El que cabalga un tigre… Por Carlos Luque Zayas Bazán

 

 “Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”

          Carta de Carlos Marx a Joseph Weydemeyer, 5 de marzo de 1852. 

 “Sé que esta otra manera de ver la cosa no está de moda y que ir contra las modas es como afiliarse a la Compañía de la Soledad; pero también sé, por Leopardi, que la moda, por efímera, es hermana de la muerte.”

          Francisco Fernández Buey, Marx (sin ismos)

Con casi total certeza se podría esperar que si un texto hoy comenzara mencionando la dictadura del proletariado, o precedido de la cita de Marx exergo de estas notas, inmediatamente saltarán horrorizados y asustados los supuestos antidogmáticos, adversos y muy sensibles a las etiquetas, pero a la vez muy dueños del sentido crítico y el pensamiento propio. El concepto, como otros parientes suyos de peor suerte, ha sido condenado por sovietizante, manualístico y cuasi estalinista, una víctima colateral del “socialismo real”. Incluso eventos o ideas, ocurridos unos  o pensados otros en Cuba cuando apenas se conocía quién era Stalin, y ni el primer litro de petróleo se había quemado en nuestros hogares, son ahora catalogados de “estalinistas”, según la nueva moda… Un triunfo del pensamiento capitalista lo hemos asimilado como una conquista propia. Doble victoria. Doble derrota.

Pero para aplacar un tanto los ánimos, si es que alguien lee estas líneas o llega aquí por confusión: ningún texto marxista, ni aún los del propio Marx, o Engels, o los más lúcidos de sus seguidores de cualquier época, debe leerse como verdad revelada, inamovible o definitiva, sin alejarse por ello inmediatamente de lo vigente del propio marxismo. El marxismo es todo lo contrario a eso: no es un sistema filosófico omniabarcante, al estilo del perfecto cosmos hegeliano que realiza en la historia el devenir de la Razón y la Idea, con categorías para explicarlo todo, cerrado en sí mismo, cual una galaxia explicativa de lo Total.

El marxismo, quizás primero que todo, es guía y práctica revolucionaria: antes que solamente intentar explicar el mundo, contribuir a cambiarlo. Y como teoría, un apego irrestricto al devenir del conocimiento de la realidad. Nada más y nada menos. Pero el más, contiene bastante como para que insista en su vigencia. Perdonen los entendidos pequeños recordatorios. ¿Qué cambiar? Las condiciones de posibilidad de la explotación. ¿Quiénes son los explotados? Los que se ven “libres” en los modernos estados de Derecho  democráticos para vender su fuerza de trabajo, cualquiera sea, en cualquier época, haga el oficio que haga, la habilidad de venda: ese es el proletario siempre moderno e inmortal, la gente que no posee medios de producción o capital que le impulsen a explotar a otros. ¿Quién explota? El capitalista que injustamente se apropia de lo común (el sol debe salir para todos), el que expropia los medios comunes que el hombre ha inventado y los conocimientos que ha acumulado, y cerca y domina sobre la tierra y el cielo, que es de todos. Si aceptamos estas verdades evidentes estamos pensando, de modo muy sencillo, al menos como aprendices de marxistas, saber que por cierto nunca acaba por saberse, como no acaba nunca el conocimiento de la realidad. Y por lo tanto, consecuentemente, sin dogma alguno, aspiramos al comunismo, por muy lejano que se vea, por muy difícil que resulte.

Y hablando de cambiar. Insistentemente se lee por allí que el mundo ha cambiado y que debemos adaptarnos a esos cambios, o perecer. Con frecuencia el estribillo viene de la doxa, la mera opinión de los que balbucean en los medios repitiendo y celebrando, al ciento por ciento, lo que otro diga, por supuesto que con todo derecho, con la alegría inocente de quien descubre y dice algo nuevo, como si estuvieran develando el último de los arcanos. Pero alguna que otra vez, la frase salta en  ilustrados antidogmáticos, y, ciertamente pareciera que no sospechan que practican un dogma en modalidad negativa, es decir, omitiendo en todo momento los términos comunismo y, por supuesto, ese horror de “dictadura del proletariado”: olvidan que el  que se cree libre de dogmas se adorna a su vez de uno, porque como mínimo se atribuye la posesión  de un conocimiento que le permite calificar al contrario, precisamente de dogmático. Pero bueno…dogma menos dogma, suma cero…

