Alfonso Sastre criticó la hispanidad rendida al imperio y defendió siempre la Revolución cubana. Por Mariña Lima

 

Con 95 años falleció Alfonso Sastre en Hondarribia ( Euzkadi) donde se había establecido a fines de los 70 junto a su compañera Eva Forest depués de haber padecido ambos prisión bajo acusaciones inducidas del común compromiso con la izquierda abertzale, que nunca serían probadas.

Sastre consideraba que la Revolución Cubana era el acontecimiento capital del socialismo contemporáneo por su irradiación universal y por haber renovado la resistencia contra el Imperio. “La Revolución Cubana es una línea de hazañas irrepetibles:  Moncada, el Granma, la guerra en la Sierra, el derrocamiento de Batista, la resistencia contra el bloqueo y la forma en que remonta el asalto desesperado del Imperio depués de la caída de la URSS. Incluso la construcción política  previa a la Revolución fue un acierto, igual que la esperanza de liberación que transmite a toda Latinoamérica y Caribe: Venezuela, Nicaragua, Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Argentina, Uruguay…”

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Sastre y Eva Forest con Fidel en La Habana. Con ellos, en la izquierda de la foto, Mario Benedetti y Armando Hart (ministro de Cultura)

La rendición de la idea de la Hispanidad frente del Imperio, con la consiguiente renuncia a conservar un espacio histórico y cultural común es uno de los motivos dramáticos que Sastre desarrolla casi en exclusiva dentro de su generación. La ironía sobre el patriotismo racista de los colonizadores de Cuba es una revelación en Ahola no es de leil, subtitulada Tragedia sin importancia (de la que existe versión en Gallego de Gero Calero) escrita por el autor en la cárcel de Carabanchel en el momento que la Audiencia Nacional (1977) presumía de manga ancha  para encarcelar preventivamente, temerosa de parecer menos represiva que el siniestro TOP. El texto critica un patriotismo de la lengua española y de las tradiciones de los colonizadores que acostumbraba preferir el dominio del Imperio USA.

Sastre le daba totalmente la vuelta al espíritu do 98 en el sentido de abrazar la rebeldía cubana frente al Imperio y admitir que el independentismo también puede representar el orgullo restante de la cultura trasplantada. El dramaturgo dijo en muchas ocasiones que Cuba era su verdadera Madre Patria.  A la sombra de la reforma terciada del franquismo, los media regatearon la importancia del dramaturgo vivo más importante de su generación, a causa de su condición de defensor de la lucha abertzale y de la Revolución Cubana. Un silencio imposible de aceptar sin consecuencias para un medio reactivo contra la censura por antonomasia como es el teatro.

El dramaturgo en ostracismo, aparecía frecuentemente como primer firmante contra los que celebraban el bloqueo.  “Es verdad –escribe Alfonso Sastre- que el Poder procura callar por todos los medios (nunca mejor dicho) a los disidentes; pero no es menor verdad que muchos intelectuales aceptan callarse con sorprendente facilidad.”

En junio de 2003, los protegidos de PRISA habían firmado una miserable Carta abierta contra la represión en Cuba, directamente dictada por la CIA, y desde la Alianza de Intelectuales Antimperialistas comprendimos la urgencia de contestar pública y colectivamente. La réplica era inexcusable, pues el cerdito orwelliano que controla los medios pretendía (y casi lo consigue) hacernos creer que el pleno de la intelligentsia ibérica estaba contra la Revolución Cubana! La recogida de firmas para nuestro comunicado (“Con Cuba, contra el Imperio”) fue reveladora. Varios intelectuales y artistas, considerados de izquierda, recusaron firmar a pesar de estar de acuerdo con nuestra réplica, por no poder (aseguraron sin vergüenza) seguir escribiendo en El País, o por defender sus películas en el Canal Plus, o sus novelas en Alfaguara… No nos engañemos: la mayoría de los intelectuales que se callan, no lo hacen para salvar sus vidas (…) sino para defender sus piscinas, como había dicho Dalton Trumbo de los que en el macartismo habían traicionado a sus compañeros”.

El poeta y ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso Grau, manifestó su pesar por la muerte del dramaturgo que defendió la Revolución en todas las ocasiones en las que el sistema de propaganda imperialista llenaba los media de tópicos contra Cuba. “Muy dolorosa la noticia de la muerte del gran dramaturgo y pensador español Alfonso Sastre. Su obra, monumental, perdurará. Los cubanos no olvidaremos al amigo leal”.

(Tomado de Terra sin amos y traducido para La pupila insomne por Irene del Río)

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