José Luis Fariñas
El segundo desierto
Ve bajando al cielo,
intercéptate, tu alma nunca huye.
Solo tu cuerpo busca entre los pedazos del puente.
Ve y cúbrete, abiertamente, con una frialdad cualquiera
o con toda la luz que tu sombra pueda soportar.
Pero recuerda, ni siquiera ese temblor
que sobre las dunas te retuerce
es permanente.
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