Por supuesto que si el concepto “proletario” lo pensamos equivalente al concepto “obrero fabril”, digamos fordista, o más atrás, en aquellos barrios ingleses estudiados por el amigo del Prometeo de Tréveris, el escándalo del “antidogmático” tendría toda la razón. No son pocos los que han decretado la muerte del trabajador. Y si pensamos el concepto dictadura, tal como flota triunfante en el imaginario mundial, (otro éxito cultural!), de manera tal que individualizamos y visualizamos al dictador en la imagen antropomorfa de un pinochetista o un franquista, pero nunca, por ejemplo, bajo el logo encantador de una transnacional, o la figura de un banquero del FMI o del Banco Mundial, pues claro que el término tiene todas las de perder frente a la mil veces ausente pero tan venerada palabra democracia, como aquella célebre Flor ausente de todo ramillete.

Pero es que democracia, si queremos hablar verdaderamente de democracia, es el poder del proletariado, es decir, la dictadura, temporal, pero de una temporalidad necesaria mientras exista la explotación y su correlato inevitable: la lucha de clases, el enfrentamiento económico, que es lo mismo que decir lucha política, entre los que son menos iguales entre los supuestamente iguales ante el Derecho. El demos, el gobierno de los pobres, o los que se han quedado sin la parte que justamente les pertenece. Temporal es, en la historia, vista en amplia perspectiva, un tiempo que resulta imponderable porque la historia es imprevisible e incalculable ya que la hacen los hombres falibles, sus pasiones, sus ambiciones y… su posición con respecto a la riqueza y los medios de producir la riqueza.

En la erosión interesada que sufren los conceptos, gracias a la neolengua líquida y tergiversadora, se olvida que la dictadura fue una institución necesaria e ilustre, no peyorativa,  para salvaguardar otro objetivo, la república, tal como fue conocida por los antiguos. O con las palabras de un marxista: “la “dictatura” era en la Roma republicana una fase breve de suspensión del derecho destinada a combatir la usurpación de poder de una persona o de una clase con ambiciones tiránicas en detrimento de la República.” Breve, ahora es concepto temporal relativo a…la existencia del capitalismo.

Es decir, que cada vez que estemos echando al saco de la historia  la dictadura del proletariado, el comunismo, con todo y la palma, de modo directamente proporcional estaremos ayudando a consolidar el verdadero férreo poder del Capital, el Gran Hermano Dictador, que ejerce su dictadura cierto que…también, y ojalá tenga razón Marx, temporalmente. Hay quien se rebela con más ardor contra una posible dictadura de los pobres, que contra la dictadura de los banqueros. Lo mejor para el capitalismo es que mientras mantenga la sartén del Capital por el mango, se desprecie cualquier connotación de dictadura, visible porque se personifica en un hombre, un sistema o un partido, y se vende muy bien en sus medios, mientras que la suya, su dictadura, suele ser mucho menos difícil de ver y además, se enmascara en la democracia y se oculta muy bien en sus mismos medios.

Hablamos de hechos, muchos hechos, recurrentes hechos, estólidos hechos: recordemos sólo lo que le sucedió al pueblo griego cuando su pueblo votó por no pagar la deuda a la Troika: la eficiente dictadura del Shylock de nuestra era, la banca moderna, que es el dominio temporal del Capital, castigó bien duro a la cuna de la democracia y la filosofía, la bella Patria de Sócrates y Platón, ejemplarmente, es decir, para escarmiento ejemplarizante de otras posibles iniciativas: aplastó con el peso de su oro las aspiraciones, las “democráticamente” triunfantes, pero con más deudas, más sometimiento, más recortes sociales y más pobreza.

