Los grandes titulares de los medios de comunicación occidentales dan la vuelta al mundo con la noticia de la muerte de Manuel Antonio Noriega, con los agregados de dictador, agente de la CIA, narcotraficante, asesino y todo lo que cuelga para trasladar al mundo la supuesta razón de la criminal intervención realizada por los Estados Unidos de América en el mes de diciembre de 1989. Muchos de los cargos imputados de difícil comprobación material fueron los utilizados en aquel momento por el gobierno norteamericano y sus representantes del Pentágono.
Tan rimbombantes titulares por casualidad nunca antes usados contra el zoológico de dictadores existentes en la fauna de nuestra América como los Strossner, Bánzer, Somoza, Castillo Armas, Lanusse, Videla, Pinochet, etc. , conocidos de todos nosotros y que actuaron en contubernio y con el apoyo abierto de los gobiernos de Norteamérica hasta en el tráfico de drogas para financiar a la contra de Nicaragua. No es pura casualidad que sean los argumentos para continuar el desprestigio de este militar latinoamericano de origen humilde y rasgos claramente indianos.
El momento político en que se encontraba Panamá cuando se produjo la invasión no era precisamente la lucha contra las drogas, sino el movimiento de tipo popular y con premisas populares que de forma clara planteaba Noriega para el desarrollo de su país y de enfrentamiento a los intereses de las transnacionales y los derechos soberanos de la tierra panameña. Se pueden decir muchas cosas contra la persona de Noriega, pero lo que no pueden ocultar después de tantos años es lo que fue la realidad de lo que determinó el inicio de las operaciones de la invasión contra el istmo.
La historia recoge el ejemplo de militares formados en escuelas del sistema capitalista que en un momento de sus vidas asumieron posiciones que los colocaron al lado del reclamo de sus pueblos y renegaron de la formación que habían recibido, más bien para reprimir a sus conciudadanos, que para tratar de mejorar sus condiciones de vida, o la lucha por mantener a flote la soberanía de sus naciones. Hubo los Caamaños, los Torrijos, en Cuba los Borbonet, los Fernández y otros que sus nombres quedaron fundidos dentro de las entrañas de la Revolución Cubana.
Por todas estas experiencias de la vida nos queda clara la idea de por qué este tan manipulado medio de ‘’hacer opinión’’, hacen bombo y platillo con la muerte de Noriega, para mantener la versión interesada al sistema y justificar su vandálico hecho contra un pequeño país.
De acuerdo con ello le otorgo al fallecido el beneficio de la duda , no sería ocioso esperar un poco y conocer las opiniones de muchos que tuvieron el apoyo y la disposición de ayuda de este país, en sus luchas libertarias, como Nicaragua, el Salvador, Guatemala, Honduras, Argentina, Uruguay y Colombia, para tener una visión mas cercana a la objetividad, que la dada por los medios del sistema cuando señalan con tanta saña al fallecido Noriega.
El General Noriega desde luego no fue un santo, pero tampoco el diablo que nos pintan los grandes medios, sus pecados palidecen al lado de los de sus perseguidores.
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La invasión a Panama y prision de Noriega con el tiempo parece haber sido una represalia por haber fracasado el plan de invasión a Cuba con el pretexto del narcotrafico por el caso de los cubanos que se había logrado comprometer en ese sucio negocio. Quizás culparon a Panamá del fracaso.
Se descarta lo de las drogas porque en ese mismo tiempo se ponía en libertad por Bush el viejo los altos funcionarios gringos que habían sido condenados por vender drogas a los jóvenes de su propio país y que se justificaron con el cuento de que el dinero era para la lucha por la democracia.Y liberar ese grupo de “narcos anglosajones” se realizo como la cosa mas normal del mundo.
Al final los que peor salieron fueron los miles de muertos por una invasión que se justificaba mas en la vecina Colombia si hubiese sido realmente por combatir el narcotrafico.
en italiano http://www.cubainformazione.it/?p=23913
Si hubo um pecado de Noriega fue el de ser aliado de los sandinistas. Eso ya era suficiente para condenarlo.
