I have a dream. Por Alessadra Riccio

 

I have a dream: que los Presidentes de los 184 países que votaron contra el bloqueo financiero, económico y comercial de Estados Unidos a Cuba (desde hace ya sesenta años), respeten lo votado en la reciente Asamblea General de Naciones Unidas y le hagan llegar al Presidente Biden, -por las vías que la diplomacia requiere- la necesidad de hacer realidad la voluntad de la mayoría de los países del mundo. La Asamblea de la ONU, surgió de la voluntad de paz, de justicia y de concordia después de los desastres de la Segunda Guerra Mundial.

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Mientras lo escribo, imagino al lector impaciente que me dice: “pero tú ¿en qué mundo vives?, y tiene razón. Vivo (quisiera vivir) donde las palabras y los gestos tengan (tendrían que tener) sentido. No es así. La lengua corriente es bífida, la narrativa se articula sobre lugares comunes, consignas, doble sentido.

Existe una isla en el Mar Caribe, es la mayor de las Antillas pero es una pequeña isla, con once millones de habitantes. No produce mucho, no posee materias primas atractivas y ha sido una gran productora de azúcar, que desde hace algunas décadas no tiene mucho mercado. Ha sido la última joya de la Corona de España y conquistó su independencia en 1898; se constituyó en República en 1902 pero con la pesada condición impuesta por el poderoso vecino del Norte: la Enmienda Platt, que autorizaba la intervención de Estados Unidos en los asuntos internos y externos de la recién nacida República.

A mediados del siglo pasado, entre la sorpresa y la curiosidad, el mundo se enteró de que el dictador hijo de puta (“pero es nuestro hijo de puta”, decía Washington) había sido obligado a huir por la lucha de un ejército de jóvenes, jovencísimos barbudos que enseguida se ganaron la simpatía incluso de la vieja Europa, inquieta en aquellos inolvidables años sesenta. Ha sido una Revolución muy fotografiada, nacida y crecida frente a los ojos del mundo. Por momentos asumió roles enormes y terminó teniendo en la historia del siglo XX una importancia geopolítica muy superior a su grandeza y a su importancia geográfica.

¿Por qué? Por la desobediencia al Washington Consensus, por una política de soberanía nacional, por las nacionalizaciones y finalmente, por el lugar en que se coloca: en el corazón del Occidente americano. El gobierno revolucionario busca y consigue la ayuda y la protección de la Unión Soviética, en contra de la vieja historia que pretendía que Cuba, como una manzana madura, cayera en las manos de los Estados Unidos y acabara siendo otra estrella en su bandera.

Desde 1961, Cuba es oficialmente una república socialista que vive, crece, y busca su proprio camino obstaculizada por la persecución sin tregua del Gobierno de Estados Unidos que, durante la presidencia de Kennedy, en el mismo 1961 decreta el bloqueo que ahora cumple sesenta años, caso único en el mundo, pese a que mientras tanto han cambiado los equilibrios internacionales, los pesos y la alianzas.

Con excepción del bloqueo, todo ha cambiado en el mundo y mucho ha cambiado también en Cuba. Fidel dejó el gobierno del país en manos de Raúl y ahora está presidido por Díaz-Canel. En 2019, después de una consulta popular de muchos meses, discutida en todas las organizaciones del país, se votó una nueva Constitución acorde a los cambios necesarios. Cambios en las formas de la propiedad y a reforzar la propiedad privada; se va realizando una descentralización administrativa; las comunicaciones digitales liberadas con el consiguiente libre acceso a la información; el trabajo por cuenta propia se amplió y, hace poco, se unificó la moneda, por mucho años dividida en moneda nacional y moneda convertible. Se está discutiendo ahora la Ley de PYMES ( Medianas y Pequeñas Empresas), con la excepción de las empresas estratégicas a cuyo control el Estado no renuncia. Se trata de cambios bastante importantes en un país rígidamente estatista donde el concepto de propiedad privada fuera abolido y donde el Estado era, al mismo tiempo, autor y responsable de los problemas de la ciudadanía. Se trata de cambios importantes, dictados por la constatación que la Cuba del Tercer Milenio es una sociedad diferente, que actúa en relación con las realidades del mundo, que no es estática, que está en movimiento dentro y fuera del país, acorde con los tiempos.

