El intelectual y diplomático cubano Germán Sánchez Otero me ha honrado con enviarme sus propuestas de modificaciones al Proyecto de Constitución que por estos días discutimos en Cuba. Por su extensión y mi escaso tiempo aun no he terminado de leerlas, pero con su anuencia reproduzco de entre ellas, por su sólida argumentación, la relacionada con un tema varias veces abordado en este blog y que ha suscitado no pocas intervenciones en el debate: La pertinencia de explicitar en dicho documento “la transición socialista hacia una sociedad comunista”;
PÁRRAFO ORIGINAL
- DECIDIDOS
- a llevar adelante la Revolución triunfadora del Moncada y del Granma, de la Sierra y de Girón que, sustentada en la más estrecha unidad de todas las fuerzas revolucionarias y del pueblo, conquistó la plena independencia nacional, estableció el poder revolucionario, realizó las transformaciones democráticas e inició la construcción del socialismo;
PROPUESTA DE ENMIENDA
- a llevar adelante la Revolución triunfadora del Moncada y del Granma, de la Sierra, del llano y de Girón que, sustentada en la más estrecha unidad de todas las fuerzas revolucionarias y del pueblo, conquistó la plena independencia nacional, estableció el poder revolucionario, realizó las transformaciones democráticas, antimperialistas y anticapitalistas e inició la transición socialista hacia una sociedad comunista;
ALGUNAS RAZONES QUE SUSTENTAN ESTA PROPUESTA
Primera: Añado a “las transformaciones democráticas” los conceptos “antimperialistas y anticapitalistas”, porque son tales cambios sustantivos realizados de modo ininterrumpido junto a los primeros entre 1959 y 1960, los que permiten crear las condiciones para el tránsito socialista.
Segunda: Se sustituye “construcción del socialismo” por “transición socialista” y más adelante propongo también el verbo “crear” en vez de “edificar” o “construir”, para enfatizar que la transición socialista es un proceso creativo, no predeterminado.
A pesar de que se menciona a menudo el conocido alerta de Mariátegui – el socialismo no es calco ni copia sino creación heroica– predomina en el lenguaje político de Cuba la metáfora “construcción” o “edificación” del socialismo –importada de los textos soviéticos–, como si este fuese un edificio o un puente, del que ya tenemos el proyecto diseñado en todos sus detalles y solo es necesario erigirlo según un cronograma.
Tampoco es fortuito que Fidel, a principios de este siglo expresara que nuestro mayor error fue haber creído que alguien sabía cómo se hacía el socialismo. Su juicio está avalado por las experiencias cubanas de mimetismo y otros errores propios, y por lo ocurrido en procesos socialistas fenecidos o existentes. En el fondo es la misma idea: el socialismo no está escrito en las tablas de Moisés, es una transición hacia otra sociedad, la comunista, y hay que crearlo. Y tal certeza, basada en la teoría original de Carlos Marx, implica realizar ensayos, cometer errores, tener éxitos y hacer evaluaciones críticas siempre colectivas y democráticas, nunca complacientes ni burocráticas.
En consecuencia sugiero cambiar el término “construir” por el de “crear” u otro equivalente, y el de “construcción del socialismo” sería más preciso sustituirlo por “transición socialista”.
Tercera: Además, recomiendo valorar la conveniencia de definir el concepto de socialismo que se alude en la Constitución. Se conoce la diversidad de variantes que han existido o existen –socialdemócratas, las del llamado socialismo real, las asiáticas, las del “socialismo del siglo xxi”… – y entre ellas la de Cuba.
En los años sesenta del siglo pasado intentamos un curso original, quizás lo que hoy en día se denomina en otros países “socialismo con características propias”; luego nos inscribimos durante 14 años en la tradición del socialismo soviético, aunque sin perder ciertas esencias, entre ellas la política exterior independiente, y más tarde, cuando fracasa allende el Atlántico y también en Cuba el modelo que copiamos hemos estado más de 20 años buscando redefinir o afinar nuestros conceptos y políticas socialistas.
