Venezuela está enfrascada en una gran batalla política de masas por la celebración de la Asamblea Nacional Constituyente(ANC). No es para menos, constituye la única salida constitucional, democrática, inclusiva y razonable a la grave crisis política creada por la injerencia imperialista yanqui y la actitud fascista y antipatriótica de la cúpula opositora de millonarios.
Pero mientras tanto, el cipayo Luis Almagro y los gobiernos de derecha que le hacen el juego en la OEA continúan en su plan intervencionista y de cambio de régimen contra Caracas. El último episodio lo protagonizaron el miércoles 31 de mayo en Washington en la Reunión de Consulta(RC), convocada ilegalmente, pues a partir de la vodevilesca cita del 3 de abril de este año en Washington todas las reuniones y acciones en relación con Venezuela llevadas a cabo por la OEA se hacen en violación de su propia Carta. El 3 de abril se adoptó un acuerdo en contra del reglamento de la OEA, como ya he explicado anteriormente, además de la gravísima violación de la Carta al discutir la situación de un Estado miembro sin consultarle previamente.
Lo más grave de todo es que la acción de Almagro y los gobiernos que lo apoyan, particularmente los de México, Argentina, Brasil, Colombia y Perú, es, sin duda alguna, el hecho que más ha estimulado a la contrarrevolución a elevar cada vez más de grado la violencia fascista con el alto costo en sangre y severos daños a la economía ocasionados en los últimos dos meses. Como alerté en mi artículo anterior, esa espiral de violencia puede empujar a la patria de Bolívar y Chávez a una guerra civil y a una intervención extranjera, fase final del guion escrito por el Comando Sur de Estados Unidos.
Almagro tiene todas las características de un agente de la CIA, probablemente reclutado poco antes de su desfachatada simulación como diplomático al servicio del gobierno del Frente Amplio de Uruguay. Era el hombre idóneo para su actual tarea, ya que representa el grado de servilismo al imperio y la putrefacción moral mayores entre todos los personajillos que han ocupado la secretaria general del funesto organismo. Creada en 1948 por Estados Unidos como aparato institucional para reforzar la subordinación en que siempre ha intentado mantener a los pueblos de nuestra América, la OEA ha justificado invasiones de Estados Unidos contra República Dominicana, Cuba, Granada, Panamá y Haití e innumerables golpes de Estado, entre ellos los organizados por la CIA contra los presidentes constitucionales de Guatemala, Jacobo Arbenz(1954) y de Chile, Salvador Allende(1973). A la vez se ha mantenido en silencio ante las crecientes, sistemáticas, generalizadas e impunes violaciones a los derechos humanos por parte de los gobiernos neoliberales de nuestra región.
Desde que Almagro llegó a la OEA hace dos años, su única ocupación ha sido un activismo político rayano en lo patológico contra la República Bolivariana de Venezuela, paralelamente a una ridícula y constante promoción de su imagen con los recursos del organismo. El uruguayo mantiene una impúdica, íntima y descarada relación con los cabecillas y personeros más importantes de la contrarrevolución en Venezuela, al igual que con los legisladores cubanoestadounidenses, enemigos de todas las causas justas, en particular de las revoluciones cubana y bolivariana y todo lo que signifique independencia, unidad, paz e integración de América Latina y el Caribe. Entre esos legisladores, el derrotado precandidato republicano Marcos Rubio intenta rehacer su carrera política y embucharse una buena cantidad de plata con los servicios que presta a la contrarrevolución, el golpismo y el intervencionismo en Venezuela, providencial plataforma política que, suspira, podría sacarlo del limbo en que lo dejó la campaña electoral pasada.
A la hora que escribo, la RC de la OEA marcha sin otro rumbo que la injerencia en los asuntos internos de Venezuela, agravada por el rechazo a priori de los gobiernos de derecha a la ANC. En este momento escucho hablar sobre el eventual nombramiento de un nuevo grupo negociador cuando es bien sabido cuánto se mofó la oposición del formado por los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Omar Torrijos, que tuvo la participación de un representante del Papa Francisco.