En el análisis de algunos especialistas cubanos, – (olvidemos por el momento el trinar de la doxa al uso, que pulula (“a pululu”) en el ciberespacio), – se suele no considerar, aunque por supuesto no la desconozcan ilustres académicos, la persistencia de una lucha de clases que trasciende los ámbitos nacionales y es transversal a todo el planeta. Se suele olvidar la existencia de un explotador transnacional, (“la megamáquina  del sistema capitalista”, como le llama el historiador, escritor y periodista alemán Fabian Scheidler), de una dictadura  del poder del dinero que rebasa las fronteras y, por lo tanto, es natural que no se comprenda la vigencia de su correlato necesario, inevitable, la existencia actuante y vigente de un proletariado que aunque ya no podemos visualizar como el artesano, o los sans-culottes (sin calzones) de la Comuna de París, sigue su amarga existencia, vendiendo la única mercancía que posee. De un ejército de vendedores de su fuerza de trabajo, universo productor todo lo fragmentado, balcanizado, desorganizado que se quiera, con su emergente “aristocracia obrera”  los más favorecidos por ese estallido en mil sectores inconexos del mundo del trabajo,  trabajadores ya sin el trabajo para toda la vida en centros laborales que permitían su organización gremial y energizaba su sentido de clase y necesidad de la lucha organizada, precarizados, subempleados, cuando no eternamente desempleados, es decir, en peor y crecientemente peor situación. (Los franceses ferroviarios que hoy van a la huelga, ¿no son proletarios?)

Y se suele repetir, por esa fragmentación, que ya la contradicción no existe en la esfera de la producción, sino en el ámbito del consumo. Con lo cual se olvidan dos cosas, ambas marxistas porque son realidades históricas: que existe una inmensa cantidad de personas que subconsumen,  o mueren de no hacerlo, o, cuando sobreviven, viven con la angustia y la frustración de no poder acceder a esa nueva “clase” de consumidores para satisfacer necesidades reales y ficticias,  y que, y es lo más “marxistamente” importante: que la existencia de una supuesta clase media consumidora como nueva hegeliana meta final de la marcha de la Historia, que sería el ideal a perseguir, además de exigir que colonicemos varias Tierras más, después de comernos viva a esta pobre Gea, no cambia la esencia real, objetiva, del marxismo: la relación con los medios de producción, que es el aporte marxista para entender el concepto de clase y la inevitable lucha de clases que ello conlleva.

El pensamiento que pretende desdibujar esa contradicción fundamental, nada dogmática porque es sencillamente una verdad palpable, objetiva, bajo la promesa de que la democracia al uso, y sus instrumentos, permite la gobernabilidad, es decir, la contemporización y difuminación de las contradicciones de clase, es cognitivamente reaccionario (otra palabra de suerte fatal, me disculpan ciertas sensibilidades si es que llegan hasta aquí), porque ignora una conquista del conocimiento de la realidad histórica que ofrece, precisamente, el marxismo.

Un sistema social que mantiene la tendencia y la voluntad de alcanzar objetivos socialistas mediante las complejidades de una transición de temporalidad imprevisible, en que es necesaria la dictadura de los pobres, los pobres de la tierra de Martí – y no otra cosa es la maltratada dama de la democracia -, tiene que lidiar en nuestros días, y a la vez,  en dos frentes que se inter penetran y mutuamente se condicionan e influyen: el interno, con las contradicciones de la propia dinámica que exige del humano un nuevo modo de vivir y pensar, siempre en conflicto con las aspiraciones de la subyacente cultura capitalista y las dificultades económicas que potencian circularmente esos conflictos y contradicciones, y la externa, que es la existencia agresivamente abrumadora del capitalismo mundial, tanto su cultura, el espectáculo de su “riqueza”, supuestamente al alcance de todos, y el dominio objetivo que ejerce en las relaciones económicas mundiales bajo la amenaza militar, cuando no mediante la guerra misma, o el chantaje económico.

Por lo tanto, todas las soluciones que se imaginen hacia el ámbito interno cubano tienen que “pensarse” en su relación con el escenario externo. Parece una verdad de Pero Grullo, pero de esas tan evidentes que ciegan por la cercanía de su luz, y que no suelen observarse en los análisis al uso, sobre todo aquellos que se limitan a la cuestión nacional, como si todo lo que pudiéramos hacer pudiera librarse de poderosas interferencias. El entusiasmo por la panacea de la propiedad privada, “rápida y feroz” produce exabruptos, como afirmar que nuestros problemas se deben  “…al miedo aterrador, enfermizo, que le tenemos a dar un espacio, lógico, a la propiedad privada entre nosotros. Miedo a darle el lugar que le corresponde y sin la cual nuestro proceso socialista no podrá avanzar…” (el subrayado es nuestro).