Aquí en España también llevan unos días anunciando a bombo y platillo la muerte del “dictador Noriega”, acusado de narcotráfico, capturado y condenado a 40 años de privación de libertad. Sin duda, han dado la noticia con absoluta normalidad y sin la menor sombra de duda sobre la actuación de los captores y la veracidad de las pruebas en contra del gobernante panameño. Además, tuvieron la desvergüenza de llamar a la operación “causa justa”. Claro que si fueron capaces de invadir Irak de forma ilegal y bajo acusaciones falsas, ejecutando a cientos de miles de inocentes, ¿de qué no serán capaces los gobernantes norteamericanos, contra quienes, por lo visto, no existe ninguna causa justa ni justicia universal? Alvaro Uribe debería estar convulsionando si no fuera porque, como dijo Roosevelt de Somoza, será un hijo de puta (y un narcotraficante patrocinador de un estado narcoterrorista, que asesina a los activistas de los derechos humanos dentro y fuera de sus fronteras) pero es “nuestro hijo de puta”.
Por la información que puede leerse en los medios de comunicación, parece que se está intentando amedrentar a los dirigentes civiles y militares venezolanos de posibles represalias si no deponen su actitud y son finalmente juzgados por la justicia imperial, esa misma justifica que confiere impunidad a nuestros hijos de puta, empezando por los más altos cargos de EUA, como los expresidentes, a los que habría que resucitar miles de veces (o cientos de miles) para retribuir a sus víctimas en la silla eléctrica o ante un pelotón de fusilamiento. El precedente de Noriega pone de manifiesta el doble rasero y el bajo coste de su implementación en América Latina. También aquí en España se están ensañando con los valientes y comprometidos dirigentes de Podemos, a quienes se está linchando mediáticamente mediante los agravios comparativos más insolentes e indecentes, mientras el crimen organizado campa por sus fueros en la política y la economía, con un altísimo coste económico y social.
Mientras los dirigentes bolivarianos son advertidos de las posibles consecuencias de sus políticas al servicio de los humildes (algo de lo que son plenamente conscientes, ya que, en la intentona golpista de 2002, Capriles y asociados intentaron su captura para lincharlos directamente), las máximas autoridades imperiales gozan de total impunidad, a condición claro esta, de su brillante hoja de servicio a las órdenes del crimen organizado. Bush padre capturó a Noriega cuando este desafió las órdenes imperiales y decidió hacer políticas sociales pero permitió que Sadam Husein retomara el poder en Irak tras la primera Guerra del Golfo y ejecutara a miles de opositores (cuando ya estaba vencido) para que la guerra tuviera segunda parte, duplicando así al menos los ingresos de la economía de guerra y negocios asociados (que en la segunda parte fueron muchos y muy rentables).
La narrativa en esta ocasión es que un político antisistema (al que todos los medios norteamericanos le habían dedicado el 30% del tiempo total antes de ser el candidato oficial de los republicanos) ha burlado todos los sistemas de control con la ayuda de Putin para tomar decisiones políticamente incorrectas de las que sólo él y sus incondicionales serían los responsables y que, en la práctica, se están traduciendo en mayores abusos y privilegios de los negocios que tradicionalmente financian las campañas electorales de ambos partidos y dictan la hoja de ruta, como la economía de guerra, la de la enfermedad y la energética. Todo apunta a que este señor ha asumido el papel de cabeza de turco en la seguridad de que, haciendo más ricos a quienes financian las campañas y son dueños de los medios de persuasión (incluido él mismo), jamás tendrá que responder por sus crímenes de lesa humanidad y lesa patria sino, como mucho, por algún juicio de faltas por propasarse con alguna becaria en el despacho oval o algo parecido, si hubiera que acortar su mandato y su políticas ya fueran hechos consumados e irreversibles, con lo que podrían ser millones las víctimas y daños incalculables al medio ambiente, a la economía y a la sociedad norteamericana y planetaria para los que ya no habría justa causa ni justicia universal.
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Estoy en parte de acuerdo con el artículo, creo que para nadie es un secreto que
fue aliado de Bush padre y agente de la CIA. Y al mismo tiempo colaborador de Pablo
Escobar, a quien trató de tumbarle (tuvo que devolverlo) 20 millones por montar el mayor laboratorio de cocaina del mundo. Fue el asesino de Espadafora, quien fuera ministro de Torrijos y un asérrimo enemigo de este tránsfuga. Se ha manejado su posible complicidad en la muerte de Torrijos, por “accidente”
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Noriega pretendio ser un servidor publico pero se convirtio en un servidor de la droga y del dolar.