Ángel Guerra Cabrera
Les cuento cómo se gestó el manifiesto En Defensa de Palestina publicado aquí el 5 de agosto.
El 30 de julio, el presidente de Bolivia, Evo Morales, anunció que su gobierno declaraba a Israel Estado terrorista como condena al ataque a Gaza, que calificó de “genocidio”. Bolivia también rompió el acuerdo tomado por las dictaduras militares de conceder ingreso sin visa a los ciudadanos de Israel.
Cabe recordar que en enero de 2009 Bolivia y Venezuela rompieron relaciones diplomáticas con Israel ante el feroz ataque por aire, mar y tierra lanzado por este contra Gaza en diciembre de 2008. Cuba, cuya norma es no romper relaciones diplomáticas con otros países, lo había hecho en 1973, en un acto excepcional, expresión de su total solidaridad con Palestina.
La decisión de Evo Morales tuvo una cálida acogida no sólo en medios antiimperialistas y progresistas sino en la opinión pública latino-caribeña e internacional como se pudo constatar en las redes sociales. Coincidió con un punto en que la solidaridad con Palestina crecía como bola de nieve. El periodista británico Robert Fisk destacó que a los medios de prensa corporativos se les hace cada vez más difícil continuar engañando a sus audiencias, que les exigen un mínimo de apego a la verdad.
A la par de la determinación boliviana se desarrollaba ya un intenso debate en Internet sobre la cuestión palestina. Las imágenes televisivas de niños, mujeres, ancianos y, civiles en general, destrozados por la indiscriminada metralla israelí y miles de casas y manzanas reducidas a escombros evidenciaban un propósito deliberado de exterminar a los gazatíes. En un grupo de debate en la web donde habitualmente discutimos asuntos de Bolivia y América Latina, Simona Yagenova lanzó desde Guatemala la idea de realizar una fuerte declaración de condena a Israel y de solidaridad con Palestina.
A partir de allí la idea tomó cuerpo rápidamente. Omar González, coordinador del capítulo cubano de la Red en Defensa de la Humanidad(REDH) y este cronista planteamos que el manifiesto debía salir de Bolivia lo que fue recibido con aprobación unánime por los internautas que se iban sumando a la discusión. Las razones: además de la declaratoria de Israel como terrorista, Evo es fundador de la REDH, ha acudido a sus reuniones principales y es presidente este año del G77 más China, el grupo más representativo de los países del Sur.
Otro argumento a favor era que ya para este momento se había integrado muy activamente a la discusión Katu Arkonada, un vasco/boliviano que ha dedicado los últimos años a defender la Revolución Democrática y Cultural de Bolivia. A Katu le preguntamos si él y el periodista boliviano Hugo Moldiz podían redactar un borrador de documento y recabar apoyos en Bolivia. No solo aceptaron sino que a las 48 horas ya habían conseguido la anuencia de Evo para que el manifiesto saliera de Bolivia con él como primer firmante.
Paralelamente, le informé los acuerdos a que habíamos llegado a Pablo González Casanova, fundador también de la REDH y promotor siempre de iniciativas solidarias. Pablo me dio su apoyo y me sugirió que el manifiesto subrayara la gravedad de que Washington y su aliado especial Israel violen reiterada e impunemente todas las normas del derecho internacional, incluyendo las resoluciones de la ONU sobre Palestina. También informamos a Carmen Lira, directora de La Jornada, a Patricia Villegas, directora de Telesur, a Osvaldo León en ALAI, a Rosa Miriam Elizalde en Cubadebate, a Iroel Sánchez en La Pupila Insomne, a Rosa Carmen Baez en La Polilla Cubana, a Rebelión y a cuantos medios sabíamos que divulgarían el manifiesto.