En el sentido de los dos ámbitos a considerar, el interno y el externo,  dos cuestiones básicas cubanas son (a) la forma en que la sociedad de aspiraciones socialistas va a seguir desarrollando su democracia, como el ejercicio del  poder político y económico de los más desfavorecidos o el poder en función de sus intereses, la dictadura temporal de los que deben sacudirse la explotación , (o si no, de qué estamos hablando, pues sólo repetiríamos lo que el enemigo quiere, es decir, su concepto de democracia, el carnaval de las elecciones bajo el supuesto estado de Derecho, donde el verdadero derecho es el de legitimar la explotación) y (b) la cuestión de la propiedad, y cuando sea privada, de manera tal que no funcione y no conlleve a las consecuencias de la propiedad privada capitalista.

Quien aquí opina no es un enemigo fanático de la propiedad privada. Cree comprender que la pequeña o mediana propiedad privada industrial o agraria de sesgo o límites artesanales que se vea impedida de ejercer la explotación de una masa crítica suficiente como para amasar una riqueza que le impulse a la lucha política por el poder con su consiguiente aspiración a la reproducción ampliada de su capital y la concentración de la riqueza, puede no jugar un papel capitalista, si es medio de la preponderancia de un orden social interno con tendencia al socialismo. En las sociedades capitalistas la tendencia “natural” del desarrollo económico es ir fagocitando a las pequeñas, pero las tolera cuando no le son necesarias, o no representan un peligro de competencia, y también para mantener la apariencia y las esperanzas de que “Ud. también puede llegar”, es decir, como recurso ideológico y válvula de escape político y, a la vez, como consumidores necesarios de la gran producción, e intermediarios del consumo social.

Ahora bien, en una sociedad como la cubana, no puede olvidarse (pero hay quienes sistemáticamente lo olvidan!) que está en la genética de la propiedad privada un criterio de optimización indetenible conducente al crecimiento de las ganancias al que no se puede negar, y el ciclo se alimenta a sí mismo. Eso no depende de la buena “conciencia” del propietario.

Cuando se cabalga un tigre, ya no se puede descabalgar. Pero, con todo, la solución no es botar la bañera y el agua junto al candoroso bebé. Mientras el propietario privado, en relación a la riqueza media de la sociedad, no tenga la posibilidad de convertirse en capitalista, es decir, poseedor de medios de producción y capital en una medida crítica determinada, que siempre estará dictada por la dinámica real, no tendrá fuerza suficiente para disputarle el poder político a la sociedad en aras de sus intereses particulares o gremiales. La tensión siempre existirá, pero si  todavía no se ve cuándo llegaremos, si es que llegamos  en la historia, a una sociedad de hombres libres y, a la vez, cada uno propietario en igualdad de condiciones con todos los demás, de manera que la libertad real de cada uno sólo tenga como límite el daño que le pueda hacer el ejercicio de su libertad al derecho del prójimo, eso y no otra cosa significará la propiedad privada y, por lo tanto, es una cuestión de responsabilidad entenderlo si se pretende ser socialista. Si aquí hay dogma, los “antidogmáticos” deben dejar sus propias etiquetas a un lado y demostrar lo contrario con argumentos…marxistas. Pues el marxismo ya no lo pueden evitar ni los mismos capitalistas, que tras la crisis que estalló en el 2008 dejaron las librerías vacías de los tomos del aguafiestas de Tréveris.

