Este post -publicado el 8 de septiembre de 2018- generó una gran resonancia, y también intentos de linchamiento en las redes, tratando de presentarlo como un ataque a los Trabajadores por Cuenta Propia, cuando es obvio lo que se critica en él es la permivisidad de una empresa estatal con acaparadores y revendedores, en lo que tuve que insistir en un segundo post que también reproduzco a continuación. A raíz de la situación actual, en que ese tipo de figuras intentan ser presentadas en algunos medios como personas pobres, mayormente del sexo femenino, piel negra y de humilde condición, recuerdo que todos los que se apreciaban actuando en aquella circunstancia eran hombres, en su mayoría blancos, de apariencia nada humilde e incluso uno de ellos en posesión de un vehículo de lujo.
“Asalto” en La Puntilla: Hay que ir más allá. Por Iroel Sánchez
Hace algún tiempo, en un artículo titulado “Contra el tercer bloqueo” hablé de los pichones de oligarcas que ya controlan redes de distribución de alimentos en Cuba; este viernes tuve la oportunidad de verlos actuar.
Fue a raíz de la venta de manzanas en la tienda La Puntilla de Primera y Cero, en el habanero barrio de Miramar. Organizados casi militarmente y ante la indiferencia cómplice de los empleados, apareció un pelotón de jóvenes forzudos -buena parte de ellos “uniformados” con ropa con la bandera estadounidense-que en pocos minutos compró 15 000 manzanas (150 cajas de 100,), utilizando los palets y carretillas de la tienda, los dispuso para su evacuación, utilizando transporte de la propia empresa CIMEX, que el jefe del grupo con total autoridad reclamaba insistentemente desde un teléfono celular y un lujoso y moderno auto negro de chapa particular.
Ante el reclamo de cómo era eso posible, la respuesta de una empleada de la tienda: “nosotros no podemos hacer nada”. Un “buró de información” vacío, pero con un cartel con los teléfonos de “Atención al consumidor” de la Cadena de tiendas Panamericanas al que al llamar primero no contestan y luego de insistir varias veces se responde que ya conocen la situación y se ocupan pero en una hora, a pesar de la promesa de la única empleada que intentó dar una explicación de que el gerente del complejo estaba en camino, este nunca llegó, con la oficina central de la Corporación se encuentra a pocos metros de la tienda en un edificio con el nombre de Sierra Maestra (!!!). La calma con que actuaba el “pelotón” sugería la convicción de su impunidad.
Sé que ante esta publicación la empresa intentará alguna respuesta, tal vez habrá explicaciones y alguna medida disciplinaria pero trascendamos la anécdota que seguramente es cotidiana y vayamos al fondo, no recojamos más agua con canastas:
Una tienda que no hace mucho se incendió, reconstruida totalmente, con cámaras, custodios, flamantes cajas y costosos dispositivos de seguridad, ¿para el beneficio de quién? Importaciones con escasas divisas ¿para el beneficio de quién? Imposible no recordar lo que contaba el colega Javier Gómez Sánchez sobre cómo el mismo “uniforme” mayorea en el vestuario de los nacionales que vacacionan en hoteles de Varadero.
Está muy bien que la prensa y la fiscalía vayan a las tiendas de materiales de la construcción, pero deben seguir el rastro hasta las mansiones que se han construido con ellos, como las de la carretera a Marbella, perdón quise decir Belllamar, en Matanzas, Marbella, en España, es donde erigieron sus residencias los oligarcas que saquearon la Rusia postsoviética.
De La Puntilla al “más allá”. Por Iroel Sánchez
El Grupo Empresarial CIMEX ha informado acerca de las medidas que adoptó con trabajadores y directivos que después de una investigación realizada por esa entidad se determinaron con responsabilidad en los hechos ocurridos el viernes 7 de septiembre en la tienda La Puntilla, y que han tenido resonancia en varios medios de comunicación.