El sociólogo español Rubén Juste, estudioso de notable experiencia en América Latina, se ha preguntado porqué razón los disidentes cubanos (y el gobierno de Estados Unidos que está siempre detrás), justo en un período de cambios y de apertura decidieron dar el golpe del domingo 11 de julio con manifestaciones violentas y ataque a lo social.

Según Juste “Estados Unidos tiene un interés latente en mantener a Cuba viva pero hecha pedazos de manera que sirva de ejemplo a otros países”, léase Perú, Bolivia, Ecuador además de Venezuela y Nicaragua. No sé hasta que punto convenza esta hipótesis, sin embargo a mi no me parece descabellada visto lo absurdo de mantener el bloqueo contra un país que no es responsable de hechos hostiles hacia Estados Unidos y que, no obstante, fue declarado “peligro grave para la seguridad nacional” de aquel país.

Estados Unidos, que es autor y director de la indecente persecución contra el Gobierno de la isla, termina siendo el perseguidor del pueblo cubano que afirma querer ayudar; es indudable y se ven los efectos sobre todo en esos tiempos de pandemia y con el cierre obligatorio del turismo, única fuente “independiente” de dinero vivo en la isla.

No se puede ignorar la grave situación de un pueblo, por cierto bien entrenado al sacrificio, a quien ahora le toca tener que enfrentar otras y más graves estrecheces. Este pueblo, estos ciudadanos piensan, discuten, proponen pese a lo que dicen los medios de comunicación de Occidente; el gobierno está al tanto, evalúa, razona, tolera con prudencia hasta donde se puede: hay personajes y sitos abiertamente opositores que trabajan desde hace años y hasta décadas.

Es el caso de Yoani Sánchez que hace su periódico “14yMedio” desde su propia casa en La Habana y de quién escuché en estos días una terrible crónica de muertos y heridos sin ninguna prueba exhibida.

Se trata de una confrontación dura, interna, que no es nueva. Es una confrontación de pensamiento, de teoría política, sobre cuestiones internas y también sobre cuestiones internacionales dado que Cuba, con su historia, no puede considerarse al margen de la guerra fría y tampoco es una cuestión exclusiva entre estadunidenses y cubanos. Cuba es una referencia importante para muchos países del Tercer Mundo y sobretodo de América Latina y su resistencia es fuente de esperanza para las jóvenes generaciones en lucha, como se ha visto en estos días en Chile, en Colombia.

El 11 de julio muchos pensaron que se caería el mundo, que una oposición largamente castigada, mortificada, perseguida por un socialismo obsoleto podía prevalecer. Razones para no aguantar más había, sin embargo no había una oposición digna de ese nombre. Se estaba frente a una presencia magmática, desordenada y heterogénea, donde los mercenarios se mezclaban a los descontentos cometiendo el error garrafal de agitar la bandera de fajas y estrellas, de hablar de anexión, de llegar a pedir una intervención humanitaria (léase militar); la soberanía nacional y la independencia son principios que refuerzan históricamente la unidad y permiten obviar las penurias y las desgracias de la mayoría del pueblo. Me atrevo a afirmar que también la aspiración al socialismo del Gobierno es un argumento que goza del favor de una gran mayoría, considerando los efectos producidos por el capitalismo en el mundo occidental y no sólo allí.

Hemos llegado al día 17 de julio, a la gran manifestación convocada por el Gobierno, llena de simbolismo patriótico, manifestación soberanamente ignorada por nuestros medios de comunicación occidentales, como si nunca hubiese acontecido. Sin embargo se rumorea de cientos de encarcelamientos, de heridos y hasta de un hombre muerto que más tarde apareció vivo en la comisaría. Fotos y videos mezclados, subtítulos que confundían un campo con otro revelan la mala fe o el descuido de la comunicación periodística que evidencia un escaso conocimiento de la historia de Cuba, un país muy pequeño, es verdad, pero con una historia muy grande que es obligatorio conocer para quien se ocupe de política o de información.