En mi opinión, el debate en torno al proyecto de nueva Constitución está generando un bagaje de ideas que puede permitir sustentar con mayor rigor que todos los documentos previos, los conceptos hegemónicos en Cuba, o que debieran serlo, sobre un modelo específico de socialismo. El reto es enorme, la oportunidad histórica también y corresponde al Partido interpretarla y lograr esa definición, consensuada entre la abrumadora mayoría de los ciudadanos que apuestan por la alternativa socialista cubana. Existe una extensa bibliografía al respecto, y en Cuba hay varios autores en el campo de las ciencias sociales y en otras disciplinas, que han realizado excelentes aportes en los últimos años.
Cuarta: En la acepción original de Marx y Engels, como es conocido, el socialismo es un período de transición entre el capitalismo y el comunismo. Desde entonces llovió mucho y en varias partes. Diversas teorías y experiencias históricas –fracasadas la mayoría y otras en curso– se han acumulado en más de un siglo de procesos autodefinidos de tal modo desde 1917. Y aunque ese “tránsito” ha sido más complejo y difícil de desarrollar que lo imaginado por los dos fundadores de la teoría, sigue vigente la idea original de ese período intermedio de mutaciones y contradicciones para crear la nueva sociedad, proceso que hoy sabemos puede ser reversible y girar otra vez hacia el capitalismo, aunque la Constitución de uno u otro país declare irrevocable el socialismo. El peligro de tal fórmula pétrea es que pueda suponerse inexorable el decurso socialista, tema sobre el que alertó Fidel en su memorable discurso de la Universidad de La Habana en noviembre de 2005.
Quinta: Por todo lo expuesto y mucho más que se podría añadir, recomiendo mantener la referencia al comunismo donde sea necesario, por ejemplo como está inscrita en el artículo 5 de la Constitución de 1976, que termina diciendo: “(…) hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”. Esa es nuestra genética teórica y política, y no hay razón para dejar de expresar tal componente definitorio, que funciona además como la estrella polar en las noches y madrugadas de un mar proceloso, cuando existen peligros de equivocar el rumbo.
Desde que decidimos declarar en 1961 el carácter socialista de la revolución, asumimos que el objetivo sería el comunismo. Nuestro pueblo mayoritariamente así lo entendió y por esa aspiración hemos luchado y han muerto miles de compatriotas. Debemos expresar el objetivo estratégico más importante y la relación de este con lo que hagamos durante la transición. ¿Transición hacia dónde? El socialismo no termina en una meta o en el piso 9, 23 o 52, como si se construyera un edificio.
No existe tampoco una frontera que se cruza entre el socialismo y el comunismo. La revolución socialista tiene que avanzar de modo ininterrumpido, y restarle poder de todas las maneras posibles al capitalismo en sus diferentes dimensiones, siempre basándose en el consenso del pueblo y en la hegemonía del proyecto emancipador. Y la Carta Magna debiera expresar con claridad que el sostén y propulsor primordial de este es la clase trabajadora en su más amplia acepción, incluidos sus intelectuales orgánicos.
No hay solución de continuidad entre el socialismo y el comunismo: es un proceso histórico cuya naturaleza, energía y posibilidades de éxito radica en su interconexión y continuidad.
La brújula durante la transición debiera estar siempre orientada hacia las máximas aspiraciones, que deben comenzar a conseguirse desde el presente con resultados pequeños y grandes, aunque no sepamos cuánto tiempo demorarán en realizarse plenamente, pues además son impredecibles eventuales retrocesos parciales. Tales aspiraciones no esperan ya consumadas en un sitio ideal, cual si fuera el Paraíso al que llegaremos algún día si nos portamos bien.
