No ha existido en Nuestra América en los últimos tiempos un presidente que haya tenido que soportar tanto odio, tanta maldad, tantas agresiones de todo tipo, como lo ha tenido que soportar el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro.
Los medios de des-información intentan hacer creernos que es un “dictador” como si nosotros los latinoamericanos no supiéramos de dictadores. Qué clase de “dictador” es ese que prefiere morir defendiendo a su pueblo que aceptando migajas de corruptos y vendepatrias.
Hace algunos días el autoproclamado presidente interino de Venezuela Juan Guaidó intentó dar un golpe de estado contra el gobierno legítimo de Nicolás Maduro. No cabe dudas de que a este señor no se le hubiese ocurrrido autoproclamarse presidente sin contar con el apoyo de la Casa Blanca, mucho menos intentar un golpe de estado. Una vez más el gobierno de EEUU en complicidad con aliados y marionetas intenta sembrar el caos y el terror en un país soberano cuyo único “crimen” es el de poseer uno de los yacimientos de petroleo más grande del planeta.
Esta realidad altamente conocida parece no molestar a nadie. Los polítcos de la Casa Blanca como otrora en el Oriente Medio tratan de apoderarse de los recursos naturales de un país sin importarles las miles de víctimas colaterales posibles como es el caso de Siria, Iraq, Libia, para solo citar algunos ejemplos.
¿Qué hubiera sido de Juan Guaidó y de Leopoldo López de haber “desafiado” al dictador argentino Jorge Rafael Videla o al chileno Augusto Pinochet? ¿Qué le hubiera pasado a estos filibusteros si hubieran hecho lo mismo que hoy hacen en Venezuela en la “Quinta República Brasileña”? ¿A dónde hubieran ido a parar estos señores de haber caído en manos de los militares brasileños, esos que desde hace décadas predican para ese país, cito: “lo que es bueno para EEUU es bueno para Brasil”?
¿Se habrán dado cuenta los medios de des-información de esa “nueva Quinta República Brasileña” liderada por Jair Bolsonaro, donde se asesinan periodistas, líderes sociales, donde anualmente mueren cientos de personas como consecuencia de la violencia policial? Seguro que no, ya sabemos lo ocupado que están con Venezuela.
Si observamos los conflictos bélicos actuales podríamos decir sin temor a equivocarnos que existen en el mundo un grupo de países cuyos políticos y soldados son intocables, criminales de guerra que pueden actuar con absoluta impunidad sin riesgo a ser condenados. Al denominador común de casi todas las guerras, el invasor mayor EEUU podríamos agregarle Israel, la monarquía de Arabia Saudí y algunos países europeos cómplices como es el caso de Francia, Inglaterra, España. Ya no es casual que la mayoría de los conflictos bélicos actuales se han llevado a cabo en el entorno geográfico del Oriente Medio donde se concentra el 60% de las reservas de petroleo del mundo. Ahora le toca el turno a Venezuela, el libreto es siempre el mismo. Acusar de dictadores a presidentes de países cuyos gobiernos les son indeseables.
Si Nicolás Maduro es un presidente corrupto e incapaz, ¿qué clase de presidentes serán entonces Mauricio Macri, Iván Duque, Sebastian Piñera, Jair Bolsonaro?
Si Maduro es un dictador, entonces es el dictador mas raro del mundo. Un “dictador” que ha tenido que soportar intentos de asesinato, golpe de estado, guerras mediáticas, económicas y este hombre, que en los últimos años ha librado mil batallas, ni le tiemblan las rodillas, ni abandona.
Dicen que es impopular, que su pueblo no lo sigue, que todo es un montaje pero cada vez que sale a la calle lo hace rodeado de miles de camisas rojas y aunque los medios de des-información lo oculten la verdad se impone, me refiero a esos mismos medios que hablan de violencia policial en Venezuela pero ignoran la violencia policial en la Francia de Macrón o la España de Pedro Sánchez..