La experiencia conocida hasta el momento de los intentos inicialmente socialistas que se han visto impelidos a incorporar la mediana y gran propiedad privada a sus economías y junto a ello permitir el asentamiento nacional de las grandes inversiones extranjeras capitalistas, no demuestra que el control  del ascenso de la propiedad privada sea siempre viable, es decir, que se pueda  impedir un aumento de la dimensión y el significado cultural y político de la propiedad privada y no se derive real y gradualmente a una sociedad y un sistema capitalistas. Para Cuba, copiar de China o Vietnam es un absurdo, un sueño de la razón. El imperialismo norteamericano sobrevive en gran parte porque es el gran deudor de la economía china y un vasto mercado en que realizar sus mercancías. Son enemigos íntimos obligados a llevarse bien en muy precisos aspectos, ahora mismo liados en una guerra de tarifas arancelarias. China ha podido lidiar con ese formidable enemigo porque es su gran acreedor, y poseedor de enormes sumas de reservas en divisas y bonos del Tesoro estadounidense, más una enorme población, una milenaria cultura e ingentes riquezas naturales y científicas y también se beneficia del mercado gringo. Y, ¿por qué ha podido sobrevivir Cuba, que no tiene ni lo uno ni lo otro?

Y aquí juega su papel el elemento externo al que nos referíamos más arriba. La significación y las consecuencias de un crecimiento desmedido de la propiedad privada en Cuba ya tienen un claro indicio en función de nuestra posición geopolítica, el significado de nuestra historia y la voluntad cubana de sobrevivir. Aun antes del acercamiento obamiano, las medidas implementadas dentro del marco del bloqueo, estuvieron dirigidas a facilitar capitales, mediante remesas y otras vías menos santas, al “emprendimiento” privado a la vez que no se permitían a la economía estatal y se estrechaba  el dogal del bloqueo. La idea del Norte no es permitir una pequeña china, o un minúsculo Vietnam para Cuba, sino desaparecer un sistema y ejemplo incómodo en su mismo patio trasero, que le permita, además, parar, – con esa fuerza económica y simbólica más -, el empuje chino, o  ruso, o el que sea, en su traspatio.

Dentro del conflicto intercapitalista interno de los EEUU, donde se debaten dos estrategias de matices diferentes, a veces antagónicos en sus métodos, pero hacia el mismo objetivo, el giro  trumpista sólo significa otra vuelta de tuerca del mismo propósito y, en gran medida, es una concesión política del nuevo presidente ante la incómoda posición que sus iniciativas le provocan en los ámbitos del poder congresional y parlamentario. Como multimillonario quizás le convendría invertir en Cuba, como político imperial tiene otras obligaciones, pero ambos son esencialmente y no sólo con respecto a Cuba, lo mismo.

La propiedad privada no es negativa en sí misma, en el sentido de que impida, por necesidad, la realización de las mejores y más nobles aspiraciones humanas. La idea contenida en el concepto de una sociedad de productores libres asociada al proyecto comunista así lo confirma. Lo que es negativo es que algunos humanos sean poseedores de tanta propiedad y riqueza que puedan hacer valer sobre los demás sus ambiciones personales. Ese es el estado predominante en el mundo hoy, y por lo tanto, se impone que allí donde florezca la propiedad privada, no como propiedad individual, sino como función social,  como relación social con respecto a los medios de producción y las ganancias, y teniendo en cuenta que la esfera de lo económico no está separada de la esfera de lo político,  se evite su potencial funcionalidad como obstáculo del socialismo, no como su vía de realización.

 

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10 Responses to El que cabalga un tigre… Por Carlos Luque Zayas Bazán

  1. Arturo Menéndez says:

    Nada en contra del análisis de Luque, la lógica es precisa y llega a ser demoledora de ilusiones. No obstante, comprendo que algunas de esas ilusiones pueden explicarse por la necesidad de encontrar modelos, metodologías, proyectos socio-económicos que al parecer tienen algún éxito, por supuesto, en sus propios contextos, y el tiempo nos va pareciendo, a no pocos, que se sigue extendiendo y no vemos con toda la claridad necesaria que vamos enrumbando, con estabilidad y fortaleza, hacia ese socialismo de nuestros sueños. Puede afirmarse que hay cierto desespero, aunque también hay desespero por algunos de que cambiemos el rumbo y no precisamente con dirección al socialismo. Ahí está uno de los dilemas actuales y, a la vez, uno de los peligros. Recuerdo cuando realizaba estudios de posgrado en la URSS siwendo muy joven, llegué a pensar que teníamos que aprender más de ellos para avanzar más, a pesar de que fui testigo de muchos errores, de los que hoy, luego de la debacle, se habla mucho. Sin duda, era de los que admiraba al “hermano mayor”. Hoy eso me ayuda a ser más cauteloso en los análisis de experiencias foráneas, pero sin duda, en esas experiencias pueden encontrarse cosas interesantes que vale la pena estudiar, sin abandonar la búsqueda de nuestras propias vías. En fin, felicito a Luque por su enjundioso análisis y declaro que, a pesar de los pesares, no abandono el optimismo, con cierta dosis de paciencia, como acopnsejó Fidel.