A medio siglo de haber expresado Fidel aquella explosiva idea sobre construir el socialismo y el comunismo en forma paralela, podría ser conveniente analizar su sentido más profundo. Marx concibe el socialismo como una transición entre el capitalismo y el comunismo no solo en el ámbito económico. Durante la transición los diferentes procesos forman una totalidad dinámica, interactúan e influyen entre sí, en la perspectiva medular de largo plazo de superar (en un sentido hegeliano) el capitalismo, hasta que en esa larga disputa el universo del trabajo, entendido en todas sus dimensiones –económicas, ideológicas, políticas y culturales– lo reemplace. El documento “Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista” lo expresa de este modo: “constituye un prolongado, heterogéneo, complejo y contradictorio proceso de profundas transformaciones en las estructuras políticas, económicas y sociales”. Útil, aunque genérico.
Sexta: ¿Por qué los adversarios están de plácemes con que se haya excluido la mención al comunismo en el proyecto de la nueva Carta Magna? En las constituciones de los países que hoy se declaran socialistas ha sido borrada la palabra comunismo. Incluso en Corea del Norte sucedió en la reforma de 2009. Pregunto: ¿Por qué Cuba debe hacerlo también? No creo que debamos seguir la pauta de las demás constituciones de países que se declaran socialistas, sino reafirmar y elaborar con el máximo rigor nuestros conceptos sobre el socialismo y el comunismo. Son suficientes las experiencias negativas de haber copiado varios conceptos de la Constitución soviética, cuando se elaboró y aprobó la nuestra en 1976.
El argumento de que al mencionarse el socialismo ya incluimos el comunismo, es discutible. Entre otras razones porque existen diferentes modalidades de socialismo, por ejemplo los socialdemócratas siguen llamándose muchas veces de tal modo y la corriente llamada socialismo del siglo xxi tiene algunos defensores que solo se proponen reformar el capitalismo, o intentar un híbrido capitalista–socialista cuyo destino ha sido o será el fracaso.
Debiéramos transitar nuestro derrotero socialista consciente y explícitamente hacia el horizonte comunista. Lograr que tal idea sea hegemónica en la inmensa mayoría de los ciudadanos, o sea la hagan suya porque están convencidos, es una responsabilidad primordial del Partido y su éxito está asociado en primer lugar a que la gente perciba los avances en todos los ámbitos, materiales y espirituales, y a que los ciudadanos y ciudadanas sean y se sientan actores del proceso.
Sabemos que Cuba en solitario o con un grupo de países no podrá alcanzar la sociedad comunista, pues esta solo podrá existir a escala ecuménica. En eso los dos alemanes no se equivocaron. Pero debemos recordar que ellos desde su primera proclama arrancan diciendo: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. Y en el párrafo final enfatizan: “Los comunistas no se cuidan de disimular sus opiniones y sus proyectos”.
Sin el ánimo de utilizar a Fidel en nuestra argumentación, me siento obligado a referir que él defendió con especial vehemencia esta idea, en especial durante la coyuntura de la bancarrota del llamado campo socialista, y en los años posteriores. Por ejemplo, el 28 de octubre de 1989, cuando se hacía añicos el muro de Berlín expresó: “(…) tenemos que atrincherarnos en las ideas del socialismo y el comunismo más que nunca”. Y añadió: “¡Pase lo que pase!, seguiremos adelante, ¡pase lo que pase!, seguiremos luchando por el socialismo y por el comunismo; ¡pase lo que pase en el mundo!”. Y el 3 de junio de 1998 afirmó: “Nosotros sí creemos en las ideas con una firmeza inconmovible, y las defendemos y las defenderemos; y creemos en el socialismo, creemos en el comunismo. Hoy, cuando muchos se asustan de haber hablado alguna vez de comunismo — y los hay por ahí —, nosotros con qué gusto les decimos a periodistas y a estadistas: ‘Nosotros somos socialistas, somos comunistas, y seguimos pensando en el socialismo y en el comunismo’”.
La principal guerra que nos hace el imperio es de índole cultural y por ende no es casual que nuestros enemigos insistan una y otra vez en el fracaso del “comunismo” y del “socialismo”. Los adversarios hace mucho tiempo que centran sus ataques en la destrucción de los imaginarios y las prácticas solidarias de los países que se declaran socialistas y de los procesos progresistas y revolucionarios en cualquier lugar del mundo. Es lo que, por ejemplo, hacen hoy contra la Revolución Bolivariana.
