El poeta Víctor Casaus nos envía estas crónicas desde Argentina donde el Centro Pablo de la Torriente Brau realiza la gira “Nuestra voz para vos”.
Ciertas crónicas del Sur
Este recorrido de la gira Nuestra voz para vos hizo escala breve, brevísima, en Buenos Aires, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para cumplir un compromiso del programa y del corazón: compartir en el local de la Asamblea Popular de San Telmo, en la esquina de San Juan y Piedras, el día 8 al mediodía, con las personas que viven en situación de calle y son invitadas cada domingo del mundo a disfrutar del almuerzo que manos solidarias preparan para ellos y ellas.
Quiero contarles porqué fuimos el dúo Cofradía y yo ese día y qué hicimos allí, pero el primer párrafo incluye datos y frases que también quiero comentarles ahora, desde el asiento del micro/la guagua/el ómnibus que nos está llevando desde Mendoza hasta Santiago del Estero, siguiente parada de Nuestra voz…, en un viaje casi trasatlántico de 18 horas.
Esa Asamblea Popular fue una de las surgidas/creadas en el barrio de San Telmo al calor de la crisis del 2001: una experiencia muy interesante de participación popular, colectiva, inédita, que finalmente no enrumbó por caminos más abarcadores. Pero recuerdo los mensajes de la gente amiga durante esos días, cargados de entusiasmo por esa posibilidad de expresión –y de participación política con nuevos matices o, mejor, nuevas esencias– que se abría, de pronto, ante ellos, entre las justas peticiones de Que se vayan todos. Este local de San Juan y Piedras sigue sirviendo a objetivos nobles y necesarios: allí radica una radio abierta, sirve de espacio de reunión a activistas de derechos humanos, se fabrican esas losas que luego vemos en algunas aceras del barrio recordando nombres y fechas de compañeros y compañeras que desaparecieron durante los años oscuros de la dictadura militar.
El otro comentario rápido sobre temas mencionados en el primer párrafo se refiere a la frase en situación de calle para referirnos a las personas que no tienen casa donde vivir y duermen en zaguanes, parques o veredas, para moverse –o deambular, o trabajar en lo que se pueda– al día siguiente. Homeless del Sur: hermanitos y hermanitas en situación de desgracia personal, que a veces se extiende durante años, a pesar de los esfuerzos que puedan hacer –y han hecho en los últimos años– el Estado y diversas organizaciones sociales para paliar pobrezas y crear fuentes de ayuda, en esa y otras esferas. Nuestro amigo, el fotógrafo cubano-casi argentino ya, Kaloian Santos documentó el pasado año la experiencia trágica de Pechito, ser humano en situación de calle en esta ciudad más bien enorme de Buenos Aires, en una exposición fotográfica y documental urgente que mostramos también en el Centro Pablo en La Habana.
Allí, en el local solidario de la Asamblea, gente amiga y querida como Jorgelina DiLorio y Mariana Sosa han creado un espacio de encuentro con diversas áreas de la belleza de la vida como la poesía, la canción, las artes plásticas, al que han nombrado Arte mutante. Respondiendo a la invitación generosa de estas amigas, colaboradoras ad honorem del Centro Pablo en la Argentina, fue que llegamos a la Asamblea el pasado domingo, en vuelo –terrestre– casi directo desde Azul, para compartir la olla popular de aquel domingo, entregar libros, publicaciones y discos del Centro Pablo y, sobre todo, compartir, todos y todas en situación de solidaridad y amor nuestros poemas y nuestras canciones. Preciso: las que traemos desde La Habana y las que varios de ellos pusieron a flotar en el ambiente hermoso y fraterno de la olla: arte mutante y solidario, que intercambia una canción de amor de los Cofradía con otra que habla del episodio amargo de las Malvinas, que alterna poemas del Víctor que escribe esta crónica en la ya oscuridad del micro hacia Santiago y el otro Víctor, mi tocayo, amigo en situación de poesía con quien también compartí escenario un año atrás en ese local fraterno.
Porque, sí, yo había tenido esa experiencia iniciática, junto a la cantautora Dafne Usorach, cuando estuve por allí en otras tareas en el año 2014. Entonces conocí a Víctor, de origen chileno, y a Lorena –que ahora no pudo asistir—y que continúa viviendo sus noches, me cuentan, en la entrada del teatro Gaumont. Lorena tiene dos hijos, esa vida dura que menciono aquí en la oscuridad de este ómnibus, y una inteligencia aguda que la hace escribir, también textos hermosos, preparar revistas alternativas en situación de creatividad, y vivir. Eso: vivir, como toda la gente amiga ya o ahora nueva gente amiga a quienes el Arte mutante reunió con estos cubanos que han traído su voz para ellos y ellas y para la gente que encontraremos, en los días que siguen en Santiago del Estero, Córdoba, Tucumán y la Capi.
Para seguir siguiendo estas cosas del alma es que hacemos NUESTRA VOZ PARA VOS. Estoy terminando de escribir esta crónica urgente comenzada en el micro/la guagua/ el ómnibus ya en Santiago el Estero a donde llegamos a las 5 de la mañana.
Nos esperaba Mistol, una de las muchachas que trabajan con el Indio Froilán y Tere Castronuovo, fundadores de este espacio mágico del PATIO DEL INDIO FROILAN. Aquí compartiremos poemas y canciones, ya con ritmo de chacarera muy presente, antes de seguir hacia Córdoba, próximo destino, el día 20.
Mañana martes 17 se presentará mi libro y CD AMAR SIN PAPELES, con canciones de mi querida amiga andaluza Lucía Sócam en la librería Dimensión, legendario espacio de la cultura santiagueña, dirigida hoy por Fran Santucho.
Pero estoy dando saltos, flash backs y flash forwards en este formidable recorrido que comenzamos en La Plata y Azul hace unos días.
Como estas ciertas crónicas desde el sur quieren ser cronológicas para compartir con ustedes en tiempo casi real las maravillas vividas, termino aquí esta memoria de lo ocurrido en la Asamblea de San Telmo y les anuncio –para comprometerme a mí mismo sobre todo— la próxima crónica sobre las actividades hermosas que realizamos en Mendoza, junto a Liliana Herrero y con la ayuda imprescindible de Violeta Ayres, Stella Tortolini y otras gentes queridas de esos pagos mendocinos.
En esa crónica nos vemos en dos días. O en un día, quién sabe.