Se ha convertido en una norma, que en cualquier artículo que aparece publicado en nuestros medios, siempre que exista una llamada a la necesaria cordura, se escriban uno o más comentarios, donde es repetida la frase: “no nos metamos en la vida de las personas y dejemos que cada cual haga lo que quiera”.
Como eso casi siempre sucede ante un tipo de forma de tratar un tema, he empezado a dudar sobre la sinceridad de los que escriben, o sea, no me parecen ni tan ingenuos, ni tan reclamadores o defensores de las libertades individuales.
Por sólo citar dos ejemplos muy recientes.
El otro día, se publicó un artículo de Rolando Pérez Betancourt sobre las características de algunas películas y cómo el público era atraído por ellas, haciendo un llamado a la necesaria cultura cinematográfica para evaluar los productos que recibimos. Existieron comentarios diferentes, pero enseguida salieron algunos con la cantaleta del dejar hacer.
En Cubadebate, se publicó un artículo muy bien documentado de Martínez de Osaba, sobre algunas historias y decisiones que han existido en el béisbol cubano. En ella se habla de los que se fueron, y los que se quedaron, así como las decisiones oficiales de ambos lados del Estrecho de la Florida. Uno de los primeros comentarios, obviamente fue: dejen que cada cual tome la decisión que desea.
Me pregunto: ¿Es así? ¿Cada cual puede hacer y de hecho hace lo que desea?
Desde que nuestros antepasados decidieron dejar de ser nómadas individuales y unirse en aquellas gens primigenias, se dieron cuenta de que la única forma de existir, resistir y sobrevivir, era cediendo parte de sus libertades individuales y aprovechar la fortaleza que aún hoy, sigue ofreciendo la unidad.
Fueron primero los acuerdos tácitos y luego todos los cuerpos normativos que conformaron y conforman la vida en sociedad, donde, por encima de los intereses individuales, primaron ese “poquito” de ceder lo mío, en función del bien común.
La historia sigue contando, todas las veces en que la violación de ese principio, trae como consecuencia las desigualdades extremas, las guerras y todas las tristes realidades que son el vivir de nuestro día a día.
Pero, pensando en otro ángulo del problema, parece que el llamado a dejar hacer lo que se quiera, es sólo una fórmula que se promueve para aplicar en esta Cuba del Siglo XXI, pues ante artículos que aparecen en Internet, donde se llama a promover e intensificar el bloqueo contra Cuba, o las acciones contra Venezuela o al mantenimiento de la guerra en Siria, entonces no aparecen esas voces “libertarias”.
Miles y miles de personas en Estados Unidos se oponen a las leyes norteamericanas contra Cuba, pero no viajan a la Isla –con sus respetables excepciones que nunca se han cansado de acompañarnos, en contra de todo y asumiendo los riesgos que eso implica. Allá existen leyes que sancionan –y muy fuerte— al que las infringe.
Le pueden gustar las playas caribeñas, el habano o el ron cubano, pero aquellos, tratando de hacer el cumplir el “yo hago lo que quiero”, no se montan en un avión o en un crucero y vienen de turistas al verde caimán. Buscan resquicios y variantes, porque las leyes, diseñadas y aprobadas por muchos o por pocos, están hechas para organizar aquella sociedad y deben ser cumplidas.
Allí, si le das una reprimenda en voz alta o una simple nalgada a un niño, alguien te puede denunciar por maltrato infantil. A lo mejor depositas las botellas vacías en el tanque de la basura orgánica y alguien te puede denunciar –de hecho te denuncia–. Pueden ser las violaciones de sonido, de despilfarro del agua, de cambio de estructuras arquitectónicas, o simplemente por una variante del color de la pintura. Lo definido por la ley, siempre va a tener alguien que lo denuncie.
Entonces, ¿por qué sólo a nosotros se nos exige que no regulemos y que dejemos hacer? ¿Por qué se nos critica por promover formas culturales aprobadas por la gran mayoría, con independencia de los gustos que puedan tener cierta cantidad de individuos? ¿Por qué no sancionar lo mal hecho o lo que daña a la mayor parte de la ciudadanía?
Como decía al inicio, ¿serán tan ingenuos esos llamados a la “libertad” humana?
Reblogueó esto en Miluramalho’s Blog.
en italiano http://www.cubainformazione.it/?p=22181
Que cada cual haga lo que quiera, pero el oligopolio mediático construido por la oligarquía transnacional y nacional ha construido un pensamiento único, a modo de camisa de fuerza, más poderoso que las torturas y las mazmorras de los estados represivos. El rey va desnudo y su conducta licenciosa atenta contra los derechos e intereses de los súbditos, pero todos temen merecer el calificativo de bastardos.
Del mismo modo que en el océano son los superdepredadores, como los tiburones, los grandes amantes de la libertad sin límites, y los peces más humildes de la cadena trófica los que necesitan de la cooperación y de la defensa común para sobrevivir, también una república de trabajadores de clase única, como es Cuba, necesita máxima disciplina social y velar por el principio de igualdad para que no acabe ocurriendo lo típico de las sociedades estratificadas en clases sociales, donde el incremento de las diferencias no hace sino incrementar el libertinaje y los abusos de los privilegiados.
Fidel sobre el tema https://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/03/28/una-obra-social-solida-y-duradera-solo-puede-ser-fruto-de-la-educacion-y-la-conciencia-por-fidel-castro/
Hola:-)
Mi respuesta a las últimas preguntas es: Para desunir.
Que cada cual haga lo que quiera es una forma de promover la desunión y todos sabemos, lo que le pasa a los desunidos.
Saludos;-)
No es posible vivir en sociedad si no existen normas de comportamiento y estas se acatan. Ese pensamiento de libertinaje es el que prima hoy en muchas personas en nuestro pais que “les importa un pito” molestar a los demas, como el que proclama que “yo puedo hacer en mi casa lo que me de la gana” sin tener en cuenta que afecta a los vecinos con su musica o hasta los ritos “religiosos” de algunos, asi como el que atraviesa el carro en la acera obstruyendo el paso de peatones, el que crea el microvertedero vertiendo escombros.
El fenomeno tiene su maxima expresion en la llamada “indisciplina social”, que no es mas que el pretexto para justificar la indolencia de muchos.
Cuando se comenta algo negativo por cualquier directivo en una reunion o en los medios masivos surge frecuentemente la frase “el problema es de todos”, con lo que se pretende que sean los CDRs, los ciudadanos, los que resuelvan lo que tienen que resolver por ley los que hemos elegido o le pagamos para que resuelvan los problemas, como es el caso de los funcionarios estatales y la policia.
Hay indisciplina social porque hay indolencia oficial, y no aparece por parte alguna la real voluntad de suprimirla por quienes hemos elegido o designado para hacerlo.