Aunque no se escriba la palabra comunismo en nuestros documentos, o se mencione en público cada vez menos, nuestros antagonistas seguirán aludiéndola en relación con el socialismo, porque pareciera que conocen muy bien el marxismo de Carlos Marx, Engels, Lenin y Fidel. En sus códigos, no cesan ni dejarán de decir que el socialismo y el comunismo es lo mismo, un infierno que ha fracaso en todas partes. En el caso de China y Vietnam, reconocen sus éxitos económicos, que atribuyen al predominio capitalista, pero señalan que es autoritario en lo político por no practicar la democracia liberal.
Ejercitar y conocer las ideas sobre el comunismo no es un ejercicio de futurismo o de ciencia ficción, es una necesidad para contribuir a que el metabolismo de la transición socialista nos haga funcionar y desarrollarnos de una manera determinada y no de otra. Por ejemplo en la formación de valores de solidaridad, equidad, justicia social y democracia, donde cada vez más se ejercite el autogobierno del pueblo. Además, con ello estamos contribuyendo desde Cuba a mantener la vigencia de una utopía de emancipación humana plena, sometida desde que fue proclamada por el Manifiesto Comunista en 1848 a la guerra ideológica más completa y perversa de todas cuantas han realizado y seguirán ejecutando las burguesías del mundo. Ahí están ahora Trump y sus compinches reiterándolo cada día y muchos otros en el mundo, como el troglodita Bolsonaro en Brasil y el infame Macri en Argentina, aunque también son muy dañinos quienes lo hacen con estilos más refinados. Son muchísimos, con rostros y modales diversos, y muy poderosos.
Tener plena conciencia de ello nos obliga aún más a crear nuestro socialismo rápido y bien, que es entre todas las formas existentes del internacionalismo la que apenas se exalta. Y esto es paradójico, pues desde nuestras “trincheras” podemos suscitar con el éxito del socialismo en la isla efectos de demostración que incentiven a otros pueblos en sus luchas y búsquedas.
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Con mucha satisfacción he leído esta reflexión bien argumentada, la mejor, para mi, de todas las que he leído al respecto en diferentes espacios.
!Cuánto valor conceptual encierra la expresión “donde cada vez más se ejercite el autogobierno del pueblo”!
Para mi ha sido una enorme satisfacción y honor ser cubano después de esa paliza que de verdad que le hemos dado a los Estados Unidos,pero hace falta que el mismo entusiamo que le ponen a otras cosas se lo dediquen a las necesidades del pueblo, los problemas que tenemos acumulados que llevan años y que no ha habido sensibiliadad para resolverlos, da pena eso, que en un país socialista como el nuestro no se le dedique el tiempo y los recursos a las necesidades del pueblo. UNA TREMENDA PENA. Por eso abogo para que esta Revolución siga de verdad por los años SIEMPRE que dediquen el tiempo, la ciencia, los recursos, a lo que de verdad hace falta.
¡Excelente! Germán como siempre, con sus pedagogía política, muy útil para estos tiempos. Comparto sus opiniones.
Muy bueno aclara y es alertador,el Comunismo es el ideal entre tanto egoismo ,mundial tiene q existir una luz a Cuba la historia le da el papel ,ya no se puede flaquear. El hombre nuevo, la solidaridad, el internacionalimo en Salud , Educacion y otras esfera es Comunismo,sumar a ello los muertos de nuestra felicidad es por ello una preocupacion la existencia de politicos pragmaticos encapuchados sin lecturas y sin reflejo de cotextos Los soc latinos abolina.Gracias.
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Considero, como Sánchez Otero, que debe quedar explícita la referencia al comunismo en el texto constitucional, tanto en el párrafo 19 del preámbulo, como en el 38, sobre el partido. En ambos casos se debe agregar, al menos, que esa “construcción del socialismo” se orienta por el ideal comunista.
