José Luis Fariñas
Odisea
Íbamos regresando, anuladoramente,
por los techos del purgatorio,
detrás de las teas apagadas,
detrás del ojo por el ojo
y del diente por todo ese tramo de ballenas.
Íbamos como hermanos, aunque doliera el canto,
y Nadie nos decía a cuál Jerusalem volver el rostro
ni a cual Ítaca entregar el sueño.
Íbamos renacidos pero ciegos
y calentábamos un poco de restos de chacal
y caldo de algas, en la playa oscura.
Odiseo nos guiaba,
pero no lo sabíamos.
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