#LaPupilaCumple10: ¿Qué sería lo más grande por La Habana? Por Iroel Sánchez

 

Aunque cronológicamente correspondería en una fecha posterior, adelanto este post del 21 de noviembre de 2018dentro de los textos publicados a lo largo de los diez años del blog, porque -dedicado a reflexionar sobre La Habana y su entonces próximo cumpleaños 500- el hecho de que citara unas muy acertadas y siempre actuales palabras suyas, motivó un mensaje de Eusebio Leal que muestra su  enorme modestia y generosidad, él, que nunca soltó la adarga en su combate por la belleza y la memoria:

“Iroel:

“Agradezco mucho tu generosidad al referirte a mi modesta persona en tu trabajo. Me alegro infinitamente que, como siempre, estés con la adarga al brazo.

“Eusebio”

¿Qué sería lo más grande por La Habana? Por Iroel Sánchez

La Habana acaba de entrar en el año 500 de su existencia. Se anuncian celebraciones y numerosas obras por un aniversario que esperanzadoramente se ha planteado por las autoridades capitalinas como punto de partida más que como meta. 

“Por La Habana, lo más grande” se ha proclamado como lema de la conmemoración, pero qué es exactamente lo más grande si de La Habana se trata. ¿Está entre los miles de obras que ya se han inaugurado y en la cifra aún superior que se ejecutará antes del 16 de noviembre de 2019?

Sin dudas, La Habana necesita un esfuerzo material gigantesco en sus deteriorados viales, en la creación de condiciones para recoger eficientemente los más de 23 000  metros cúbicos de desechos sólidos que genera diariamente, en la restauración de edificaciones de todo tipo, incluyendo en primer lugar las cientos de miles de viviendas que necesitan algún tipo de reparación, por citar sólo lo primero que salta a la vista y en lo que hay un peso indiscutible de carencias financieras donde el cerco económico sufrido por Cuba no es secundario. Es notable que las autoridades de la ciudad, con el apoyo imprescindible del gobierno central, están encabezando un colosal esfuerzo para solucionar muchos problemas acumulados en la infraestructura de la capital.

Pero todo ese esfuerzo se volverá agua y sal si no se aspira a una profunda transformación cultural que revierta el modo en que una minoría ha venido en los últimos años imponiendo, de modo prácticamente impune, comportamientos egoístas que atentan cotidianamente contra el bien común de los habitantes de la ciudad.

“Tenemos que luchar por una educación ciudadana. Por un comportamiento digno de vivir en esta ciudad. (…) Somos enemigos mortales de los que pisotean los jardines, humillan las fuentes, los monumentos. Debemos asumir que vivimos una etapa superior de la historia, y como tal, debemos instar, no con la ridícula pretensión de ser ‘maestrillos’ de nadie, sino con el deseo modesto de que todo el mundo sienta que La Habana es suya.

“Me alegro de que hoy sea una ciudad más representativa, menos elitista, compartida por cubanos de toda la Isla que son bienvenidos; pero tenemos el solemne compromiso de explicar, desde la escuela y la familia, la importancia de la vida social en comunidad. Este es el desafío para el 500 aniversario”.

Son palabras del historiador de la ciudad, Eusebio Leal, que ha resumido acertadamente el alcance comunicacional que esa transformación implica.

Es que no hay derecho para permitir que cada centímetro que se avance se revierta poco después en fuentes a las que se le arrancan los mármoles y echan agua un día sí y otro no, luminarias y parques vandalizados, contenedores para la basura cuyas ruedas y tapas encuentran un destino ajeno a su función, zanjas en busca de agua o gas que hieren calles recién asfaltadas, televisores de pantalla plana en renovadas instalaciones gastronómicas y de salud que, lejos de promover cultura y modos de vida saludables, difunden materiales del peor gusto pero en el mayor volumen, o céntricas esquinas embellecidas en cuyos portales, y no sólo allí, descansan  personas en desventaja social y necesitadas de atención psiquiátrica que en un país como el nuestro deberían estar hospitalizadas y atendidas hasta poder reinsertarse en la sociedad.

Afortunadamente, la justificación con la escasez material no parece ser el centro de las reuniones del gobierno sobre La Habana que recoge la prensa. El combate al desvío de los recursos que se asignan para el transporte y la indisciplina laboral que afecta ese servicio o la necesidad de velar por que lleguen a las manos de los necesitados los recursos para reparar las viviendas, son asuntos que hemos escuchado analizar desde esos espacios. Se ha podido apreciar allí el énfasis crítico hecho por el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba en La Habana, Luis Antonio Torres, y por el propio Presidente Díaz-Canel, en esos aspectos subjetivos pero con peso en la vida de los capitalinos y que producen un daño desmoralizador.

Ha sido visible a través de los medios de comunicación que prácticamente desde el día después de asumir su mandato el Presidente Díaz-Canel ha venido prestándole a la capital la máxima atención. La Habana fue la primera provincia que visitó el nuevo Consejo de Ministros, incluyendo lugares poco vistos pero decisivos en la vida de la capital como la Dirección Provincial de Servicios Comunales, donde precisamente sugirió un plan de comunicación -aún pendiente- para acompañar la solución material de la recogida de escombros que es un problema en casi todas las esquinas de la ciudad y seguramente crecerá si como se ha asegurado se trabaja por incrementar la venta de materiales de construcción para la reparación de viviendas.

