Las sesiones de la Asamblea Nacional cubana que aprobaron la versión definitiva del proyecto de Constitución que será sometida a referéndum el próximo 24 de febrero deja varios mensajes a contracorriente de las lecturas que suelen hacerse de la realidad de la Isla por no pocos extraños y hasta por algunos propios.
Apoliticismo, ausencia de transparencia y democracia junto al rechazo mayoritario de la ciudadanía al socialismo como sistema y falta de líderes y oradores reconocidos más allá de la generación que encabezó la Revolución en 1959 son algunos de los tics que se reiteran en no pocos medios de comunicación al hablar de Cuba, pero el debate de la nueva Constitución parece decir algo diferente.
Del 13 de agosto al 15 de noviembre la ciudadanía cubana acudió en número superior a nueve millones de personas a más de 133 000 reuniones donde se analizó el nuevo proyecto de constitución, proponiendo más de 780 000 cambios, que puden resumirse en 9595 propuestas tipo, la mitad de las cuales fue incorporada. También los cubanos residentes en el exterior pudieron participar a través de un sitio web y más del 40% de sus propuestas fueron incorporadas al nuevo documento. Como resultado del proceso el documento original tuvo 760 cambios.
La cobertura de la prensa cubana a dichas reuniones dio cabida a puntos de vista diferentes, e incluso contrapuestos, sobre un mismo tema y el detallado informe final rendido a la Asamblea Nacional y a toda la ciudadanía a través de la televisión recogió las opiniones no aceptadas, incluyendo las 30 opuestas al socialismo o las que rechazaron el papel del Partido Comunista en la sociedad: poco más de 200.
En consecuencia con los cambios introducidos en la economía cubana en la última década, resultado también de amplios debates populares convocados por el General de Ejército Raúl Castro, el proyecto, además de actualizar y ampliar derechos, y condenar todas las discriminaciones, incorpora la inversión extranjera como actor fundamental de la economía cubana, reconoce el papel del mercado, junto a la pequeña y mediana empresa de propiedad privada nacional y las cooperativas, como complementarias, ratifica el carácter socialista del sistema económico, y define la planificación y la empresa estatal como centrales.
La Revolución cubana desde su origen ha sido “una rebelión contra las oligarquías y los dogmas revolucionarios”, palabras con las que el Che definió en su diario de guerrillero en Bolivia el asalto al cuartel Moncada. Allá aquellos que aún no se han enterado, o no interpretaron correctamente los más de siete millones de firmas con los que cubanos y cubanas honraron al morir su Comandante en Jefe el concepto de Revolución que él legó: El 24 de febrero de 2019 Cuba anclará el socialismo en su futuro.
(Al Mayadeen)
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