Tal vez debería escribir un artículo para reflexionar acerca de la realización del trascendental VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, pero no lo voy a hacer ahora. Ya habrá tiempo para ello. Deseo en esta ocasión reconocer el invaluable papel que ha jugado el general de ejército Raúl Castro Ruz como líder revolucionario de su país y de otros pueblos.
Apenas había regresado de un viaje a Europa a mediados de 1953 donde había participado en sendos eventos internacionales juveniles en representación de la juventud del Partido Socialista Popular (marxista-leninista) -en la cual militaba desde el año anterior- cuando Fidel lo llamó para integrarse a la generación del Centenario del nacimiento de José Martí. Sin saber de qué se trataba (el secreto y la compartimentación así lo requerían) acompañó a Fidel y a Abel Santamaría al asalto al Cuartel Moncada con la tarea de conducir la toma del palacio de Justicia, misión que fue cumplida a plenitud. Solo cuando llegó a Santiago de Cuba supo del colosal cometido que junto a otros jóvenes emprendería para iniciar el proceso que solo 5 años y medio después concluiría con el triunfo de la Revolución Cubana.
Cuando fue al Moncada, Raúl acababa de cumplir 22 años, después vino la prisión, el exilio, el regreso a Cuba en el Granma y el desastroso desembarco al que milagrosamente sobrevivió, la lucha de 15 meses en la Sierra Maestra, su ascenso a Comandante y el desplazamiento al mando de una columna guerrillera para crear el Segundo Frente Oriental “Frank País”, cuya conducción mantuvo hasta el triunfo revolucionario del 1° de enero de 1959.
A partir de entonces y hasta el 19 de abril de 2021 no hubo pausa ni tregua para Cuba ni para Raúl en la lucha contra el imperialismo que acosa, agrede, amenaza y bloquea la irrenunciable decisión de su pueblo de ser libre e independiente. El próximo 3 de junio, Raúl cumplirá 90 años, han sido casi siete décadas de su vida entregadas a la causa de su pueblo y llegó la hora de entregar las banderas a generaciones más jóvenes que serán las encargadas de blandir los estandartes de la dignidad de Cuba.
En una amena charla sostenida por el general de ejército con quien escribe junto a tres compañeros, nos refirió anécdotas de su vida. En lo personal fue de superior interés los relatos de su historia y de su lucha junto a Fidel. Su participación en el Moncada sin saber a dónde iba y “solo porque Fidel lo dijo” hasta el Encuentro en Cinco Palmas cuando después del desembarco del Granma, solo quedaron 12 combatientes y cinco fusiles, tras lo cual el Comandante en Jefe aseguró que “Ahora si ganamos la guerra”, ante el estupor de los que lo escuchaban. Estos hechos fueron forjando una lealtad y una convicción de que el pensamiento clarividente de Fidel los conduciría a la victoria.
Raúl nos explicó que a la natural admiración por su hermano mayor se fue sumando la certeza de que estaba ante un ser humano de extraordinarias cualidades con una visión de largo plazo difícilmente compresible para el común de los mortales y decidió seguirlo y apoyarlo incluso sabiendo que en algunos momentos no llegaría a comprender algunas decisiones del que ya no solo sería su hermano, sino también su líder y jefe.
Y lo hizo con modestia, muchas veces en silencio, alejado de las cámaras pero con una eficiencia y una eficacia que hoy se han transformado en pilares sólidos del edificio de la revolución, de manera particular como ministro de las fuerzas armadas y segundo secretario del partido, dos de las instituciones en las que recae la firmeza y la continuidad del proceso histórico cubano.
Así vivió, así luchó y así se retira Raúl: con la frente en alto, como el soldado más fiel del ejército de Fidel y uno de los hijos más preclaros de la historia de Cuba, maestro de varias generaciones de revolucionarios de todas las latitudes y longitudes del planeta, en particular de América Latina y el Caribe. Muchas gracias General de Ejército Raúl Castro Ruz o, simplemente, gracias Raúl.
Tuve la honra de conocerlo personalmente en 1981. Viva el compañero Raul!
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