     
  2. vencuba says:

    Reblogueó esto en VenCuba.

     
  3. Pingback: El que cabalga un tigre… Por Carlos Luque Zayas Bazán | argencuba

  4. Angel Falcon says:

    Buen análisis y para no ser dogmáticos”volvamos a la retórica de primera mitad de siglo 20,con todo su circo político” para seguir la escena latinoamericana,pero con unas décadas de retraso.Exelente articulo Carlos.

     
  5. Carlos Luque says:

    Hay un tema sobre el que debemos debatir, conocer primero, estar al tanto, estudiar, contrastar análisis de otros, reflexionar hasta el cansancio…Claro que esto debieran, o quizás están haciendo, algunos especialistas, ojalá digo yo, pero mientras tanto, qué hacemos la gente común que no quiere ni debe estar de espaldas a la realidad? Y ese tema se conecta con lo que pasa en Cuba, o lo que puede pasar en el curso de nuestros cambios.
    Ese tema es, ¿por qué esa regresión paulatina pero indetenible, y no sólo en Latinoamérica? Una regresión que cuenta, en parte, con el voto de la gente cuando opta por la derecha. Pero esto hay que matizarlo, porque lo que se impone en el imaginario, solo leyendo noticias y comentarios sesgados, es que la gente vota por las derechas, pero con ello se olvidan dos cosas, una: que la abstención está ejerciendo un voto de censura fuerte, y no comparecen porque no tienen por quién votar, ante el desprestigio de la política, sumado a la ignorancia de la gente y su absorción en los problemas cotidianos, por lo tanto, aunque eso ayuda a la derecha a triunfar, es una censura fuerte y no permite decir que los pueblos se están confundiendo, están reincidiendo, como en el caso del Macri de Argentina…Otra es que, entonces, la ausencia de los más jodidos (jóvenes estudiantes, por ejemplo), al abstenerse, contribuye a esos “triunfos”, porque ello se manifiesta contrario en los sectores acomodados que tienen claros sus intereses y que sí votan, por ejemplo, por el Piraña Piñera de Chile…Ninguno de ellos se queda sin votar. Otra es, en las regresiones “jurídicas”, caso de Brasil, ahora mismo acaban con Lula negándole el habeas corpus, que se debe estar moviendo “la mano profunda”, porque estos sucesos, concentrados en el marco de pocos años, no pueden ser casuales, no lo son por la simple lógica de que conocemos muy bien los intereses que se están moviendo. ¿Qué tienen en común estos dos aspectos? Bueno, varias cosas, pero me interesa destacar UNO: la existencia y el imperio de esas supuestas democracias que para mí son condiciones de posibilidad de lo que ocurre, ni más ni menos…Por supuesto, el problema de fondo es que no son democracias, pero allí está el problema que se le plantea a Cuba, cuando hay un grupo de gente, incluso ilustradas entre ellas, y bien ilustradas, que están pugnando por debilitar nuestra propia forma de llevar los asuntos de gobierno, y proponiendo aquellos modelos, sin ver cuán frágiles son PARA QUE AQUELLO pueda ocurrir…El caso más paradigmático es para mí ahora Ecuador…Está en curso, pero ya las medidas económicas anunciadas por el nuevo presidente, que para mí es un traidor, simplemente aplicando todo el programa de la oposición, apuntan, como saldo total, a esa regresión hacia las políticas que benefician a las derechas…o al menos comienzan a favorecer condiciones de probabilidad para que levanten mucho más la cabeza…Son gente, pues no puede estar solo en ello, que pueden estar convencidas de que anudando lazos con el FMI, y favoreciendo a las empresas privadas, van a allegar más inversiones, etc. Pero entonces, ¿cuál me parece a mi que es la enseñanza para Cuba? Habrán muchas u otras, o yo puedo equivocarme de cuajo, pero resulta esto. Analicemos los hechos. Hay un reconocimiento generalizado sobre la llamada Década Ganada en Ecuador. Pero en los últimos años de Correa se confabularon varios elementos negativos, desgracias naturales por medio con el gran terremoto, razón por la cual hubo diversos problemas económicos, y, según