#LaPupilaTv: Cóndor, un vuelo de muerte sobre Suramérica (video)

 

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5 Responses to #LaPupilaTv: Cóndor, un vuelo de muerte sobre Suramérica (video)

  1. Sara Rosenberg says:

    no se puede abrir.

     
  2. pp PEREZ says:

    Solo algún esbirro o aspirante a ello puede poner una estrella menos en este post. Gracias Iroel. Tú y tu equipe siguen haciendo historia. Un abrazo para todos ustedes que contribuyen a que nuestros pueblos no pierdan la memoria.

     
  3. Alejandro F.dez Costa says:

    Prohibido olvidar.Buen programa.

     
  4. Sin-permiso says:

    El vuelo del cóndor jamás se detuvo desde que existen las democracias burguesas, en América Latina y el resto del mundo. Cóndor es todo el juego sucio necesario para que menos del 5% del censo electoral pueda ejercer de mayoría, ya se trate de modelos de sufragio universal, pluripartidismo y propiedad privada de los medios de producción o una dictadura militar, como ocurriera en América Latina en los años 70, cuando en Chile se pusiera de manifiesto que existía una vía pacífica de transición al socialismo. También en Europa existió una operación cóndor para impedir que la izquierda llegara al poder, como cuando se creó un pentapartido en Italia contra la posibilidad de que el partido comunista italiano llegara al poder.

    Lo que parece mentira es que, a estas alturas, todavía muchas personas no conozcan las verdaderas razones y malas artes de una clase social censalmente irrelevante a la hora de apostar por este modelo político, que, si fuera realmente democrático, les barrería de la Historia y de la vida política, ya que sus partidos compromisarios: conservadores, liberales y socialdemócratas, no obtendrían ni el 5% de los escaños. Sin embargo, han logrado crear todo un universo político, a cuya izquierda sólo existe el caos o la negación de las virtudes del sistema político y donde el pueblo no tiene otro derecho que el de elegir sólo entre ellos a sus representantes, con plenos poderes para hacer lo que se les antoje (o lo que les ordenen sus amos) de forma absolutamente irresponsable cuando, para alcanzar sus objetivos, tienen que vulnerar los derechos de las mayorías o traicionar a sus electores. En el ADN de estas falsas democracias no tiene cabida conceptos de derecho privado como “mandato” y “mandatario” a pesar de que la clase política cuenta con poderes extraordinarios (legislativo, presupuestario, ejecutivo) que no tiene el ciudadano común cuando se obliga en un contrato de mandato o cualesquiera otro.

    En los años 70, el escaso desarrollo del control social, a través de ese instrumento totalitario y omnipresente en la vida cotidiana que conocemos como falsimedia, capaz de robotizar a una amplia mayoría social, les obligó a dar una patada al tablero de las democracias burguesas mediante brutales dictaduras militares y el asesinato sistemático de los líderes sociales. Pero, desde la caída del campo socialista y la implantación del neoliberalismo, vienen demostrando que a los pueblos se les puede aplicar todas las formas de cirugía posibles, hasta las más invasivas (como el desmantelamiento de los derechos de la llamada sociedad del bienestar y crisis sistémicas como las de 2008 y la actual pandemia y los cambios que está provocando al servicio del capital), sin que ello ponga en peligro su modelo de partidos turnistas en la mayor parte de los casos y allí donde es cuestionado (como en los procesos emancipadores de América Latina) creen contar con recursos suficientes de juego sucio para restablecer el control sin necesidad de recurrir a las dictaduras militares, como el poder mediático, judicial, económico o las guerras no convencionales.

    El día que el neoliberalismo logró ser compatible con sistemas de sufragio universal y pluripartidismo (como el británico o el norteamericano) se acabó la necesidad de recurrir a las dictaduras militares pues la viabilidad de un modelo basado en el desmantelamiento de los derechos de las mayorías implica necesariamente que la burguesía ha encontrado el modo de gobernar en permanente tiranía sin necesidad de cuestionar el juego de la alternancia de partidos ni de acabar con estos y líderes opositores. En el peor de los casos recurren a la politización del poder judicial (como en Argentina, Brasil, Ecuador o Bolivia) para inhabilitar a los líderes opositores o ilegalizar partidos, pero lo que nunca falta es el linchamiento mediático y el totalitarismo a la hora de construir el imaginario colectivo, a cuya izquierda sólo existe el caos. Han llegado a la conclusión de que a sociedades mayoritariamente de androides no hay por que tratarlas con exquisiteces, de ahí que el trumpismo o el bolsonarismo transgredan todos los límites sin el menor pudor al afirmar que el poder político te otorga un poder absoluto sobre las personas o incluso el derecho a dispararles a discreción o que hay democracia porque quiere el ejército y que el único error de la última dictadura brasileña fue no matar a más opositores. Todas estas brutalidades, incompatibles con la narrativa de las democracias burguesas, el totalitario sistema mediático sabe como hacerlas digeribles e incluso atractivas, listas para servir de alimento a los androides tan pronto las circunstancias lo requieran.

     

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