Anya Parampil, periodista venezolana denunciaba sin pelos en la lengua en la televisión favorita de Donald Trump Fox News lo que ya casi todo el mundo sabe, cito: “Los medios de comunicación están mintiendo sobre la situación en Venezuela” y continuaba sentenciando: “Imagina que Hillary Clinton se hubiera negado a aceptar su derrota después de perder contra el presidente Trump en 2016 y agrupa a 24 soldados americanos para intentar tomar la Casa Blanca por la fuerza. No creo que ella pudiera caminar libremente por las calles como lo está haciendo ahora Guaidó en Caracas”. Para esta periodista freelance que no se deja embaucar por los medios de des-información la oposición en Venezuela no tiene suficiente apoyo popular: “Juan Guaidó ha demostrado nuevamente que sólo llegará al poder sobre un tanque de Estados Unidos”.
¿Cómo hubieran reaccionado un Macron, un Pedro Sánchez, una Merkel ante un intento de asesinato con drones en medio de una plaza pública, en vivo y a todo color? ¿Cómo hubiera reaccionado el presidente de EEUU, el Pentágono la CIA si algún loco estadounidense se le ocurriera asaltar una base militar para intentar un golpe de estado? ¿Cómo hubieran reaccionado los mismos medios de siempre, esos que lloraron tanto cuando el fuego en la Catedral de Notre Dame pero ignoran la destrucción de templos y catedrales en el Oriente Medio gracias a las bombas y misiles “Made in USA”, “Made in Germany”, “Made in France”?
La carrera de luchador incansable de Nicolás Maduro no empezó en Miraflores como muchos creen. Al parecer muy pocos conocen que ya desde muy joven era un luchador acérrimo por la justicia social. Con tan solo 12 años militaba en una organización de izquierda, a los 15 fue expulsado de un liceo por armar una gran movilización como miembro de la asociación de estudiantes de la escuela secundaria. En 1990 comenzó como inspector del metro de Caracas hasta continuar como conductor de autobús. Fue político, dirigente sindical, ministro, vicepresidente de la república, sin embargo le llaman idiota, lo acusan de incapaz solo porque sus incapaces detractores no han logrado sacarlo de Miraflores. Le achacan de ser un conductor de autobús convertido en presidente por obra y gracia de Hugo Chávez.
¿A quién debemos preferir entonces como presidente, un millonario al estilo de Mauricio Macri o Sebastian Piñera en ves de un conducto de autobús?
A Maduro le han “tirado” con todo pero no han podido doblegarlo, por eso lo odian, lo amenazan, lo tildan de dictador. Hace unos días trataron de sacarlo otra vez a la fuerza, pero volvieron a perder, y como son unos manipuladores en potencia, para desmoralizarlo a él, a ese pueblo que lo sigue y al ejercito que lo protege “regaron la bola” de que supuestamente “tenía un avión en la pista, listo para abandonara a los suyos”. ¿Se acuerdan de aquel cuento sobre el presidente sirio Assad y su supuesto plan de refugiarse en Rusia?
Ni tan siquiera tienen fantasía para mentir y manipular, son unos repetidores de historietas.
El 30 de abril la mayoría del pueblo venezolano le demostró al mundo lo que desean para su futuro aunque los medios al servicio de occidente lo sigan ignorando, la verdad se impone y Venezuela tiene Revolución Bolivariana para siempre.
Ahora los que deben preocuparnos son los seudorevolucionarios, los socialistas de nuevo tipo, los archicomunistas, los socialdemócratas, esos que en el nombre de la izquierda internacional, en el nombre de Marx, de la palabra “socialismo” y de un supuesto “neo socialismo” le hacen el juego a los verdaderos dictadores que pretenden gobernar en este mundo, acusando a Nicolás Maduro de ser el responsable de la crisis que atraviesa Venezuela, como si la historia de ese país hubiese comenzado hace 10 años.
El Banco de Inglaterra retiene 14 toneladas de oro propiedad de Venezuela valoradas en 550 millones de Euros, el gobierno de EEUU con la complicidad de la Unión Europea (UE) confisca 1.400 millones de dólares que el gobierno venezolano iba a destinar para la compra de insumos destinados al sector de salud, después acusan a Nicolás Maduro de ser responsable de una supuesta crisis humanitaria.