Katu, Hugo y yo redactamos un borrador que enviamos a Omar, a Carmen Bohórquez, coordinadora del capítulo venezolano de la Red y a Atilio Borón, que hizo buenas sugerencias. Al amanecer ya teníamos la versión final, en la madrugada siguiente Evo le dio el visto bueno y entre la medianoche del viernes 1 y la mañana del lunes 4, con la cooperación indispensable de Ana Esther Ceceña y de la dinámica e insomne Ariadna, del capítulo cubano, ya habíamos recibido más de 500 firmas. Galeano, Pérez Esquivel, Retamar, Alice Walker, los obispos Raúl Vera, Pedro Casaldáliga, Silvio Rodríguez y Joao Pedro Stedile entre muchos otros. El 6 teníamos más de mil apoyos y siguen llegando. Ahora lo principal es conseguir el de las organizaciones populares y se está diseñando con urgencia un blog para publicar poesías, canciones, fotos, dibujos, opiniones, inspirados en la indoblegable resistencia palestina y en sus niños. No hay mejores armas para derrotar al nuevo fascismo que el arte y el pensamiento crítico.
Boicotear los productos israelíes con el móvil, una opción para la solidaridad con Gaza
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/sociedad/view/136357-boicot-israel-telefono-ios-android-gaza
Saludos
Miguel A.
Comparto plenamente la declaración de Israel como estado terrorista, así como la declaración de estado terrorista contra todos los que practican el imperialismo en la nave espacial Tierra. ¿Acaso no es igual de grave y discriminatoria la situación de los ciudadanos que viven en el Tercer Mundo respecto del Primer Mundo, con sólo que eliminemos las artíficiales y encubridoras fronteras territoriales?
La creación del estado de Israel no fue una buena solución para un pueblo que, desde los tiempos del Imperio Romano, no tuvo patria ni tampoco encontró el apoyo que necesitaba por parte de los organismos internacionales. Nunca se debió permitir que dos pueblos ubicados en el mismo territorio llegaran a la dramática conclusión de que no hay futuro para ellos sin la eliminación del otro, parecida situación a la que vivirán otros pueblos y estados en el futuro por el acceso a recursos críticos.
Si nos molestáramos en emplear el método del materialismo cultural (recomiendo el estudio de la obra de Marvin Harris), comprobaríamos que el alarmante crecimiento demográfico que se está produciendo en los territorios de Israel y Palestina, con motivo de las altas tasas de natalidad y la inmigración incontrolada, es un factor que está incidiendo poderosamente en las creencias y comportamientos hostiles de ambos pueblos, de modo parecido a lo que ocurrió en la región de los grandes lagos de Africa, donde hutus y tutsis protagonizaron aquel demoledor genocidio, como resultado de una explosión demográfica que quebró el equilibrio entre población y recursos ambientales, dejando como solución ineludible el ajuste de la situación a través de la barbarie que significa operar en el terreno de la tasa de mortalidad.
¿Cuándo la humanidad comprenderá que los problemas políticos y económicos hay que abordarlos también en las relación de reproducción ajustando las tasas de natalidad a los recursos ambientales y reconociendo el derecho a una vida digna de todos los nacidos? Las autoridades judías y palestinas tuvieron la oportunidad de convivir pacíficamente regulando los nacimientos en función de los recursos y del reparto de estos inicialmente acordado, pero la disparatada explosión demográfica ha desencadenado una hostilidad permanente y ha provocado que haya sido finalmente el más fuerte quien ha optado por la solución final, que no es otra que la eliminación o expulsión de quienes llevaban siglos viviendo en la región como legítimos dueños. Un triste ejemplo de la ineptitud de los organismos internacionales, los estados y los líderes de opinión a la hora de prevenir o erradicar los graves conflictos mundiales, presentes y futuros.
Ivan: “¿Cuándo la humanidad comprenderá que los problemas políticos y económicos hay que abordarlos también en las relación de reproducción ajustando las tasas de natalidad a los recursos ambientales…”
Ya esto lo trató de explicar Thomas Malthus en 1798 y unos años después, K.Marx demostró lo erróneo de esa teoría. Así que, por favor Ivan, no trates de reavivar teorías tan reaccionarias.
Saludos,
Miguel A.