La oposición, sostiene Ivette González Salanueva*, es relativamente reciente en el país; figuras de disidentes han existido siempre pero un movimiento no, porque la Revolución triunfante de 1959 persuadió, convenció y encantó a toda la isla y sólo en los años duros y terribles del Período Especial (primeros años noventa del siglo pasado), con la caída del campo socialista y el desconcierto y desequilibrio siguientes, según Ivette González, empieza a tomar forma algo que podría semejar a un movimiento, “la oposición cubana es relativamente joven, poco instruida políticamente y sobre todo heterogénea. Esta heterogeneidad es precisamente el fruto de la novedad y de su reducido número de componentes. Pese a quien pese, no hay comparación, cuantitativamente, con la oposición de otros países. Todos estos procesos han llevado a un interesante fenómeno en nuestro país: mientras en general los opositores se afilian por ideas políticas, programas de acción para el futuro, por la colocación en el espectro político, en Cuba existe sólo un criterio para agruparse: ABAJO EL COMUNISMO”.

Vuelvo a mi sueño imposible para rendir homenaje al Presidente de México que ha pedido tempranamente a Biden quitar el bloqueo, para lo cual necesita valor dada la maldita cercanía con el vecino del Norte; y para preguntarle a Angela Merkel –en los últimos días de su gobierno- cómo pudo aguantar que Biden hablara de Cuba como de un estado fallido proponiendo –eventualmente- mandar a la isla las vacunas anti Covid, siempre y cuando se distribuyeran en el territorio mediante una agencia internacional propia.

El Presidente Díaz-Canel, cuyas palabras parecen no merecer la atención de nuestros media, resume de esta forma el estado de ánimo de los revolucionarios cubanos: “Indigna, ofende y lastima la narrativa absurda que pretende imponerse sobre Cuba. Ni asesinados, ni desaparecidos. La última dictadura cubana fue derrocada en 1959. El odio no vive aquí. Somos territorio de paz”.

* Ivette González Salanueva tiene 23 años. Sus padres, René González y Olga Salanueva han sido protagonistas de una de las páginas más duras y emocionante de la confrontación de Cuba con Estados Unidos.

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One Response to I have a dream. Por Alessadra Riccio

  1. Rafael Emilio Cervantes Martínez says:

    También tenemos sueños e ideales elevados. Un Memorial de la Denuncia en la Habana narra la estela de masacres que ha sufrido el pueblo cubano como resultado de las agresiones perpetradas por sucesivas administraciones norteamericanas durante más de seis décadas, miles de víctimas mortales, miles de mutilaciones, daños económicos cuyo monto sería suficiente para que Cuba estuviera colocada en indicadores económicos de nivel mundial con inédita justicia social. Sin embargo, el camino hace sido el del heroísmo en hacer una pieza de repuesto, el de mantener funcionando tecnologías contra la ley de la gravedad de la rotación imprescindible, el de inventar a cada paso para no rendirse ante dificultades colosales y que la vida continúe, en un hospital, en una cancha deportiva, en el agro, en el transporte, en la creación. Pero lo que es más grandioso de todo es que no nos vaciamos de sueños, que no se seca el río de la esperanza, que no nos convertimos en un pueblo egoísta y en cambio ejercemos la solidaridad como un deber, con goce interior que reímos en paz. Paradójicamente la presente operación político mediática del imperialismo nos ha llevado más a una reflexión autocrítica interna para ponerle, corazón, bomba, a los problemas que dependen de lo subjetivo que a la posición defensiva de barricada, nos ha impulsado la proactividad. Cuba Vencerá, lo acaba de decir unánimemente el Foro de Sao Paulo, un símbolo de justicia no podrá nunca morir en una humanidad que tiene ansias de justicia, como lo dijo Fidel.

     

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