas rasparon mi cara / y sigo brotando en los baldíos. / Atenta a la gota de agua, rebelde, crezco.”
El libro Costa Bermeja llega en tiempos de la pérdida de poder del monstruo crecido sobre el fascismo y el nazismo, en tiempos en los que el sol empieza a salir alumbrando el horizonte, buen momento para acompañar a Sara Rosenberg haciendo camino al andar con Don Antonio Machado.
Título: Costa Bermeja.
Autora: Sara Rosenberg.
Editorial Calamburg.