Viento circular
Se levantan como dioses de invierno,
estrella contra estrella,
nervio contra nervio,
salmo contra salmo,
como esos raros puentes
igual a hijos que se astillan
y giran y se astillan y arden,
heraldos musófagos de los trenes nocturnos.
Como briznas de hierba se levantan;
tiemblan, pero son eternos;
olvidan y cambian y resucitan y vuelven a temblar
y se quiebran y mueren.
Por eso son eternos.
Y suben con el humo de la paz
y con el silencio muerto de la guerra.
Y bajan como la niebla fresca
y se escoran como el llanto de la pirámide.
Y huyen de la doble cáscara del pilocarpo
y entregan la luz sin velo ni fe que los madrugue.
Se levantan con Quetzalcóatl,
con el Sol doble de los arcanos mayores,
y hasta sin cuerpo ya.
Sin el misterio del dolor
se abrazan al naufragio,
y como almas intactas que son,
transparentados por el fuego,
devoran la hiel de la resaca
como a fresas silvestres.
Pingback: Nervio contra nervio, salmo contra salmo. | argencuba