Salvando la distancia geográfica y en tiempo, la operación militar de Estados Unidos cerca de Venezuela, me recuerda lo acontecido hace 30 años cuando el gobierno estadounidense lanzó al éter la mal llamada televisión Martí, con el objetivo de agredir la soberanía y seguridad nacional de Cuba y aplastar la Revolución.
El 3 de abril de 1990 en conferencia de prensa ofrecida por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz sobre la televisión anticubana, a la que asistieron 246 periodistas procedentes de todas partes del mundo, de ellos 53 representantes de 22 órganos de la prensa norteamericana, varios corresponsales se interesaron por conocer si la teleagresión podría devenir en un asunto militar, y la probabilidad de que EE.UU. realizara una operación militar aérea quirúrgica contra las torres que producían la interferencia a TV Martí. Esta fue la respuesta de Fidel:
“Cuando se inicia una aventura como esta, cuando se llevan a cabo actos violatorios de la ley internacional, cuando se produce una agresión contra un país soberano, como ha ocurrido en este caso, cualquier cosa puede pasar. Incluso, cuando nosotros vemos lo absurdo de todo esto, hemos pensado, a veces, que tal vez Estados Unidos esté buscando algunos pretextos para llevar a cabo una confrontación militar contra Cuba […].
[…] No estamos en condiciones de asegurar cuáles son las intenciones verdaderas de Estados Unidos, pero, de todas formas, eso no nos intimida. No será fácil para Estados Unidos doblegar a Cuba; no será fácil que nos pueda imponer por la fuerza algo que está contra la voluntad de nuestro país, y no será fácil llevar adelante aventuras de tipo militar contra nuestra patria […].
[…] Nosotros trataríamos, en ese caso, de que el “cirujano” salga lo peor parado posible, pague su precio por eso; porque hacer cirugía no es tan fácil, agarrar un tigre con la mano no es tan fácil. Sé que tienen tecnología y tienen muchas cosas, pero nosotros tenemos otras, sobre todo, de tipo moral; en especial, que no les tenemos ningún miedo y, sobre todo, porque estamos dispuestos a enfrentar la lucha en cualquier terreno. No te creas que con nosotros se puede estar jugueteando a eso, a estar haciendo operaciones quirúrgicas, porque nosotros podemos hacer también operaciones quirúrgicas en un terreno o en otro.
[…] Permíteme decirte que cualquier agresión a Cuba se puede convertir en un problema más serio, mucho más complicado, se puede convertir en una guerra. Así que realizar operaciones de ese tipo contra nuestro país, nadie sabe las consecuencias que pueda tener, nosotros no nos vamos a quedar con los brazos cruzados, porque tenemos imaginación y sabremos responder golpe por golpe, donde hay que golpear y en el momento que hay que golpear. De eso no le quepa duda a nadie. Así que espero que se aconsejen bien antes de que empiecen a querer hacer alardes tecnológicos aquí. A lo mejor vienen con sus aviones invisibles, y nosotros podemos hacer otras cosas invisibles también. Y ahora que ellos interpreten lo que quieran […]”.
En relación al insulto al honor del país, que representó nombrar a la televisión enemiga, José Martí, el líder de la Revolución cubana argumentó:
“Es que no hemos mencionado lo que significa el hecho de que le pongan el nombre de Martí a ese grosero instrumento de subversión y desestabilización: primero, porque se ignora quién era Martí […].
[…] El primero que empezó a hablar del imperio desde fines del siglo pasado fue Martí, antes que Lenin. Martí calificó al imperio naciente de Estados Unidos como un monstruo que conocía bien, porque había vivido en sus entrañas. Y escogen el nombre de quien dijo, en víspera de su muerte en combate, que todo lo que hizo y haría, era para impedir con la independencia de Cuba que Estados Unidos se extendiera con una fuerza más sobre los pueblos de América, escogen ese nombre para bautizar esa porquería, en el momento en que nosotros somos una trinchera, ¡la primera trinchera que defiende la soberanía de América Latina!
[…] Además, para que los norteamericanos lo entiendan bien, es como si nosotros buscamos un prostíbulo en un lugar del mundo y le ponemos el nombre de George Washington, o un basurero aquí en La Habana y le ponemos el nombre de George Washington o de algún personaje histórico de Estados Unidos. Eso es lo que han hecho, no se dan cuenta, son brutos, son imbéciles y no se percatan de lo que eso irrita al pueblo […]”.
Sobre la guerra electrónica impuesta a Cuba por el gobierno de EE.UU y su repercusión, Fidel explicaría:
“[…] Nosotros lo que reclamamos es el derecho a transmitir por radio a todo el territorio de Estados Unidos. Nos parece un derecho elemental, nos parece un derecho recíproco al que Estados Unidos se ha tomado con relación a Cuba.
[…]Ahora, nosotros no tenemos la culpa de ser una isla pequeña, ni tenemos la culpa de que Estados Unidos sea tan grande. No tenemos la culpa tampoco de este problema, no lo hemos creado nosotros, ni tenemos responsabilidad por la estructura del sistema radial norteamericano; pero ya se está agotando el argumento de que no hay posibilidades técnicas de resolver ese problema.