Me pregunto qué es lo que le parece erróneo y reaccionario a Miguel A. ¿Acaso es posible un crecimiento demográfico permanente en un planeta de recursos finitos? En cualquier ecosistema animal se producen ajustes constantes entre población y recursos, unos operan en el ámbito de la mortalidad y otros en el de la natalidad. La escasez de alimento provoca altas tasas de mortalidad y, en multitud de especies inferiores al ser humano, bajas tasas de natalidad. Muchas especies de aves (e incluso de insectos) regulan la producción de huevos en función de los recursos ambientales. Lo adaptativo es no despilfarrar reservas y recursos en el proceso de reproducción para traer al mundo descendientes que no son viables. Entonces, ¿en base a qué argumentos los humanos nos comportamos como las bacterias, reproduciéndonos exponencialmente y condenando a millones de seres a una vida desgraciada y una muerte prematura? Al menos las bacterias carecen de autoconciencia y pueden producir individuos adultos cada 20 minutos. Los humanos en cambio tenemos autoconciencia, podemos planificar anticipadamente nuestros actos y necesitamos 20 años para producir una generación. Que alguien me explique cómo es posible que se siga fomentando la natalidad en un planeta de más de 7.000 millones de seres humanos, un crecimiento exponencial que la duplica cada 40 años aproximadamente y recursos críticos esenciales y sin alternativa (como los alimentos) en claro proceso de sobreexplotación (la desertificación afecta a millones de hectáreas cada año, los grandes acuíferos y reservas de aguas dulces disminuyen de forma alarmante, la salinización y contaminación inhabilita gran cantidad de suelos fértiles y el cambio climático amenaza buena parte de la producción futura). ¿Qué sentido tiene vivir al borde del precipicio o ponernos en manos de los autobuseros de ese viaje a ninguna parte que es la religión?
Sólo hay una razón por la que la mayoría de humanos vivimos como bacterias, a pesar de tener autoconciencia e instinto de autoconservación: formamos parte de sociedades complejas lideradas por una clase dominante, que, en un momento del proceso histórico, alteró las relaciones de reproducción en su propio beneficio sustituyendo la adaptación al medio a través de la regulación de los nacimientos (como practican todavía numerosas culturas igualitarias, sirva como ejemplo los bosquimanos) por la producción incentivada de carne de cañón y carne de fábrica, convirtiendo a una mayoría de seres humanos en mercancía de usar y tirar.
En cada cultura, su clase dominante ha encontrado el modo de explotar y sacrificar a sus subordinados en su propio provecho a través del crecimiento demográfico y del sometimiento más vil. Por lo que se refiere al capitalismo, al tratarse de un sistema piramidal, donde la tasa de acumulación debe tener siempre un carácter creciente, es vital que vaya acompañado del crecimiento demográfico y de los mayores incentivos sobre este (empezando por la manipulación y el engaño). Aunque ya no pueda decirse que el capitalismo necesita del crecimiento demográfico para la producción de mercancías con cientos de millones desempleados o subempleados, si lo necesita para el incremento del consumo y para que sirva de coartada a la hora de justificar una mayor presión sobre los recursos. Seamos claros una vez más: la oligarquía económica mundial hace ya bastantes años que se olvidó del compromiso con las generaciones futuras, lo que no debería extrañar a nadie si reparamos en que ni siquiera mantienen una relación de compromiso con las generaciones presentes. Lo único que les preocupa es que la tasa de acumulación deje de ser creciente, y no precisamente por el hecho de que no vayan a llegar a fin de mes sino por que el capitalismo es un modelo de juego patológico, cuyas expectativas deben cumplirse para que la mente no entre en crisis.
El conflicto entre judíos y palestinos se pudo evitar regulando los nacimientos y garantizando un puesto de trabajo a todos los nasciturus. Por el contrario, se agravó extraordinariamente desde el momento en que unos y otros utilizaron el crecimiento demográfico como arma arrojadiza, desencadenando las pulsiones más destructivas y hostiles. De todo cuanto he leído sobre el tema, me quedo con las declaraciones de una palestina: no volveré a tener hijos mientras sea tan trágico su destino. Una huelga de vientres reivindicando los derechos humanos para todos no es sólo la reivindicación más inteligente y noble de las mujeres judías y palestinas sino de todas las mujeres de este planeta hasta que los derechos de sus nasciturus estén plenamente garantizados. Pero algo así jamás lo permitirá el capitalismo, ya que sería su sentencia de muerte. Tendrá que ser el socialismo quien lo haga realidad. Lamento haberme extentido pero en ningún asunto es mayor la manipulación que en la cuestión demográfica ni mayores las esperanzas de cambio.