Para ello me baso en las siguientes ideas:
• La construcción del socialismo (o primera fase de la sociedad comunista), en la versión marxista, se realiza como parte de la lucha por el logro de una meta o fin: el ideal del comunismo, el cual no es “un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad” (Marx).
• En el Preámbulo decimos que nos guiamos por el pensamiento de Marx, Engels y Lenin, y debemos ser consecuentes con ello. Si algo constituye una quía para la construcción de esa sociedad es la idea marxista -o marxiana- referida al mencionado ideal del comunismo. Este ideal se propone por Marx, viéndolo precisamente como “el movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual”(Marx), es decir, “cambiar todo lo que deba ser cambiado”(Fidel), concibiendo el desarrollo “socialista” como un proceso de progresivas transformaciones económico-sociales, políticas y culturales, dirigidas a consolidar una sociedad democrática donde primen los intereses de los trabajadores, la propiedad social sobre los principales medios de producción, la distribución justa de las premisas de la producción, la riqueza social resultante y el poder; en la que el libre desarrollo de cada persona sea la condición del libre desarrollo de todas. Una sociedad autocriticándose teórica y prácticamente, sobre todo por lo que se hace mal en nombre del socialismo.
• Las condiciones actuales, tanto nacionales como internacionales, dejan claro que esa meta está lejos de alcanzarse en un corto plazo, pero también lo son otras aspiraciones que aparecen en la Constitución, en la que se declara, para esos casos, que “el estado trabaja” para ello.
• Un documento como este debe declarar explícitamente la meta y fin de la construcción socialista y, más que eso, poner todo lo que nos de la seguridad de que estamos trabajando para ello, aun cuando hoy no estén las condiciones. El socialismo también se trata de eso, de forzar los acontecimientos e imponernos por encima de las condiciones existentes, para lograr los rasgos y principios mencionados, que harían de esta, una sociedad diferente y superior al capitalismo.
• No es suficiente que la Constitución diga que el socialismo es irrevocable, debe quedar explícito el ideal que nos guía, para llamarnos constantemente a cuidarnos de desviaciones y a no olvidar el carácter transicional de muchas cosas que ahora tenemos que aceptar o utilizar, aun sabiendo que no potencian valores, ni relaciones sociales socialistas. No declararlo, entre otras consecuencias, contribuiría a que se puedan cuestionar otras definiciones ideológicas que fundamentan tradiciones, prácticas y principios formativos que ya son parte de nuestra cultura política.
• Si no se considera la necesidad de la alusión al ideal comunista en el Preámbulo, al menos debe aparecer en el artículo sobre el Partido, que se autodenomina comunista. Esto no hace que parezcamos menos realistas y sí con una definición de la meta y la orientación ideológica que no debemos olvidar.
EXCELENTE TRABAJO¡
Solo quisiera “visualizar”· este aspecto:
La revolución rusa implicó la ausencia de obreros, pues no había industria, es decir Rusia se “movía” desde el feudalismo y a los pocos intelectuales alrededor de Lenin, Stalin los asesinó o exilió.
En buena medida, la Europa “socialista” en 1945, era aún feudal, por su producción. Y sus pueblos -mayoritariamente- solo querían que los rusos los liberen de los nazis y que se vayan enseguida.
China, hasta la muerte de Mao, fue feudal, su inclusión en el capitalismo, MANEJADO POR MARXISTAS, es, todo un éxito.
Antes de 1959, Cuba era el prostíbulo de Norteamérica, gobernada por militares corruptos hasta la médula, y detrás de ellos, estaba la mafia de EE:UU: y mas atrás el gobierno de USA.
Con una población negra, mulata y blanca, analfabetos casi todos, emprender esa revolución fue un acto de suma audacia, valentía ante la escasez de marxistas y de cultura general en la población.
FIDEL en 1992: “nuestro mayor error: creer que alguien de nosotros, sabía que es el socialismo”.
