“Los hombres van en dos bandos, los que aman y fundan y los que odian y destruyen”. Ver dos bandos simplifica y tiende a reducir el análisis. A veces es necesario porque expresa esencias.
Luz y sombra. Tirios y troyanos, griegos y persas, patricios y plebeyos, esclavos y esclavistas, señores feudales y siervos, villanos y gentiles, burgo y campo, jacobinos y girondinos, indios y cowboys, burgueses y proletarios, metrópolis y colonias, realistas e independentistas, mambises y españoles, anexionistas y patriotas, imperialistas y antiimperialistas, alineados (a bloques militares) y no alineados, norte y sur, centro y periferia, este y oeste, comunistas y anticomunistas, wokes y anti wokes. Sabemos además que entre estás dicotomías contrapuestas hay muchos matices. ¿Demócratas y republicanos?
Luego de una votación sanpedrina, finalmente, después de cuatro días y 15 rondas, como en el boxeo profesional, la Cámara de Representantes “exhibió el humo blanco“ para proclamar al nuevo líder republicano Kevin McKarthy, que desde el púlpito exhibió las herramientas de freno al ejecutivo. Entre otras prioridades, al lado de la promesa de bajar el presupuesto de guerra al Pentágono y de carambola a Ucrania, proclamó su lucha contra el “adoctrinamiento woke”.
Estar alertas, estar “despiertos” a las injusticias he ahí la esencia del término que desde mediados de los 40 comenzó a acuñarse en el ideario de las batallas por los derechos sindicales de las comunidades negras en EEUU y después retomado en las luchas por los derechos civiles y que tuvieron en Martin Luther King a uno de sus adalides: “Remaining Awake Through a Great Revolution” (Permanecer despierto a través de esta gran revolución) fue uno de sus discursos cada vez más radicales.
Con el nuevo siglo el término recobró vida en diferentes ámbitos y contextos de lucha y fue resignificado. Los diccionarios en inglés incorporaron la palabra en 2017 a la que identifican con la izquierda radical. El asesinato policial de George Floyd y el movimiento Black Live Matter relanzaron la expresión ahora en modo protestas masivas.
Pero la derecha no se conforma y aplicó dos viejas estrategias: suavizarlo y atraerlo a través de campañas de marketing y convertir sus expresiones en mercadería y en vender un estilo de vida woke que algunos famosos CEO asumieron como “rebeldes” descafeinados. Así le quitaban pólvora al término y de paso esencias. La otra estrategia ha sido la descalificacion total, las ofensas, el tierra arrasada. Los deportistas que doblaban la rodilla en los eventos deportivos fueron multados y hasta expulsados.
Pero hoy la lucha en EEUU y en parte de Europa va entre woke y anti woke. Entre las diferentes formas de lucha contra las injusticias más dolorosas, las inequidades más groseras, los desequilibrios más evidentes que genera el capitalismo, las discriminaciones más vergonzosas y los que no quieren ser tocados ni en el más nimio de sus privilegios. La batalla se ha vuelto cultural en todos los ámbitos y en especial en la educación. Tanto así que alcanzó al Congreso y está en el debate público en los medios y en el campo académico y político.
El término se ha vuelto despectivo. Y cualquiera puede ser tachado de woke si simplemente intenta ser menos agresivo con el planeta y apaga luces, o no tiene ninguna creencia religiosa. Las escuelas que imparten programas con enfoque de género o hablan de la teoría de la evolución o dan una visión científica de la naturaleza o la sociedad son cuestionadas, en especial las escuelas públicas y sus maestros.
Son satanizados como ya lo fue el lado izquierdo de los pares antagónicos del segundo párrafo. Por eso estad alertas y despiertos con el nuevo líder republicano de la Cámara de Representantes del imperio, recién “electo”: Luego de un dramático y útil para serie televisiva tipo Juego de Tronos, en un “ejercicio democrático”, con empujones y traiciones por medio, anunció su cruzada para “poner fin al adoctrinamiento woke”. Estad alertas y despiertos.
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