Me pregunto qué es lo que le parece erróneo y reaccionario a Miguel A. ¿Acaso es posible un crecimiento demográfico permanente en un planeta de recursos finitos? En cualquier ecosistema animal se producen ajustes constantes entre población y recursos, unos operan en el ámbito de la mortalidad y otros en el de la natalidad. La escasez de alimento provoca altas tasas de mortalidad y, en multitud de especies inferiores al ser humano, bajas tasas de natalidad. Muchas especies de aves (e incluso de insectos) regulan la producción de huevos en función de los recursos ambientales. Lo adaptativo es no despilfarrar reservas y recursos en el proceso de reproducción para traer al mundo descendientes que no son viables. Entonces, ¿en base a qué argumentos los humanos nos comportamos como las bacterias, reproduciéndonos exponencialmente y condenando a millones de seres a una vida desgraciada y una muerte prematura? Al menos las bacterias carecen de autoconciencia y pueden producir individuos adultos cada 20 minutos. Los humanos en cambio tenemos autoconciencia, podemos planificar anticipadamente nuestros actos y necesitamos 20 años para producir una generación. Que alguien me explique cómo es posible que se siga fomentando la natalidad en un planeta de más de 7.000 millones de seres humanos, un crecimiento exponencial que la duplica cada 40 años aproximadamente y recursos críticos esenciales y sin alternativa (como los alimentos) en claro proceso de sobreexplotación (la desertificación afecta a millones de hectáreas cada año, los grandes acuíferos y reservas de aguas dulces disminuyen de forma alarmante, la salinización y contaminación inhabilita gran cantidad de suelos fértiles y el cambio climático amenaza buena parte de la producción futura). ¿Qué sentido tiene vivir al borde del precipicio o ponernos en manos de los autobuseros de ese viaje a ninguna parte que es la religión?
Sólo hay una razón por la que la mayoría de humanos vivimos como bacterias, a pesar de tener autoconciencia e instinto de autoconservación: formamos parte de sociedades complejas lideradas por una clase dominante, que, en un momento del proceso histórico, alteró las relaciones de reproducción en su propio beneficio sustituyendo la adaptación al medio a través de la regulación de los nacimientos (como practican todavía numerosas culturas igualitarias, sirva como ejemplo los bosquimanos) por la producción incentivada de carne de cañón y carne de fábrica, convirtiendo a una mayoría de seres humanos en mercancía de usar y tirar.
En cada cultura, su clase dominante ha encontrado el modo de explotar y sacrificar a sus subordinados en su propio provecho a través del crecimiento demográfico y del sometimiento más vil. Por lo que se refiere al capitalismo, al tratarse de un sistema piramidal, donde la tasa de acumulación debe tener siempre un carácter creciente, es vital que vaya acompañado del crecimiento demográfico y de los mayores incentivos sobre este (empezando por la manipulación y el engaño). Aunque ya no pueda decirse que el capitalismo necesita del crecimiento demográfico para la producción de mercancías con cientos de millones desempleados o subempleados, si lo necesita para el incremento del consumo y para que sirva de coartada a la hora de justificar una mayor presión sobre los recursos. Seamos claros una vez más: la oligarquía económica mundial hace ya bastantes años que se olvidó del compromiso con las generaciones futuras, lo que no debería extrañar a nadie si reparamos en que ni siquiera mantienen una relación de compromiso con las generaciones presentes. Lo único que les preocupa es que la tasa de acumulación deje de ser creciente, y no precisamente por el hecho de que no vayan a llegar a fin de mes sino por que el capitalismo es un modelo de juego patológico, cuyas expectativas deben cumplirse para que la mente no entre en crisis.
El conflicto entre judíos y palestinos se pudo evitar regulando los nacimientos y garantizando un puesto de trabajo a todos los nasciturus. Por el contrario, se agravó extraordinariamente desde el momento en que unos y otros utilizaron el crecimiento demográfico como arma arrojadiza, desencadenando las pulsiones más destructivas y hostiles. De todo cuanto he leído sobre el tema, me quedo con las declaraciones de una palestina: no volveré a tener hijos mientras sea tan trágico su destino. Una huelga de vientres reivindicando los derechos humanos para todos no es sólo la reivindicación más inteligente y noble de las mujeres judías y palestinas sino de todas las mujeres de este planeta hasta que los derechos de sus nasciturus estén plenamente garantizados. Pero algo así jamás lo permitirá el capitalismo, ya que sería su sentencia de muerte. Tendrá que ser el socialismo quien lo haga realidad. Lamento haberme extentido pero en ningún asunto es mayor la manipulación que en la cuestión demográfica ni mayores las esperanzas de cambio.