La nota enviada por CIMEX también plantea que “se procedió a la formulación de la denuncia del hecho ante las autoridades judiciales”, lo cual hace suponer que se actúa por las instituciones pertinentes en función de esclarecer la responsabilidad en lo ocurrido de otras personas involucradas en el incidente que no son trabajadores de esa empresa. Es de esperar se informe a la ciudadanía los resultados de esa actuación, como no pocos han reclamado.
Lo comentado aquí y en espacios digitales como Granma, Cuba Sí y Cubadebate, aportando incluso nuevas denuncias sobre hechos similares en establecimientos comerciales del país y con una variada gama de productos, subrayan lo que apuntaba desde el título de mi artículo en el sentido de que “hay que ir más allá”. Esa reacción deviene una encuesta sobre las percepciones acerca de problemas del comercio minorista en el país que se debería tomar muy en serio por su importancia políitica. Sostengo lo que afirmé entonces: “trascendamos la anécdota que seguramente es cotidiana y vayamos al fondo”, no solamente en CIMEX sino también en otras cadenas de tiendas y en actores estatales del comercio minorista en pesos cubanos.
Algunos comentaristas ven la solución sólo con más disponibilidad de productos y en la existencia del comercio mayorista para el Trabajo por Cuenta Propia. Es algo indiscutiblemente necesario como lo es también la solución integral de la unificación cambiaria, la elevación de las pensiones y de los salarios del sector estatal, así como una reforma de precios y la eliminación de subsidios generalizados que benefician a todos independientemente de que lo necesiten o no, temas que en palabras del General de Ejército Raúl Castro “ha tomado demasiado tiempo y no puede dilatarse más su solución urgente”. Pero cuando por la vía del acaparamiento existen márgenes de ganancia del 100% o más, ¿qué puede significar un precio mayorista con descuentos del 10, 20 o 30%? Es difícil comprender la contribución al desarrollo de las fuerzas productivas de quien compra a un precio y vende a otro sustancialmente superior sin incorporar valor alguno.
Un mercado mayorista que transparente la gestión con cuentas bancarias fiscales a través de tarjetas magnéticas y comprometa al empresario privado con precios no especulativos al facilitar suministros parece comenzará el próximo mes en la capital con los porteadores privados, a los que se facilitarán combustibles, baterías y gomas a precios diferenciados y ojalá se extienda pronto a otros sectores y territorios del país.
Hay también una minoría que ha defendido a los especuladores, y ha activado la habitual máquina de fango con más insultos que argumentos, motivando respuestas como la de la compañera Olga Salanueva en su perfil de Facebook:
“A diez manzanas por cabeza, se quedaron 1500 personas sin comprar su manzanita, sin contar las que la tuvieron que comprar luego a sobreprecio en la calle, para que estos emprendedores multiplicaran el capital que les permita luego comprar 20000 manzanitas más y reproducir el negocio. Va y algunas de las víctimas, inconscientemente, están entre los comentaristas que ahora los defienden.
“Con cuatro ciclos más de venta y pueden irrumpir también en otro mercado, dejando quién sabe a cuantos sin el aceite, o sin el pollo, o quién sabe qué más.
“Pero para algunos, el Sindicato Nacional de Revendedores y Especuladores debería de darles una medalla. Tal vez en una actividad cultural con música de Manzanero.”
Aquel que acapara y obliga a comprarle a un precio más alto perjudica también a quien tiene un negocio legal forzándole a pagar más caro. Si hay redes de acaparamiento que crean escasez artificial y encarecen los productos perdemos todos, incluyendo los cuentapropistas. Otros han dicho que no hay delito alguno, pero el comercio mayorista por privados no es legal en Cuba, el Código penal sanciona el acaparamiento y si alguien lo facilita desde una responsabilidad estatal a cambio de recibir beneficios puede ser acusado de cohecho. No se trataría de “cacería de brujas”, como se ha dicho por alguien, sino de hacer cumplir la ley, sin extremismos. Combatir la corrupción sin molestar al corruptor, además de poco ético es hacer el trabajo de Sísifo.