La historia vivida por el pueblo chileno durante el gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende y la que vive el pueblo cubano durante 60 años se repite. Estados Unidos le sigue declarando la guerra al mundo y el mundo no se da por enterado.
Por aquí en Europa escuchamos de vez en cuando algún que otro “izquierdista” exclamar, “…a Maduro no hay que quererlo, pero debemos impedir que EEUU se apodere de Venezuela”. ¿Cuándo lograrán entender que Maduro es hoy la Revolución Bolivariana de Venezuela como antes lo fue Hugo Chavez?
A esos revolucionarios incapaces de mantener revoluciones, a esos neo-socialistas de nuevo tipo (vale la redundancia), les repetimos el mensaje de Maduro cuando refiriéndose a ellos les decía, cito: “Yo (…) hago un llamado al mundo, a la solidaridad (… )a la izquierda, a los movimientos sociales, a los democráticos, humanista: ¡Solidaridad con Venezuela! Tanta campaña sucia ha hecho que algunos sectores se retraigan”.
Estimado “izquierdista”, si no eres capaz de alzar tu voz para defender a Maduro, al pueblo que le sigue y a la Revolución Bolivariana de Venezuela, entonces cállate y le estarás haciendo un gran favor a Venezuela, a América Latina y al mundo.
Reblogueó esto en La Esquina Roja .
En realidad Maduro ni se parece a los grandes dictadores democráticos a que el mundo esta tan acostumbrado, con solo mirar la etapa de cuando se fabricaban por montones, Pinochet en Chile, los generales que tanto admira Bolsonado en Brazil, o los belicosos generales de la Argentina que perfeccionaron los viajes de la muerte heredados de la Guerra de Vietnam.
Esos si eran grandes dictadores, al extremo que nadie sabe cuantos mataron porque ni los contaban por el apuro de aquella inolvidable orden de Kissinger “maten los que tengan que matar, pero que sea rápido” que dicen fue la que lo nominaria para un increíble Nobel de la Paz cuando los suecos se hicieron los suecos.
Venezuela bolivariana es mucho más que la primera potencia mundial en oro negro. Vale decir que en el caso de Libia, Irak, Afganistán y Siria los recursos naturales eran el principal objetivo, aunque en el caso de Libia, la decisión de Gadafi de convertirse en el Chávez de Africa, precipitó los acontecimientos. El socialismo bolivariano tiene otras aristas que lo convierten en especialmente peligroso para los intereses del orbe imperial capitalista.
En primer lugar, ha dinamitado el turnismo burgués en Venezuela al colocar en el poder a un partido de las clases humildes, que es lógico que la oligarquía lo califique de “dictadura” y que lo combatan por tierra, mar y aíre con toda clase de material de guerra: mediático, económico y terrorista. Una vez que un partido del pueblo conquista el poder político en las urnas y es capaz de crear conciencia de clase y promover la transición pacífica hacia un sistema de clase única y propiedad pública de los medios de producción, a la oligarquía (el 5% del censo electoral) no le queda otra opción que la patada al tablero y partida nueva, que e lo que llevan intentando desde la llegada de Chávez al poder y, de forma especial, desde que le sucedió Maduro y la oposición cuenta con mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, gracias a que engañaron a los electores con promesas de acabar con el desabastecimiento, la inflación y la delincuencia, para, una vez instalados, liderar la caída ilegítima de Maduro y el final del chavismo. Sin su sistema turnista, la oligarquía no tiene nada que hacer en modelos de sufragio universal por poca conciencia de clase que tengan los de abajo.
En segundo lugar, ha planteado un modelo integrador y soberanista en el patio trasero del imperio yanqui. Frente a los tratados de libre comercio que sangraron a América Latina, surgieron el Alba, la Celac, Unasur, con una clara vocación integradora en un mundo multipolar.
Por último, el movimiento bolivariano es profundamente anticapitalista, aunque no plantee la lucha armada como fórmula de transición. Su decidida vocación socialista y ecologista supone una abierta confrontación con el capitalismo y una clara alternativa a las criminales políticas neoliberales que, inspiradas en la filosofía del despojo y el saqueo, están deteriorando las condiciones de vida de los pueblos. Las políticas de Macri, Duque, Bolsonaro, Piñera y resto de peones de la oligarquía y el imperio colapsarán irremediablemente el día en que ya no puedan seguir utilizando a Venezuela como chivo expiatorio, el día que Venezuela se convierta en una clara alternativa en América Latina y en el mundo. Para ello, lo único que hace falta es que cese la guerra económica y la manipulación de la opinión pública.
