Estudios de resonancia
José Luis Fariñas, acuarela. Portada de Órbita de Carlos Fariñas, Ediciones Boloña, 2020
Hoy quisieras verte, pero la arena se levanta,
se irisan los costados de cualquier palabra,
se forma un arco iris a la más ligera llovizna,
y el pasado del cielo suelta sus libélulas
de plomo, agua y luces dormidas.
Lo bueno es que eres un poco menos tú que ayer
y se acanala el alma; la circunferencia sana un poco
si perdonas, si te quejas riendo o brotando de tu noche
detrás de otro patio morado,
si te dejas ir como un contorno frío
hacia la nave hundida que vuela
hacia las tres orillas del río secreto,
hacia la mendicidad sagrada del tiempo.
Dos veces ríes en el vientre de la ballena
o dos pares de vidas lloras entre dioses sin nombre,
pedazos sonoros de una vieja lengua de piedra
batiendo la luz contra todo cielo raso.
Solo existe una inmortalidad,
la de los perros perdidos;
pero ladrar no es lo importante,
mover la cola sí; morder, a veces, también
y, si es cuando no hay nadie,
mejor; es decir, cuando te atacas
y te despedazas a ti mismo.
No hay mejor lección.
Quisieras sacar de lo recóndito,
aunque sea solo bolitas de arroz,
la luz de la fruta que cae
o panecillos de segunda mano;
cualquier imprecisión irracional
para limar este mudo agotamiento.
Pero todavía te apenan tus nervios arzobispos,
tus precoces centenarios de vidrio,
tu deseo de no tener que quererte tanto,
tu deseo de respirar mejor a pesar de la vida.
Tú, como Isis, vas buscando los pedazos de tu amor
en la inmensidad del desierto;
tú, tan sirena en tu uniforme desmemoria
como las huérfanas lluvias de alta mar
con sus barcos vacíos y los horizontes limpios.
Tan hermoso! Una delicia para los sentidos!