Marx: respondiendo a un periodista británico: que había preguntado:
QUE ES EL SOCIALISMO?
MARX: el socialismo, es cosa del futuro ¿no?
periodista: si claro….
Marx: y bueno, el futuro no existe.
!NADIE PUEDE TRAER INFORMACIÓN DEL FUTURO¡
Al leer las obras de Marx y Lenin, te das cuenta que el “salto” de un modo de producción a otro, por encima de otro al cual le correspondía históricamente, vas rumbo al fracaso.
Cada nuevo modo de producción debe ser heredero del anterior.
Pero, ¿como Nuestramerica mestiza, semi feudal – capitalista, por su producción, pretende ir al socialismo, sin tener ni las herramientas ni los conocimientos adecuados para ello, nuestras universidades no sirven para eso.
En mi país, Ecuador, propongo ir primero a un CAPITALISMO ORGANIZADO, controlado por marxistas (casi no hay) como lo pensó Lenin, con su CAPITALISMO DE ESTADO.
!BRAVO POR CUBA¡ A PESAR DEL CRIMINAL BLOQUEO Y DE LOS HURACANES, NOS DAN UN EJEMPLO DE ORGANIZACIÓN Y RESISTENCIA.
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La cultura, entendida como conjunto estructurado de creaciones materiales, racionales e imaginales, tiene al menos cinco componentes: la ideologia, la tecnologia, la ciencia, la religión, y el arte, y la interacción de cada uno de ellos conforma un supravalor simbólico psicosocial que, los “tipos” de socialismo enunciados por el articulista, no solo descuidaron, sino que se encargaron de estigmatizar semióticamente: la moral, la moral comunista, en este caso. Mientras los soviéticos y aquellos chinos de Mao pretendieron fomentar en el pueblo esa moral “a trompones” -como el padre que la emprende a pezcosones con el hijo bajo el criterio de que quiere “lo mejor” para él-, los think thank absorvieron con capital, estupefacientes y creditos personales cada uno de los movimientos culturales críticos contra el capitalismo, nos llenaron las pantallas de colores y efectos especiales, las editoriales de tonterías inductivas, los oidos de música pegajosa, el cielo de hermosos destellos; los cánones de la dramaturgia helénica llevados a escala globalizante.. Y nuestra izquierda cubana, y con esta la latinoamericana -a veces tan diestra-, desde la cúpula moralizante del Hombre Nuevo -que no uso yo el concepto guevariano en términos despectivos sino quienes propiciaron que nuestros chicos se sumieran en pop español, reguetón y trap-, tan profunda y adusta, tan encopetada y recia, que no pocas veces tiene que gastar energias y medios en vencer a sus propios beneficiarios, en vez de convencerlos con el poder del ejemplo personal y el logro social sostenible que, como muy bien plantea el autor, sólo es posible con la participación popular. De modo que en un contexto donde el imperialismo cautiva, satisface el hedonismo de las multitudes, actualiza constantemente sus artificios capitalizadores de la cultura -entendida como arriba se ha definido-, en un contexto donde el imperialismo logra abrumarnos sus misérrimos anti-valores; lo que nos convoca a los cubanos no es “la construcción” -toda construcción parte de una primigenia destrucción-, sino precisamente la CREACIÓN, pero nola creación de artificios propagandísticos al estilo de un PANCON sin pan -hay que venir Manzanillo para saber de qué hablo-, sino de concreciones materiales trascendentales para lo cual se necesita de una economía robusta, y desarrollo científico y tecnológico sostenible, cuyos resultantes puedan ser hábil y honradamente dimensionados en lo ideológico desde el arte, y las herramientas comunicacionales -el arte como expresión de las habilidades humanas- resultanted que accionen simbólicamente en el imaginario social acorde a esa pretendida moral comunista. Comprendo que es mucho más complejo lograrlo que enunciarlo, pero tambien sé que en Cuba sobra inteligencia para consumar el empeño.
