Resurrecciones
Lavamos entonces los pies y las manos
en el agua turbia de ríos opuestos otra vez reunidos,
agua espesa de nuestra propia carne de eclipse.
Y pudimos comprobar que respirábamos mejor
a medida que iba sobrando el fuego y la risa,
dejándonos sofocar por la hora feliz
que se sigue levantando sobre las águilas que caen
a medida que pasan nuestras cruces silvestres,
tuétanos del sueño y carmín de todos estos años,
como huyendo de si, espejeando solas,
abriendo de par en par la entraña de cielos invisibles,
cruces como flamencos perdidos,
aves de paso que se quedan y arden,
lejanos descendientes de ave fénix.
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Me encanta Fariñas , sus obras y escritos.
saludos ania