Hillary al teléfono…

Iroel Sánchez

Hillary Clinton

“Es peligroso ser nuestro enemigo, es fatal ser nuestro aliado”. La frase es de Henry Kissinger y sintetiza como pocas el cinismo de la política exterior estadounidense. Alguna idea semejante tiene que haber flotado en la conversación telefónica que acaba de sostener Hillary Clinton con el canciller español Miguel Ángel Moratinos. Aunque algunos medios se refieren sólo a que la Secretaria de Estado norteamericana expresó la disposición de acoger en territorio norteamericano –“dentro de la normativa vigente”- a los ex presos contrarrevolucionarios cubanos que han arribado a Madrid, ése no fue el único tema de la llamada. Otras fuentes mencionan –siempre en segundo plano- asuntos de interés para ambas partes como el Oriente Medio y sobre todo la insistencia de Estados Unidos para que el gobierno español reconozca la independencia de Kosovo. “Estados Unidos no ceja en su empeño de que España se sume a los países que han reconocido la independencia de la ex provincia serbia de Kosovo”, casi se queja un periódico madrileño. España, con importantes movimientos nacionalistas – sobre todo en Cataluña y el País Vasco- se ha opuesto a reconocer hacia fuera lo que niega hacia dentro, pero no ha logrado ser comprendida por su aliado de la OTAN.  Quizás alguien tan apreciado en Madrid -y aún más en  Washington- como Javier Solana pueda explicar a las autoridades ibéricas lo importante que es para los norteamericanos ese reconocimiento. Solana -que acaba de ser recibido triunfalmente en España- encabezó, como Secretario General de la OTAN durante la administración del esposo de Hillary, la agresión a Yugoslavia en busca de la independencia para los albano-kosovares. Existen numerosas revelaciones acerca de que la guerra de Kosovo fue un capítulo en que el apoyo al narcotráfico y el terrorismo estuvieron del lado norteamericano. El reconocimiento a la independencia de Kosovo es el verdadero interés de la señora Clinton, tanto que puede rebajarse a llamar a un aliado menor para insistirle en el tema en un momento en el que debe andar bastante ocupada. El Departamento de Estado ha recibido un incremento en sus plantillas para contratistas (mercenarios) en Iraq, que  pasarán de 2000 a más de 7000, y su atención ha sido trasladada del Pentágono a la dependencia que dirige la sonriente dama. Buscando ser complacido, Estados Unidos aceptaría llevarse –siempre “dentro de la normativa vigente”- a sus antiguos empleados en Cuba, que ahora en España despotrican contra el gobierno que los acogió. Algunos dirán que “Roma paga a los traidores pero los desprecia”. Y después de despreciarlos los sigue usando, habría que agregar.