En mi opinión el proyecto de constitución en si mismo-el documento-, es pura falacia si desde el propio partido, desde el núcleo del sitio más intrincado hasta el de la Plaza de la Revolución, no se verifica en la praxis cotidiana y sistemática la concreción axiológica del comunismo… si no existe en la vanguardia organizada la convicción de que todos contamos, absolutamente todos, no como estadistica sino como cualidad: material y espiritual, de esos valores.
A veces miro las comitivas de nuestros dirigentes de provincia y me recuerdan aquel refrán latino:”la mujer del César no sólo ha de serlo sino, además, parecerlo”, porque la esencia, en mi opinión, no está en si aparece o no la palabra “comunista” en nuestra constitución, la esencia está en si esa vanguardia está dispuesta a todo género de sacrificios personales, a todo género de renuncias en aras de servir al pueblo -como los de mis abuelos, casi fundador uno de la primera célula comunista en Manzanillo y el otro nada más y nada menos que en Caimanera, o como el del propio Fidel-, en si la comitiva va a apagar el aire acondicionado del Gely, y se va a subir al montacargas como el Che, o compartir el plato de arroz con pollo con la sopa que se cocina para la tropa . Un comportamiento ejemplar de esa vanguardia basado en los valores de un comunista, le darían una magnitud a este proyecto de constitución, que ninguna simbolización hedónica imperialista, ni ningún poder militar, podrían derrotar, y tal vez ni siquiera fuera relevante detenernos a discutir asuntos de mera forma léxica.
asi sí construimos el comunismo, exelentes análisis, un saludo
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Completamente de acuerdo…
Yo creo que se debe respaldar cualquier propuesta que suponga una clara superación del sistema capitalista, aunque después nos resultara complicado ponernos de acuerdo en la etiqueta que más conviene para un sistema sobre el que el propio Carlos Marx no tenía una idea preconcebida.Su gran aportación consistió en desenmascarar y explicar el sistema capitalista.
Por supuesto que el socialismo o comunismo que debe quedar plasmado en la próxima constitución cubana no debe identificarse en absoluto con las tesis socialdemócratas que han supeditado los derechos humanos a las leyes de la acumulación capitalista ni mucho menos con las tesis del socialismo del siglo XXI. Pero tampoco podemos desconocer las leyes de la evolución que nos han convertido en un epifenómeno como especie.
Una de las críticas tradicionales es que, bajo el comunismo, la vida humana pudiera convertirse en una forma de clonación cultural y dejá vu, como si se tratara de una colmena, en que todos los individuos comparten el mismo genotipo. Para bien o para mal, nuestra especie optó por la reproducción sexual y la variabilidad de los caracteres, existiendo más de 16 billones de combinaciones cromosómicas posibles, por lo que cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles en alguna medida. No obstante, en defensa del comunismo hay que decir que es muy probable que en nuestra especie el parentesco fuera muy relevante en los estadios cruciales de la hominización, tal vez por el parentesco de los machos en las pequeñas hordas primigenias y la exogamia de las hembras, lo que hizo de la cooperación la clave fundamental de nuestro éxito evolutivo, hasta el punto de que somos capaces de concentrarnos en tareas secuenciales prolongadas sin necesidad de vigilar el entorno y reconocer el derecho de cualquier individuo hacia el producto de su esfuerzo, algo que ni siquiera ocurre en el mundo de los gorilas y chimpancés.
Por tanto, nuestro temor a formar parte de una sociedad en que el principio de igualdad pudiera entrar en conflicto con la liberdad a ser dueños y protagonistas de nuestro proyecto existencial se debe en gran medida a que vivimos en sociedades competitivas e individualistas, cuyos efectos negativos son infinitamente más graves que el temor a que la homologación y tipificación de conductas para el éxito del comunismo pudiera suponer. En cualquier caso, la necesaria igualdad en derechos y libertades no tiene por que ser incompatible con la libertad de liderar y dirigir tu proyecto existencial de un modo original y creativo a condición de que ello no entre en conflicto con ella.