Invertir en soluciones materiales, sin invertir en comunicación para estimular su correcto funcionamiento y conservación, es muy probablemente asegurarnos el clásico “pan para hoy y hambre para mañana”.

Se necesita un debate popular que sirva como difusión y producción de consensos alrededor de las poco conocidas normas que deben castigar las frecuentes agresiones a lo común. Cierto que falta educación pero también coerción. ¿Alguien conoce cuántas multas se ponen por dañar el entorno citadino y de cuánto es su valor, no sería útil que cada contenedor para los desechos sólidos portara información relacionada con ello y la vía por la que se puede coordinar la evacuación de unos escombros antes de que lleguen a inundar una esquina?

Comunicar es también que el mostrador de un agromercado no sea más el asiento o el lugar para los pies de los dependientes que atenden al público mientras beben cerveza, que la caja de una tienda reparada y dotada con toda la tecnología deje de ser el primitivo escenario para airear en voz alta las peores groserías entre sus empleados, hacer saber -¿es muy difícil poner una pegatina que lo indique?- que los ómnibus urbanos no son el escenario para imponer a los demás nuestros gustos musicales.

La escuela, con su alcance universal en Cuba y su capacidad para enseñar a querer puede aportar mucho, junto al buen funcionamiento de las  instalaciones ubicadas en la comunidad, son escenarios que pueden marcar la diferencia, informando, educando y transformando la vida cotidiana.

Usar la comunicación como arma fundamental, junto a la capacidad y actitud para rendir cuentas, el debate y diálogo permanente con el pueblo donde estén los temas más difíciles y enfrentar las complejidades siempre con más de una alternativa, han sido los pilares que ha definido Díaz-Canel para el trabajo del gobierno. Si en algún lugar eso es decisivo es en La Habana, donde las obras por los 500 años de su fundación no serán exitosas si no logran involucrar al pueblo, no sólo en su ejecución, sino en el control de su adecuado funcionamiento y preservación, dotando a la ciudadanía de las vías y los espacios para ello y respaldándola con todo cuando participe en esa batalla que no será fácil tras tanta desidia acumulada.

Una transformación cultural. Tal vez sea eso lo más arduo, y también lo más grande, que podría hacerse por los 500 años de La Habana.

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3 Responses to #LaPupilaCumple10: ¿Qué sería lo más grande por La Habana? Por Iroel Sánchez

  1. Sin-permiso says:

    Son ya 10 años de lucha cultural contra un imaginario colectivo que pretende colocar a Cuba en el lado equivocado de la Historia, conjuntamente con todas las medidas económicas que, al crear escasez, han provocado una crisis de valores y principios, lo que, en un contexto socialista, se traduce en desafección y contrarrevolución. Convencer a los cubanos de que la situación de Cuba no es el resultado de su fracasado sistema sino de su discriminación en el vigente orden mundial, no es tarea fácil cuando no logras resolver los problemas cotidianos. Como resultado, hoy la cubanía está en crisis, sobre todo entre los que miden la eficacia y validez de un modelo por su accesibilidad a los bienes materiales, cuya escasez en la sociedad cubana sólo se puede entender como resultado de un maquiavélico y asfixiante bloqueo económico. La apertura al turismo con mayor poder adquisitivo entre la clase trabajadora es lo que ha acabado de poner la tapa al pomo, sin llegar a reparar en muchos casos que esa privilegiada clase trabajadora es sólo una pequeña parte de la clase trabajadora mundial, entre los que predominan quienes viven con bajos recursos y sin derechos universales, y no precisamente por haber nacido en sociedades pobres o bloqueadas.

    Cuando un proyecto común no logra satisfacer las expectativas, aparecen los reinos de taifas y, con ellos, el individualismo y la competitividad. Como resultado, La Habana deja de ser la capital de todos los cubanos, al menos capital residencial para todos, que ya no son recibidos con agrado en una ciudad donde los habaneros de cuna viven con escaseces y privaciones. Así es como las etiquetas cobran protagonismo entre las diferentes tribus de la capital, al igual que entre los residentes de los diferentes municipios. A falta de una comunidad amplia de referencia, es el individualismo a diferentes escalas y niveles identitarios el que acaba imponiéndose con todo tipo de inventos para mejorar posiciones salvo que existan factores sociales compensatorios, empezando por la educación formal y los medios de comunicación y terminando en los CDRs, que deben velar en todo momento por el cumplimiento de normas de convivencia inclusivas y respetuosas con los derechos de todos sus miembros, sin etiquetas ni chovinismos o discriminaciones. Aquí es donde no se puede fallar para que el humanismo que sigue destilando el socialismo cubano a nivel macro se materialice también a nivel micro, con necesarias reformas en la calidad de la enseñanza reglada y la programación de los medios de comunicación en el nivel macro. La tarea no es fácil, y por descontado que los factores exógenos seguirán proyectando el mantra de que el socialismo es un fracaso colectivo, pero lo que no puede fallar son los factores endógenos a la hora de garantizar la igualdad de todos los cubanos y sus derechos individuales. Saludos.

     
  2. Javier el otro says:

    Coincido totalmente con su analisis. Tiene que haber un enfoque educativo acompanado tambien de uno coercitivo. Que el que cometa un acto de vandalismo o de indisciplina social sepa muy bien que no quedara impune y tendra consecuencias. Hay que incrementar el rigor de las sanciones. A mi tambien me preocupa el gradual avance de la marginalidad que se viene observando desde hace algun tiempo y se manifiesta muchas veces con impunidad como Ud bien describe.

     

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