La situación de Venezuela es asunto interno inherente a su soberanía. La OEA no tiene nada que hacer allí, salvo continuar impulsado la violencia y el derramamiento de sangre.
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Seguimos creyendo que el minuto cero de una intervención militar comienza cuando se produce una declaración formal de guerra o la ocupación del ejército invasor. Nada más lejos de la realidad. En un sistema imperial como el vigente, basado en técnicas de persuasión, las guerras tienen como escenario fundamental las trincheras de la información, reservándose a los ejércitos el papel de bomberos humanitarios. El minuto cero de la guerra contra el chavismo comenzó con el triunfo de Chávez en los años 90 del siglo pasado, sin que mediara ninguna declaración formal. Fue la lógica reacción de unas estructuras de poder oligárquicas e imperialistas, incompatibles con la democracia y la justicia social, que abrieron fuego a discreción contra el chavismo con las armas de última generación en el nuevo orden mundial: el teclado de un ordenador, el sistema financiero y el mercado de bienes y servicios.
Tenemos el deber de preguntarnos si no habremos luchado más de una vez en la trinchera equivocada y si habremos hecho correctamente nuestro trabajo en la trinchera de la clase social a la que pertenecemos y de las ideas que defendemos. Hace unos días, algunas víctimas de las guarimbas viajaron a España y otros países europeos a difundir la verdad. Era la oportunidad de lanzar un misil en la línea de flotación de falsimedia, que lleva ya muchos años alimentando una matriz falsa sobre Venezuela. El enemigo lo sabía, de ahí que boicotearan los actos allí donde se celebraron. Aparentemente, la oposición logró su objetivo de impedir que la opinión pública europea conociera la verdad. Yo creo que se debería repetir la experiencia haciendo una gira por las principales ciudades europeas y reclamando el apoyo de las organizaciones que respaldan el proyecto de emancipación y transformación profunda en Venezuela. Esta es una buena ocasión para denunciar el papel infame del aparato ideológico del crimen organizado, que es falsimedia y que cuenta con una compleja red a nivel planetario.
Esta misma tarde la televisión pública española ha informado que las autoridades alertan que no se viaje a Venezuela salvo en casos de extrema necesidad, al tiempo que abría los micrófonos a representantes opositores de la asamblea. Lo correcto hubiera sido alertar de que no se viajara a los barrios ricos donde los opositores organizan guarimbas, pero el gobierno ultraliberal del PP conoce muy bien su papel en esta guerra de cuarta generación, en que la oligarquía controla todos los medios de comunicación importantes y los mercados, sin que las mayorías humildes hayan tomado todavía conciencia de su papel y sus herramientas. Permitimos que los medios de manipulación de la tiranía imperial contaminen nuestras neuronas con la misma facilidad que contaminamos nuestras células con comida basura o el aire viciado de un cigarro. Sufrimos así adicciones que nos salen muy caras y no hacemos propósito de enmienda. Este aviso de la TVE1 suscita un inminente cambio de escenario en Venezuela, con nuevos acontecimientos, que buscarían el desenlace final con la intervención de la “ayuda humanitaria internacional”, que, por lo que hemos podido apreciar en otros casos, se convertirían en los escuadrones de la muerte de la sociedad bolivariana venezolana.
Por si todavía estamos a tiempo, deberíamos seguir batallando en el terreno de la información, reclamar la colaboración de las víctimas de los opositores y pedir a los gobiernos amigos de Venezuela que repudien a la OEA como estructura al servicio del neocolonialismo en América Latina al tiempo que reivindican el Alba, Unasur, Petrocaribe, Celac como organizaciones supranacionales al servicio de la integración y de la emancipación.
La OEA es un emporio mercenario al servicio del imperio norte americano, y Almagro es el comisario político de la violencia paramilitar en Venezuela. Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Salvador y todos los países del Caribe debieran retirarse de este establecimiento imperialista.