[…] En un tiempo se estuvo discutiendo con el gobierno de Estados Unidos la solución, porque nosotros decíamos: “Transmitan, pero nosotros también queremos transmitir”. Estados Unidos no ha seguido discutiendo, Estados Unidos no ha querido resolver ese problema, y no podemos renunciar a nuestro derecho a transmitir a todo el territorio de Estados Unidos […].
[…] Hemos tenido paciencia, hemos esperado cinco años y no vemos por parte de Estados Unidos ninguna voluntad de resolver el problema, sino la de crear nuevos problemas y nuevos conflictos. Esa es la realidad que tenemos con esto, para una televisión, además, que no se ve. Pero nosotros, incluso, hemos calculado que puede en un momento llegar a verse; no sé qué medios técnicos se puedan inventar para que se vea a la fuerza. Tenemos calculadas también las distintas respuestas a cada una de las situaciones.
[…] Digo que es una tontería. En realidad, Estados Unidos no tenía ninguna necesidad de enfrascarse en esta ingloriosa acción; no le veo todavía lógica a incurrir en esta violación de la ley internacional. Ciertamente, en este caso no estamos defendiendo solo el derecho de Cuba; son decenas de países, muchos países, la inmensa mayoría del mundo, los que no están de acuerdo con esto, y no están de acuerdo porque ningún país se resigna fácilmente a aceptar la idea de que venga una gran potencia y desde un satélite, desde un globo, desde un zepelín, desde un avión, desde un barco, desde cualquier lugar le imponga las transmisiones de televisión.
[…] En este caso, nosotros no solo estamos defendiendo el derecho de Cuba: esta es la guerra de David contra Goliat, una vez más; una guerra electrónica ahora entre David y Goliat, en que realmente David está demostrando tener mucha más inteligencia que Goliat. Me explico por qué Goliat, ese personaje bíblico, fue derrotado: por bruto […]”.
Han pasado 30 años y mientras que Cuba se enfrenta hoy a la pandemia del coronavirus y expresa con hechos concretos la vocación humanista y solidaria de la Revolución, la diplomacia de guerra de Estados Unidos ha decidido profundizar su guerra no convencional y asimétrica, el bloqueo y las sanciones contra Cuba, Venezuela y otros gobiernos de izquierda.
Recordar las ideas expuestas por Fidel aquel 3 de abril de 1990, nos fortalece, en el empeño de salvaguardar la seguridad y soberanía del país, en particular en el orden tecnológico y comunicacional, y nos pone a pensar en cómo usar, en la actualidad, no solo los canales de la radiodifusión, sino también la Internet y las redes sociales digitales, en esos propósitos.
Conocido el resultado de la historia clásica, el Goliat de las barras y las estrellas no quiso confrontar con Fidel en el terreno de las ondas electrónicas, donde toda su basura tecnológica, convenientemente empaquetada como tripe A conforme a las enseñanzas de Goebbels, habría sido barrida y arrojada al basurero de la Historia.
Las leyes de la reciprocidad es derecho demasiado avanzado para quienes nunca respetaron los derechos de los pueblos con los que entraron en contacto sino que los capturaron para esclavizarlos, los asesinaron para robarles sus tierras y recursos o los sometieron a las leyes del colonialismo clásico y el neocolonialismo. Aquí el genio de Fidel parecía no conocer bien la brutalidad y maldad infinita del Goliat con el que confrontaba, pero sólo en apariencia. De sobra sabían él y su rival que, con todo el desarrollo tecnológico de este en el terreno de la (des) información y por grandes y omnipresentes que fueran sus naves de guerra, sólo podría obtener victorias pirricas hasta la derrota final en todo el orbe imperial del más depredador de los sistemas plutocraticos.
Tampoco en el terreno bélico, el Goliat de las barras y las estrellas ha querido confrontar con la honda de Fidel, a pesar de contar con armamento nuclear y aviones invisibles. Seguro que tiene bien presente el valor infinito y la respuesta proporcionada de la crisis de los misiles, que llevó al mundo al borde de una guerra atómica de resultado incierto. Cómo señalará Fidel, también los cubanos podrían hacer uso de respuestas invisibles, como lo fue la honda de David para Goliat, de forma de que, de no perecer este y su ejército mercenario en el intento, sólo recogería el polvo anegado en sangre.
Grande Fidel, como también lo fue Chávez. Ojalá Maduro este a la altura de ambos. Capacidad dialéctica y valor no le faltan. Ayer recordó a todos los cristianos (incluidos los del bando imperialista) que Dios no eligió para redimir a los hombres a un oligarca o un terrateniente sino a un revolucionario. Y, pensando más en sus compatriotas y tratándose de martes Santo, aclaró para navegantes que hubo quien prefirió traicionar ese día a quien predicó el amor y la igualdad entre los hombres por 30 monedas de oro, alguien que lo conocía muy bien, era uno de sus mariscales de campo y no dudó en revelar su paradero a los oligarcas teocráticos judíos y a los romanos. Información muy apropiada cuando el enemigo concentra cerca de Venezuela sus naves de guerra con la clara intención de que el miedo haga resurgir la figura de Judas entre las filas del chavismo, única opción en que podrían alcanzar su objetivo. Con la cohesión de todo el pueblo revolucionario, jamás lo lograrán.
Excelente, gracias
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