A mi modo de ver, el objetivo que no se puede perder de vista en el proyecto de reforma de la constitución cubana son los profundos defectos del capitalismo, que es preciso superar. Mientras que bajo el socialismo o el comunismo es concebible una progresiva perfección del hombre y de la sociedad, la dinámica capitalista siempre lleva impreso en su ADN las semillas de la autodestrucción. En el proceso competitivo de la acumulación capitalista, el resultado final del proceso, basado en la explotación del hombre por el hombre, es siempre la crisis y la guerra de descaste para dar comienzo a una nueva partida. El capitalismo es como el cáncer: un proceso caótico y autodestructivo en el que el éxito de unos pocos es siempre a costa del sacrificio y muerte prematura de otros (la mayoría) hasta que, los límites físicos y sistémicos al crecimiento, obligan a utilizar la cirugía y empezar de nuevo otro proceso caótico y autodestructivo. ¿Quién, que no hay sido adoctrinado en un sistema de estas carácteristicas con las técnicas de manipulación más eficaces y haya presenciado la destrucción y asedio de los modelos alternativos, querría vivir bajo algo así si pudiera elegir?
Lo único que podría disuadir al pueblo cubano de avanzar en la buena dirección del proyecto socialista y comunista es el temor a mayores represalias de su mortal enemigo pero, si algo ha dejado claro la historia, es que los capitalistas tienen una ambición infinita y una profunda adicción a su modelo de juego patológico, por lo que no dudarán en pasar por encima de cualquiera tantas veces haga falta, incluso por encima de sus más fieles aliados. No esperemos que los capitalistas pongan fin a sus aberraciones por propia iniciativa, ya que carecen del más elemental autocontrol y son esclavos de sus irrefrenables adicciones. Tendremos que ser sus víctimas y sobre todo los que han logrado emanciparse los que acabemos arrojándolo cuantos antes al basurero de la Historia.
Por mi, aprobado cien por ciento, en tiempos en que muchos, mas de los que necesitamos, coquetean con el capitalismo, que para nosotros sería el más férreo neo liberalismo salvaje, no debemos dejar brecha alguna por donde puedan colarnos oportunistamente el capitalismo.
Excelente. lo que escribe Germán:
“¿Por qué los adversarios están de plácemes con que se haya excluido la mención al comunismo en el proyecto de la nueva Carta Magna?”
Desde las noticias del Proyecto salieron, los adversarios dentro de Cuba (son pocos, pero con eco internacional) y porsupuesto fuera de la Isla se quedaron contentos, utilizando la omisión para incrementar la guerra ideológica contra Cuba. Lo esencial de su discurso es que Cuba y está rumbo hacia el capitalismo, por lo tanto hay que presionar a Cuba hacia el sistema capitalista lo más rápidamente posible.
Los adversarios fuera de Cuba son muy claros que socialismo no es igual al comunismo. Al contrario el término socialista es utilizado para distinguirse del comunismo.
Ahora que el sistema capitalista es en crisis en EEUU, todo el mundo es “socialista” hasta una parte del partido Demócrata.
Está orientación sirve a bloquear el desarrollo en EEUU de una verdadera izquierda socialista revolucionaria que es mucho más circa las ideales comunistas y que tiene como inspiración por ejemplo Malcolm X y otros.
Por lo tanto, la omisión del término comunismo daña a Cuba y EEUU.
Bueno, … lo que seria un ayuda es la traducción por Cuba hacía inglés de este documento de Germán para darnos una arma defender a la Revolución Cubana contra la desinformación.
Gracias a LPI y Iroel por publicarlo.
Lo que necesario, a mi juicio, es definir con claridad, estos conceptos desde la practica porque una cos es la teoría y otra como se materializa. Tenemos claridad suficiente sobre cuantas personas asocian el socialismo o el comunismo con burocracia, a la propiedad social con mala gestión y tantos otros desatinos que son el elocuentisimo resultado de la practica como criterio de la verdad. ?
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