También se ha recordado que el estado cubano aplica un precio a varios productos en las llamadas tiendas de recaudación de divisas (TRD) que en no pocas ocasiones más que duplica los costos de los mismos. Al respecto reitero algo conocido pero que suele olvidarse: las ganancias de ese proceder -creado cuando apenas un 21% de los cubanos accedía a ese mercado y hoy a todas luces necesitado de un replanteamiento en una realidad muy diferente- se destina a una política de redistribución de los ingresos captados en las TRD a favor de toda la sociedad. Esa política, hoy necesitada urgentemente de ajustes, posibilitó el acceso de la mayoría a productos y servicios básicos en moneda nacional, muchas veces subsidiados, en los peores momentos de nuestra economía. Pero, ¿a dónde que no sea a su bolsillo, y al disgusto del pueblo, aporta el que acapara un alimento para venderlo mucho más caro?
Sin embargo, creer que sólo con auditorías y sanciones se resuelven la corrupción y los problemas de nuestro comercio minorista, sin disminuir la responsabilidad esencial de los directivos en controlar la gestión para que los recursos tengan el fin para el que fueron destinados, pudiera ser una visión incompleta.
El nuevo Proyecto de Constitución que ahora se debate dice en su artículo 194 que el Consejo Popular, compuesto por los delegados y al que se pueden invitar representantes de las organizaciones de masas, “Ejerce el control sobre las entidades de producción y servicios de incidencia local” y la actual en el 104 plantea que estos “Coordinan las acciones de las entidades existentes en su área de acción, promueven la cooperación entre ellas y ejercen el control y la fiscalización de sus actividades”. Si eso se cumpliera en todos los lugares los sucesos relatados por numerosos comentaristas en Granma, Cuba Sí y Cubadebate ocurrirían con menor frecuencia y se contribuiría a una transformación radical del actual escenario de desprotección a los consumidores no sólo en el agromercado o la bodega enclavados en la localidad, sino además sobre el CUPET o la TRD aunque pertenezcan a empresas nacionales.
La comprobación nacional al control interno -muy útil, por supuesto- pasa una vez al año pero el Consejo Popular está allí mismo todos los días. El ejemplo de las tiendas de materiales de la construcción, que han sido prioridad en esas comprobaciones pero que han revelado en recientes operativos difundidos por la prensa los mismos o peores problemas lo evidencia.
Otro aspecto necesario es mejorar la comunicación. Como ocurre con quienes dirigen actividades relacionadas con la vida cotidiana de la población (salud y educación, por ejemplo) al informar en los medios de comunicación sobre su gestión, debería suceder con quienes comercializan algo tan sensible como esos materiales, o aún más: alimentos y productos de higiene. “Hay que aprender a comunicarse, y ese papel que han hecho Fidel y Raúl en este tiempo, en la dimensión de ellos, ahora lo tenemos que cumplir entre todos nosotros”, ha dicho el Presidente Díaz Canel en el Consejo de Ministros.
Lejos de prohibir a la prensa el trabajo en sus instalaciones, como han hecho algunas entidades en el pasado, facilitarlo se convertiría en una vía para mejorar su gestión, más cuando una de las cinco principales transformaciones que se definen en la Conceptualización del modelo económico y social cubano, aprobada en el VII Congreso del Partido es:
“Perfeccionar la participación democrática a todos los niveles, en especial, el control popular y el involucramiento ciudadano en la solución de los problemas que afectan a cada territorio, centro de trabajo o comunidad. Lograr una efectiva comunicación social, con énfasis en su calidad y en el acceso oportuno a la información pública.”
