« Los grandes derechos no se compran con lִágrimas, sino con sangre. Las piedras del Morro son sobrado fuertes para que las derritamos con lamentos, y sobrado flojas para que resistan largo tiempo a nuestras balas ».
José Martí Pérez
El 26 de julio de 1953, para prolongar la gesta heroica de la independencia de Cuba y hacer realidad el proyecto revolucionario martiano, un grupo de cientocincuenta y tres jóvenes dirigidos por Fidel Castro Ruz organizó y llevó a efecto el asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, tomando simultáneamente el cuartel Carlos Manuel de Céspedes de la ciudad de Bayamo. Apenas unas horas antes del suceso, el líder de las acciones de la llamada Generación del Centenario afirmaba delante de sus compañeros de lucha : « de todas maneras este movimiento triunfará. Si vencen mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí ».
Siguiendo el ejemplo de nuestros próceres, quienes aseguraron con sus recursos personales la empresa emancipadora de la independencia de Cuba, ochenta de esos jóvenes ofrendaron asimismo su vida y fueron vilmente torturados y asesinados por los esbirros del tirano Fulgencio Batista, Monstrum horrendum que mudó los soldados de la república encadenada en « artesanos perfectos del crimen » y trocó sus uniformes de fuerza pública en trajes de carniceros.
Después del asalto y teniendo el terror como única razón de estado, el universalmente conocido proceso ‒que se desarrolló en Santiago del 21 de septiembre al 16 de octubre de 1953–, terminó con la histórica autodefensa de Fidel en la sala de estudios de las enfermeras del Hospital Civil Saturnino Lora. El joven abogado rodeado de ballonetas caladas condenó las violaciones al régimen constitucional, desmontó una a una las artimañas que llevaron al autor del golpe de estado del 10 de marzo de 1952 a concentrar en sus manos todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), denunció contundentemente los crímenes cometidos contra los prisioneros y los males que los gobiernos ilegítimos y espurios, por ambiciones desmedidas y por interés culpable, inflijían a la nación cubana (Manifiesto del Moncada). Allí expuso, además, las cinco leyes revolucionarias que serían proclamadas inmediatamente después del triunfo: la de la tierra, la de la industria, la de vivienda, la de la salud, la de la educación y del desempleo, devolviéndole al pueblo la soberanía que proclamara legalmente la Constitución de 1940. Luego, la prisión fecunda en la Isla de Pinos, el exilio hacia México, el desembarco del Grama y la victoria de enero de 1959 materializaron los ideales de los asaltantes del Moncada. Así, con la República Nueva, se llevó a cabo el programa anunciado por Fidel en su célebre alegato conocido como La Historía me absolverá, transcrito y publicado clandestinamente en 1954.
En el Día de la Rebeldía Nacional, el pueblo cubano rinde un justo homenaje a esos héroes que abonaron con su sangre nuestra historia. Con la misma firmeza con que ellos se enfrentaron a una dictadura sangrienta para alcanzar la libertad y la independencia de Cuba, y a pesar de la constante hostilidad económica, politica y financiera que cruelmente se nos impone, preservamos nuestras conquistas sociales y mantenemos el elevado espíritu solidario de los héroes y mártires del Moncada.
En medio de condiciones muy adversas, y pese a la actual crisis sanitaria, Cuba continúa aportando su ayuda y su colaboración médica en varios rincones del mundo, salvando vidas en los cinco continentes sin contar esfuerzos ni recursos y afrontando además todas las campañas de difamación destinadas a desacreditrar al personal médico cubano. Pero sabemos que « un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército» (J.Martí). Con la misma vehemencia con que nos atacan y nos menosprecian a fuerza de argumentos mendaces en esta era de internet, nosotros desmontamos las falacias con que nuestros enemigos pretenden cada día derribarnos. Como bien lo precisó Fidel en una de sus cartas a enviadas a Melba Hernández a raíz de los hechos del Moncada: «No se puede abandonar un momento la propaganda porque es el alma de toda lucha. La nuestra debe tener su estilo propio y adaptarse a las circunstancias»1. Es por eso que hoy sumamos también las redes sociales a aquellos terrenos donde habitualmente hemos tenido que librar tantas batallas.
Aunque somos un país del Tercer Mundo, asediado por un criminal bloqueo estadounidense que no nos ha dado tregua, hemos logrado el control de la pandemia con la prevención y el tratamiento precoz de todos los enfermos, hemos reducido igualmente a niveles mínimos los índices de letalidad y los contagios gracias a la aplicación de medicamentos que son el resultado de nuestro propio desarrollo biotecnológico y de los notables avances de la ciencia cubana. Nuestra nación se enorgullece de tener ocho académicos que participan hoy como asesores para el enfrentamiento de la Covid, de los 60 que han sido seleccionados para ello a nivel mundial.
Aun pueden verse en las paredes del antiguo cuartel, como « besos que duermen en la piedra»2, las huellas que dejó el asalto al Moncada. Por diversos factores las acciones fracasaron en el plano militar, pero confirieron una extraordinaria victoria moral y política a los heroicos revolucionarios. Su estela de luz nos acompaña para que podamos derribar otros muros con las raíces inquebrantables de su fe y cimentar con ellos nuestras futuras hazañas en Cuba, en América y en el resto del mundo.
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