Ayer fue 11 de septiembre. Ese dia de 1973, después de hacer “chillar la economía” como indicara Henry Kissinger, la CIA logró imponer allí sus designios, hasta hoy, en que tras asesinar el número suficiente de líderes revolucionarios y lavar sistemáticamente el cerebro de la población con el control de los medios de comunicación y la educación privada se acaba de demostrar que el pinochetismo sigue vivo y actuante, preferido por un sector no despreciable.
Lo que no debemos olvidar desde Cuba es que ese discurso que impuso Pinochet lo intentan resucitar también aquí, donde desde el Norte se “hace chillar la economía” y con un grupo de medios de comunicación a su servicio se proponen las mismas recetas para solucionar los efectos que esa agresión provoca.
¿No lo creen? Lean la carta que envió el padre del neoliberalismo, Milton Friedman, a Pinochet después de visitar Chile y comparen lo que propone al dictador con las propuestas de los gurús que publican en esos medios.
Dos cosas llaman particularmente la atención en ese documento: la insistencia en la palabra shock y la indirecta sobre cómo tratar a los que sufririrían más. Gravísimos problemas enfrenta la economía cubana, en buena medida causados por los promotores de Friedman y herederos de Kissinger, y claro que hay que hacer transformaciones audaces, pero ¿nos perdonarían esos promotores y herederos si aplicáramos sus recetas, o lograrían sus objetivos con nuestra ayuda y la violencia de estado imprescindible para imponerlas?¿Traerán un Pinochet cubano desde Washington o Miami?