Las deudas del Tío Sam

 
Pedro Pablo Gómez

Desde la óptica internacional, el término “Tío Sam”, resulta identificativo del gobierno de los Estados Unidos de América, locomotora indiscutible del sistema capitalista a escala mundial. Su “poderío económico”, resulta su principal arma en la pretensión de dictar a todo el mundo la forma y sistema que deben tener, para mantenerse dentro del esquema de desarrollo y dependencia política y económica, con independencia de las crisis que afectan el planeta.

Pero al parecer la llamada locomotora tiene alguna rueda ponchada, o rota. Quien lo dice, para gran neuralgia del presidente Barack Obama, no es  un opositor sino su actual secretario del Dpto. del Tesoro, Timothy  Geithner, el cual ha reclamado una ampliación del techo de endeudamientos del gobierno, el cual dispone hasta el mes de marzo de la cantidad de 14,3 billones (el billón corresponde a un millón de millones), mientras las deudas adquiridas por el gobierno al comenzar el año alcanzan las cifras de 13,96 billones. Como puede observarse, de acuerdo al nivel de gastos del actual gobierno, antes de marzo, el adeudo debería rebasar el techo programado si se va apagar a los deudores.

Geithner agregó, en su preocupación por la oposición de la actual mayoría republicana en la Cámara de Representantes que “el país está al alcanzar el límite permitido, y necesita elevar el techo de endeudamiento; debemos endeudarnos más, para no perder el impulso económico; púes ello afectará millones de puestos de trabajo”. Esto fue reafirmado en la palabra de Austan Golsbee, director del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca; cuando expresó: “Esto no es un juego, el techo de la deuda no es algo con lo cual jugar”.

Por otra parte, el representante republicano, John Boehner, actual presidente de la Cámara de Representantes, comentó públicamente que: “Aunque Estados Unidos no puede dejar de cumplir sus obligaciones con la deuda, no podemos tomar prestado irresponsablemente, seguir hundiéndonos en este hueco y empeñar el futuro de nuestros hijos y nietos”.

También el senador republicano de Carolina del Sur Lindsey Graham emitió su consideración al respecto, cuando indicó “no subir el techo de la deuda de Estados Unidos, o las obligaciones del Tesoro. Eso podría ser muy malo para la posición de Estados Unidos, a largo plazo. Pero es una oportunidad para asegurar que el gobierno cambiará su manera de gastar”.

Todo lo anterior tendría un agravamiento dependiente de la reacción negativa en el mercado internacional y Estados Unidos sufriría sin dudas el desprestigio de su poder y dominio. Países como China, a quién adeudan, de acuerdo a las cifras oficiales del Dpto. del Tesoro, 700.000 millones y el Japón, con créditos de 690.000 millones, podrían reclamar pagos y eso arrastrará a otros países con grandes adeudos que, como afirmó Geithner, ya al comenzar el año llegaban a 13.96 billones. O sea, llegando al tope posible, se desataría la crisis económica del actual gobierno, como la mayor de la historia norteamericana, superior a la de George W. Bush.

Mientras tanto, la privada Reserva Federal, encargada de la fabricación de nuevos dólares, tiene engrasadas sus imprentas para la emisión de nuevas series de papeles verdes sin respaldo real y de esta forma aumentar el endeudamiento y dependencia del gobierno a sus deseos y mandatos. Wall Street y los grandes bancos, socios de la reserva, ven con alegría cómo su posición se fortalece, a la vez que el gobierno se tambalea, dentro del vértigo en que está envuelto. Mientras, el ciudadano común norteamericano sufre las consecuencias.

Obama trata de maniobrar en este entorno al hacer intervenciones explicativas de tendencia positivista, a la vez que introduce cambios en cargos importantes de su administración, al sustituir al imprescindible Larry Summers, el cual volvería a sus negocios en Wall Street, por el también demócrata Gene Sperling, a quien se atribuyen los manejos económicos que dieron buenos resultados en el gobierno de William Clinton.

A finales de enero se produciría el discurso de Obama a la nación, de balance general. Para este momento ya debe estar prácticamente rebasado el techo del presupuesto. Si el presidente norteamericano no logra un acuerdo con los republicanos y se aumenta el techo del presupuesto de la nación, sobrevendrá el caos y no se sabe el final de esta película, oculta a la mayor parte de la población del gigante norteño, mientras a escala mundial los pronósticos se advierten reservados.

La gravedad de los hechos hace esperar nuevas posibles maniobras y crisis manipuladas, para entretener a sus ciudadanos y al resto del mundo que se las quieran creer.

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