se afirma – yo no lo sé a ciencia cierta todavía, – ocurrió determinado endeudamiento…Ahora Lenin Moreno afirma por eso en una entrevista que no fue una década de éxito, sino al menos 6 años porque al comenzar su gobierno descubrió el endeudamiento, y se “desayunó” con la corrupción, etc. Incluso se habla de la frontalidad de Correa, y se convoca al diálogo, etc, y las hipocresías al uso que ya hace un tiempito se vienen manifestando entre los congéneres y parientes que tenemos entre nosotros… Ahora viene la reflexión central que quiero hacer: Reparemos que con economías tan estrechamente relacionadas con el mercado mundial, además dolarizadas como la ecuatoriana, y un fuerte capitalismo interno, esas etapas de cierta mejoría económica, que siempre están relacionadas con el vaivén económico mundial y por lo tanto en continuo peligro, frecuentemente se ven seguidas de altibajos, de crisis, de retrocesos, como el ocurrido en los últimos años de Correa. Entonces, un cambio de gobierno, en este caso hasta del mismo Partido!, el Alianza País, un proceso gradual que va en el sentido contrario a los intereses del gran capital interno y externo, lo que se llama allí la Revolución Ciudadana, y que va beneficiando a amplias capas de la población, se convierte en la condición de posibilidad de que en aras de resolver esos problemas, se verifique ese cambio de rumbo, un cisma en un Partido, y la derecha comienza a chantajear y a levantar cabeza, como ahora mismo ocurre en Ecuador, y además las políticas económicas comienzan a hacerle el guiño. Entonces, ¿eso no le dice nada a nuestros analistas internos, a ciertos intelectuales que por el mismo hecho de serlos debieran ser más lúcidos? ¿Es que no comprenden en qué consiste la unidad que debemos mantener? ¿Es que no acaban de comprender que nuestra democracia y la forma de gobierno nuestra, el papel de la propiedad privada no debe ajustarse a aquellos cánones porque precisamente no sólo los consejos que nos dan enemigos y supuestos amigos, sino los mismos hechos, demuestran que eso es funcional y condición para que sucedan cosas como esas? Se suman los hechos unos tras otro, y siguen con la misma cháchara…Si con respecto a los acontecimientos y las regularidades que muestran eso no es dogma, ya ni sé qué lo es…Esta nota se me hace muy larga…Debemos meditar los interesados que frecuentan este blog, y pronunciarnos hasta el cansancio e invitar y hasta exigir a nuestros entendidos que mediten sobre esto, o lo sitúen bien, porque yo no soy especialista, ni creo acertar en todo…simplemente planteo la cuestión..gracias a los comentaristas que me animan, que es el único pago que deseo…

     
  6. Tocororo says:

    Matizando con tu comentario Carlos, lo has convertido en otro post. Ya sabemos que te critican algunos de ser demasiado largos tus trabajos y opiniones, que casi quieren decirte que ya pasó el tiempo de profundizar tanto en debates pesados, qué casualidad verdad Carlos, quienes dicen esto lo resumen todo, lo esquematizan y por donde caminan verdad?, a mí personalmente creo que en revolución tiene que haber un constante debate y reflexión, porque lo importante es el Ser, la persona, y esto es un constante debate en la vida, porque lo material, lo que es el “éxito” necesita ser fugaz, la cultura del pelotazo, bueno y todo lo lleva consigo. Leerte es muy fácil Carlos, muy didáctico y sobre todo muy necesario en los tiempos que corren, así que como dices que el pago es animándote, pues cóbrate y sigue escribiendo…

    Dices algo intangible, el marxismo no es un dogma de fe, no es una biblia, el marxismo es para cambiar el paso y no para imponerlo, la palabra principal y a donde va, el contenido es para el explotado, la explotación del hombre. La palabra estrella en cambio en el capitalismo es, éxito, que se convierte en algo obsesivo y malsano, porque uno puede fracasar como marxista, pero fracasar en el éxito, eso sí es duro compadre.. Saludos.