Como señala a menudo el compañero Maduro, es más conocido en naciones como España que cualquier presidente de la UE y al mismo nivel que Rajoy (ahora Casado), Rivera o Sánchez. No es que hablar mal de Venezuela haga más rentable el negocio de falsimedia sino que Venezuela y Cuba son hoy la gran y casi única alternativa al neoliberalismo en el mundo, un sistema económico que no tiene nada bueno que ofrecer a los pueblos en sus aspiraciones de bienestar y progreso sino a la oligarquía en su irrefrenable ambición de acumular riqueza ilimitadamente a través del despojo de derechos y renta a las clases inferiores, de la destrucción y saqueo de naciones de la periferia, de la privatización de lo público, de las ventajas que ofrecen los paraísos fiscales y producir en el tercer mundo en condiciones de esclavitud para después obtener grandes plusvalías en los mercados del primer mundo o la planificación de toda clase de estafas y abusos bajo reglas de funcionamiento propias del crimen organizado.
De ninguna nación se habla tanto y tan mal como de Venezuela en el mundo capitalista a partir de matrices totalmente falsas. Como contra Venezuela todo vale, hasta se la califica de narcoestado. Hay que ser muy asno y sugestionable para no sentir un profundo asco hacia los medios cuando uno oye este tipo de noticias sabiendo que al otro lado de la frontera, en Colombia es donde esta el gran bazar de la droga de América Latina, que llega puntualmente a su gran mercado de consumo (USA), donde la mafia yanqui se queda con el 96% de su importe total. La única relación de Venezuela con la coca es el petróleo de contrabando que los colombianos trasladan hasta sus factorías en que fabrican más de 900 toneladas anuales, al tiempo que roban vehículos venezolanos que Duque rematricula sin ninguna objeción en Colombia, previo pago de una tasa.
No es raro en España tropezarte con el típico empresario facha que, circunspecto, te habla de lo mal que está la democracia en Venezuela. Que un facha se preocupe por la democracia ya es el colmo de la hipocresia y de la maldad contra Venezuela. Otra cosa distinta es la economía, que ellos utilizan como chivo expiatorio para intentar convencer a la gente de que el capitalismo es superior, a fuerza de considerar el desabastecimiento (de los empresarios opositores), la especulación monetaria (del dolar today) y los problemas a la hora de adquirir mercancías en los mercados internacionales (por los embargos y bloqueos) como el resultado del fracaso natural de cualquier proceso emancipatorio, socialista, integrador y solidario.
Ahora la situación en Venezuela es que la oligarquía venezolana quiere recuperar sus privilegios y toda clase de garantías patrimoniales y empresariales, mientras que el imperio decadente, que ya no puede sobrevivir sin el saqueo de recursos, las desutilidades que vende al resto del mundo y el superavit que se genera fuera y que debe seguir financiando el déficit gracias a la condición del dólar como moneda reserva, necesita las riquezas de la nación caribeña y poner orden en su patio trasero ofreciendo sus servicios de mamporrero a una oligarquía cada vía más vulnerable, ante la fuerza arrolladora de los pueblos contra sus criminales políticas neoliberales (inspirados cada vez más en el modelo bolivariano) , por lo que no contemplan otra opción que la salida ilegítima de Maduro, que ellos consideran el principio del fin del socialismo bolivariano. La exigencia de que Maduro abandone el poder y que corresponda a la oposición la convocatoria de elecciones lo que evidenciaría es que son plenamente conscientes de que no tienen nada que hacer en las urnas ante un pueblo que no volvería a creer en sus mentiras y que es plenamente consciente del profundo desprecio que sienten hacia ellos los escuálidos, que hasta barajan la opción de una invasión militar que tendría fatales consecuencias para los humildes y sus legítimas aspiraciones de vivir en paz, con dignidad y dueños de sus recursos.
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