La Pupila Insomne reclama la memoria no como anécdota sino como contexto que permite entenderlo más allá de su valor puntual. En la reescritura de la historia, la anécdota es resemantizada fuera de su entorno para convertirla en portadora de la tesis que quiere contrabandearse al receptor. Es así como los festejos de un grupo de amigos en víspera de un acto heroico por ellos ignorado, es presentado como argumento que apunta a la supuesta irrelevancia de la organización en que militaban. Frente a esos usos carroñeros de la historia, La Pupila Insomne apunta a mirar la Revolución no como el resultado de la suma de episodios, sino como resultado de un devenir, entre muchos que pudieron ser posibles, consecuencia afortunada de la dialéctica histórica.
La Pupila Insomne trasciende el uso como cartel de nuestros líderes históricos que pretende reducirlos a meras consignas y lo hagiográfico empalagoso donde pierde filo la trascendencia de su pensamiento. El empeño de presentar a Fidel como mero símbolo emocional y elevarlo a dogma embota su significado transformador desde el pensamiento. La virtud de pensar siempre, que acotaba como esencial de los revolucionarios. La Pupila Insomne apunta a rescatar la capacidad indagadora que Fidel representa, donde la duda es la inquietud de partida para la lealtad militante.
La Pupila Insomne denuncia la hipocresía de los poderes imperiales, sus amanuenses, escribas y suscedáneos que pretenden decirnos, a través de discursos sibilinos, cuáles son las vías válidas para liberarnos. Ese ejercicio disfrazado de posmoderno y descontructivista, que intenta ser juez de las palas que usan sus sepultureros. La Pupila Insomne apunta a rescatar la violenta necesidad de que liberarnos implica seguir forjando nuestras propias armas.
La Pupila Insomne arremete contra la persistente deformación de atacar los síntomas y no las causas. Desterrar esa inclinación por el facilismo que no es solo resultado del desconocimiento, es, en mayor grado, resultado de una mentalidad aldeana incapaz de ver lo que trasciende y solo reducida a lo inmediato. Súmale el sentido de tribu que enfoca en lo que abarca la vista, y tiende a desechar lo que trasciende el alcance de los sentidos más inmediatos. La Pupila Insomne apunta a rescatar la capacidad radical de la Revolución más allá de orientaciones y directivas.
La Pupila Insomne recuerda que las fuerzas revolucionarias no se deben unas a las otras, se deben al proceso que encabezan. Sus consecuencias o sus traiciones no se miden en sus actitudes o las acciones de cada una respecto a las otras. Se miden respecto al proceso en el que actúan y en el se definen su liderazgo y su carácter de vanguardia transformadora. La Pupila Insomne apunta a rescatar la militancia como el rasgo definitorio de lo revolucionario.
La Pupila Insomne denuncia a la vanidad como enemiga no solo de lo redentor, sino del rigor de lo verdadero. La vanidad hace sucumbir al intelecto en la búsqueda de la complacencia, el halago estéril, y el reconocimiento vil del aldeano. La Pupila Insomne apunta a rescatar la humildad como la trinchera del combatiente donde el sacrificio es un ejercicio cotidiano y la única recompensa es saberse útil.
La Pupila Insomne abre un refugio para el combatiente allí donde la balacera es más intensa. Esa oportunidad que todos queremos, que en vez de brindarnos descanso nos invita a la primera línea de fuego. Abre un espacio sin treguas. La Pupila Insomne apunta a recuperar todos los escenarios como frentes de lucha.
La Pupila Insomne nos recuerda que la guerra contra la burocracia no es una idea abstracta, se da en escenarios concretos y tiene muchas batallas que se pueden ubicar bien en espacio y tiempo, con actores bien definidos en ambos lado de la contienda. La derrota y el rescate de quiénes, siendo víctimas de ellos mismos, contribuyen a agotar el radicalismo de nuestra acción cotidiana. La Pupila Insomne apunta a rescatar la militancia crítica como única forma de verdadera militancia.
La Pupila Insomne apuntala la necesidad de la intransigencia allí donde transigir solo apunta a nuevas traiciones. Cuando derrotemos al capitalismo entonces tendrá sentido hablar de qué es aquello nuevo que debemos proponernos, mientras ello no ocurra, hay un enemigo de siglos que por más que se maquille sigue siendo la misma prostituta inconvincente. La Pupila Insomne nos recuerda que ella, no es precisamente la prostituta cortés de Jean Paul Sastre.
La Pupila Insomne rescata, salva y devuelve para vivir otro día que valga la pena, hasta que otros hermosos insolentes releven en nuestros huesos el final de los tiempos, esos donde victoriosos entonces nos aprestemos a nuevas batallas, sin pegar un ojo.