     
  7. Alejandro says:

    Conceptos que representan epistemes, como son el comunismo, el proletariado, la lucha de clases y la dictadura del proletariados, son anatemizados e invisibilizados por la doxa en torno al mercado y el capitalismo triunfante. Anoche en la Mesa Redonda la compañera Yailín Orta nos decía que la cultura globalizada de ese capitalismo pretende que nos dé verguenza la palabra comunismo y ha intentado desmontar la simbología y construcción de sentido de lo que es ser un joven comunista. Y añadía que el comunismo defiende el bien de los seres humanos y que lo hagan nuestros jóvenes es un acto de autenticidad y de consecuencia con nuestra historia y naturaleza.

     
  8. Tocororo says:

    Totalmente de acuerdo con esa observación que haces Alejandro, por el comunismo y para el comunismo.

     
  9. Carlos Luque says:

    Gracias, Tocororo…Bien pensado, dices algo exacto con respecto a que es necesaria a veces cierta extensión…Cierto es que la síntesis es mejor, siempre lo ha sido…Pero estoy convencido de que opinar en tantos caracteres, convertido en una fiebre impuesta por la virtualidad, es una treta para ir recortando la capacidad de análisis de la gente y de paso…acopiar sus datos…jejeje…por eso en Telesur dicen..estas historias no caben en un twitt, no? Cierto también que debo tratar de escribir mucho más breve, que nuestra gente que puede leernos, todavía tienen que pagar algo más caro su tiempo de conexión, pero a veces hay que argumentar y se lanza una botella al mar, que a alguien llega…agradecido por tu estímulo y atención…un abrazo de camarada y compañero, esas otras palabras “prohibidas”…

     
  10. Maño says:

    Como proletario para el cual “filosofó” Marx, al cual me acerco con las dificultades de mi clase para entenderlo, creo que voy a discrepar con Carlos en lo siguiente, Marx fue un radical total dado las circunstancias que le tocó vivir, un Capitalismo Industrial brutal en Europa, donde los niños trabajaban 14 horas en las minas de carbón en Inglaterra, por tanto nunca fue tan benévolo con la propiedad privada como Carlos lo es en este post, porque para él, en ella estaba la base de toda la enajenación del proletariado. Creo que de las cuatro enajenaciones que Marx plantea en su Capital, la primera y la segunda referidas al producto y a la actividad del proletariado, persisten inclusive en un sistema que el no fue capaz de preveer como el Socialismo. Marx nos enseño el inicio y el final en su filosofía, que ha diferencia de los anteriores filósofos solo serviría si era para cambiar la realidad. El inicio solo era posible con una Revolución violenta, porque la burguesía no iba a entregarte en bandeja su poderío para crear riquezas así como así y el final porque concibió a grandes rasgo y en esencia filosófica como seria esa sociedad donde el ser dejaba de ser enajenado. El medio, el como llegar, le quedaría a la praxis concreta pero sin descuidar “el pensarlo antes”. El Che que estudio a Marx, tal vez encontró en el trabajo voluntario esa práctica concreta para que los obreros, los proletarios no se enajenaran ni con el producto ni con su actividad, y además pensó y repenso en como aunar a los proletarios con el fruto de su trabajo cuando pasaran las épocas de entusiasmo revolucionario y de agresión externas concretas, donde se percató que la comunión de los proletarios era mayor.
    Sin embargo concuerdo con la tesis, de que al no saber como caramba llevar a la práctica ese intermedio que se llama Socialismo, bien podría aplicarse lo que planteas, utilizar la propiedad privadas mientras no impida “la realización de las mejores y más nobles aspiraciones humanas”.
    Saludos

     

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