Muy valiente y acertada la denuncia de Iroel, como tuve ocasión de expresar en mi comentario del momento. En Cuba ocurren cosas a la vista de todos que están creando desafección en la población hacia los dirigentes y hacia el propio sistema. Existe una economía sumergida en la isla que compite con la economía oficial, proporciona enriquecimiento ilícito a unos pocos sin aportar valor añadido y empobrece y discrimina al resto de la sociedad. La competencia desleal que se viene haciendo a la compañía de transporte Vía Azul es un claro ejemplo, en la puerta de sus propias instalaciones, por parte de boteros que ofrecen a los clientes de aquella la misma ruta en sus carros privados o alquilados a un precio similar, pero utilizando como reclamo la parada en destino particular y un viaje más rápido y cómodo. Aquí no cabe alegar ignorancia de los responsables de Vía Azul ni de las autoridades del transporte y policiales. Como tampoco en los casos de acaparamiento de artículos de importación que son sustraídos al sector público para la reventa ilícita o comprados masivamente (como las manzanas de La Puntilla) para su reventa con valor añadido que va al bolsillo de verdaderos delincuentes sociales.
¿Cómo se podría entender este flagelo en el contexto de una revolución de los humildes y para los humildes? La única explicación que se me ocurre es que las autoridades, en su empeño de lograr la unidad del pueblo y cerrar filas frente a sus poderosos enemigos exteriores, ha encontrado en las actividades de la economía sumergida y el cuentapropismo una aparente tabla de salvación con la que poder evitar que los insolidarios, al no tener opciones en un sistema igualitario, pasen a engrosar las filas de la contrarrevolución. Pero esta reinterpretación darwinista de los principios de la revolución socialista, que da oportunidades de vivir por encima de los demás a quienes se consideran más aptos, tiene un coste muy elevado en coherencia y un coste muy elevado para las mayorías de todo lo que tiene que ver con las actividades ilícitas en la economía sumergida. En relación con el cuentapropismo, va a depender de la presión fiscal que grave sus ingresos y del uso que haga de los recursos y del factor trabajo que se convierta en un instrumento para generar excedentes que beneficien a todos o para dar opciones a los insolidarios y oportunistas en detrimento de las mayorías silenciosas y obedientes.
Por supuesto que mantener la disciplina entre quienes aspiran a una vida mejor a cualquier precio es complicado en la situación de acoso y derribo que sufre Cuba pero permitir la corrupción, la indisciplina social y un cuentapropismo insolidario, aunque sea una solución a corto plazo, puede convertirse en una sentencia de muerte en el largo plazo, como vimos en el antiguo campo socialista de Europa del Este.
Hace muchos años la contralora Gladis Begerano viene hablando y denunciando , al menos en los consejos de ministro, sobre la articulación de los cuellos blancos con los cuellos no tan blancos, y eso en el buen español se llama mafias, CIMET ,TRD,Y otras corporaciones acumulan un expediente de escándalos en estos sentidos que es difícil mencionarlos sin que surja la desconfianza popular, el nivel de prepotencia de muchos de sus directivos,y que también trasmiten e influye a muchos de sus trabajadores es ofensivo , ¿Dónde esta el trabajo político e ideológico de estas empresas, no sé si llamarlas socialista.?Yo no creo saludable política y éticamente, que a estas alturas estas empresas tengan el monopolio de la distribución de los productos de primera necesidad, estas empresas que vendan manzanas,que vendan carros, que vendan artículos de lujo,y se enloden cada dia mas en sus jugarretas,pero los productos vitales para la vida,ya no tienen ni la moral y mucho menos la confianza social, me resulta muy difícil creer que estos almacenes subterráneos sean abastecidos por coleras o coleros,eso da risa, y por cierto es verdad o no lo que se dice en las redes sobre la Subdirectora de CIMET,si no es cierto que nuestros órganos oficiales lo desmienta.
Saludos. Aqui hay mucha tela por donde cortar,los nuevos ricos mueven muchísimo dinero y están todo el tiempo cazando “almas en venta”.Realmente no creo que a base de coleros se puedan crear almacenes y almacenes con todo tipo de productos,hay otras manos que también mecen la cuna.Es duro decirlo pero nuestra pequeña y no tan pequeña burguesía viene por más,esta en su ADN.