Carlos Fazio
 El pasado 9 de agosto, la víspera del encuentro  entre los presidentes de Colombia y Venezuela, Juan Manuel Santos y Hugo  Chávez, en la simbólica casa de Santa Clara donde murió Simón Bolívar,  asistimos a una nueva operación encubierta de terrorismo mediático.  Fuera de toda sospecha de ser una mera teoría conspirativa, la tramoya,  ajena a toda deontología del oficio de informar, tuvo como cuartel  general la sede en Atlanta de CNN en español, la empresa mercenaria de  manipulación de masas adscrita a las campañas de intoxicación masiva y  desinformación diseñadas por los expertos en guerra sicológica y  propaganda del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
El pasado 9 de agosto, la víspera del encuentro  entre los presidentes de Colombia y Venezuela, Juan Manuel Santos y Hugo  Chávez, en la simbólica casa de Santa Clara donde murió Simón Bolívar,  asistimos a una nueva operación encubierta de terrorismo mediático.  Fuera de toda sospecha de ser una mera teoría conspirativa, la tramoya,  ajena a toda deontología del oficio de informar, tuvo como cuartel  general la sede en Atlanta de CNN en español, la empresa mercenaria de  manipulación de masas adscrita a las campañas de intoxicación masiva y  desinformación diseñadas por los expertos en guerra sicológica y  propaganda del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
La  puesta en escena fue ordenada a uno de los informadores ancla de la  televisora estadunidense, Carlos Montero (manipulador-manipulado), quien  condujo una “presentación  especial”
 de CNN (así se anunció), que rompió con su programación habitual para  pasar el video Los guardianes de Chávez, realizado por los  canales españoles Cuatro y CNN Plus, del Grupo Prisa, en cuyo trabajo de  producción participaron medios antichavistas, como el canal Televen y  el semanario Quinto Día.
Con eje en la táctica de guerra de impacto sobre las percepciones y emociones, tan afín a las corporaciones monopolizadoras del capital y la información, el objetivo premeditado del programa fue torpedear la reunión presidencial colombo-venezolana e insistir en la especie de la contrainsurgencia mediática ejecutada por el ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, que con base en matrices de opinión no verificadas vincula al gobierno de Chávez con la organización independentista vasca ETA y la guerrilla colombiana de las FARC.
Construido como un reportaje de guerra ajeno a cualquier balance informativo, pensamiento reflexivo, intento de análisis histórico, crítica social y ética periodística, dado que contiene mentiras y flagrantes contradicciones, el video sensacionalista cae por su propio peso. Y al final sólo queda exhibida la alianza de las mafias mediáticas (CNN, Grupo Prisa, Televen) en la tarea de militarizar la noticia.
Con el fin de legitimar la propaganda de guerra para fabricar un consenso, en una segunda fase del montaje el “telepromptista”-maniquí Montero presentó a la audiencia un panel de tres comentaristas, entre los que estaba Camilo Pérez Bustillo, profesor investigador de origen colombiano, adscrito a la maestría en defensa y promoción de los derechos humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), a quien literalmente le tendieron una trampa.
Además  de que se le retiró el audio para evitar que expusiera con libertad sus  ideas sobre el documental-basura –que en una entrevista posterior con  TeleSur definió como ejemplo de “terrorismo  mediático e ideológico”
 y de un uso de los medios de difusión masiva como “armas  de desinformación y manipulación”
–,  Pérez Bustillo fue sometido a un linchamiento virtual a través de  Twitter y Facebook desencadenado por un “inocente”
 comentario-consulta, vía web, de Carlos Montero: “¿Quién  tenía los argumentos más sólidos el diputado chavista, el diplomático  opositor o el profesor colombiano?”
Casi de inmediato se creó un grupo de odio contra  el profesor de la UACM, que se publicitó en el Facebook de Carlos  Montero (éste se autopromocionaría después diciendo que el programa  rompió récord de Twitter y Facebook). En poco tiempo alcanzó más de 600  comentarios, 90 por ciento adversos a Pérez Bustillo, con  descalificaciones anónimas, como “comunista  resentido”
 y “defensor  de Chávez”
,  e incluso se planteó “reventar  el buzón”
 de su correo electrónico personal.
Más allá de que muchos  twiteros honestos pudieron morder el anzuelo de algún troll disruptivo pescador de incautos (el propio Carlos Montero pudo haber  utilizado la “carta troll” para autopromocionarse o fines  inconfesables), en la web afloró la vieja matriz elaborada por el  Servicio Administrativo de Seguridad (DAS, la inteligencia civil  colombiana), que con su rancio tufillo uribista acusó al profesor Pérez  Bustillo de ser “enlace  de las FARC en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México”
,  comentario que se retuiteó muchas veces. ¿La mano del  embajador en México Luis Camilo Osorio?
Otro mensaje de inequívoca  procedencia por su contenido específico, afín a las estrategias del DAS  para desprestigiar opositores, indicaba: “Declaremos  persona no grata al profesor Camilo Pérez Bustillo. Este tipo no merece  ser Colombiano, debería irse con Piedad Córdoba, Iván Cepeda y las FARC  para Venezuela. Chávez, por favor, llévatelos!!!!!!!! Te los regalo”
.
Cabe  recordar que en diciembre de 2009 la fiscalía colombiana reveló una  serie de documentos que probaban las actividades delictivas del  Departamento Administrativo de Seguridad. Entre ellos, un archivo de  Power Point hallado por sus investigadores durante un allanamiento al  DAS, denominado “guerra  política”
,  que detalla un manual para desarrollar montajes, instigar falsas  denuncias y promover campañas de odio, desprestigio, sabotaje y presión  contra detractores del Poder Ejecutivo. Entre las acciones para  desacreditar opositores el manual sugería el uso de medios de  comunicación, encuestas, chats y la creación de páginas web, comunicados  y montajes. Baste recordar los montajes armados por el gobierno de  Uribe a través del presunto ordenador de Raúl Reyes.
Lo dicho: en el marco de su estrategia de dominación de espectro completo, Washington volvió a mover sus peones. Entre ellos, a las mafias mediáticas CNN, Grupo Prisa y Televen, con el objetivo no tan encubierto de generar una matriz de opinión adversa al proceso bolivariano de Venezuela. Y por las dudas envió un mensaje al presidente Santos: la madrugada del 12 de agosto un coche bomba sacudió Bogotá.
Tomado de La Jornada
 
								









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