Perdonen la duplicidad en mi último comentario. Creía que no se había grabado como respuesta a Miguel A., de ahí que lo incorporara como una opinión independiente. Si Iroel pudiera o quisiera quitar uno de los dos, se lo agradecería. Saludos.
Ivan nos dice:” La escasez de alimento provoca altas tasas de mortalidad…” y más adelante :”…Que alguien me explique cómo es posible que se siga fomentando la natalidad en un planeta de más de 7.000 millones de seres humanos, un crecimiento exponencial que la duplica cada 40 años aproximadamente y recursos críticos esenciales y sin alternativa (como los alimentos) en claro proceso de sobreexplotación …”
Para responderle me remito a tres noticias, creo que de casi todos conocidas:
1. Alianza Editorial e Oxfam Intermón han invitado al autor del libro ‘Despilfarro’, Tristram Stuart, que denuncia el despilfarro alimentario que se produce en el mundo. Según Stuart, sólo las 40 millones de toneladas de alimentos despilfarrados en los EEUU cada año podrían alimentar a los 1.000 millones de personas que se van a la cama con hambre cada día.
2. Olivier de Schutter, profesor de Derechos Humanos en la Universidad de Lovaina (Bélgica), deja su cargo de relator de la ONU por el Derecho a la Alimentación, una responsabilidad que ha ejercido desde 2008. El informe final presentado al término de su mandato a Naciones Unidas en Ginebra el pasado 10 de marzo alerta de que el sistema internacional de producción agroalimentaria no es sostenible por más tiempo y critica con dureza la liberación a que ha sido sometido este sector, que incluso cotiza en las bolsas internacionales.
3. Mathilde Iweins, experta de la FAO, explica a Desalambre las consecuencias económicas y medioambientales de este despilfarro de comida.
Cada año se emplean 1.400 millones de hectáreas para cultivar alimentos que acabarán perdiéndose o convertidos en basura, o lo que es lo mismo, se desperdicia un tercio de los alimentos que el mundo produce: 1.300 millones de toneladas. Más que suficiente para alimentar a los 870 millones de personas que pasan hambre cada día. Solo en los países ricos, por ejemplo, se tira tanta comida como la correspondiente a total de la producción neta de alimentos del África subsahariana, según la FAO
Así que, amigo Iván, su planteamiento es reaccionario (no digo que lo sea ud.)porque desconoce la realidad de que la causa de tanta habre en el mundo no es la superpoblación, sino que la producción de alimentos se rige por las reglas del capitalismo, que si hay que tirar los alimentos para mantener los precios, se tiran y si se puede especular en bolsa con producciones futuras a la baja, pues se especula y chau.
Y traernos a esta altura del partido planteamientos malthusianos es ocultar los verdaderos motivos del problema y trasladar la culpa a quien no la tiene, y eso también es un planteo reaccionario.
Saludos,
Miguel A.
El problema de Miguel A. es que tiene fe ciega en que tres noticias sobre el despilfarro de alimentos es más que suficiente para desmontar toda una teoría sobre los límites del crecimiento en la pequeña nave espacial Tierra, a demasiada distancia de fuentes de abastecimiento externas. Por más cierto que resulte el ineficiente sistema de producción capitalista, el injusto reparto de los alimentos, la intolerable dedicación de suelos fértiles a cultivos no alimenticios (como los biocombustibles) y los hábitos de consumo poco saludables o irrespetuosos con los alimentos, su corrección no significaría necesariamente que podemos seguir creciendo en población ilimitadamente o incluso que no hemos sobrepasado los límites del crecimiento. El hecho de que agrónomos de la talla y experiencia mundial de René Dumont denunciaran desde la década de los 70 del siglo pasado la inadecuada gestión de los recursos agrícolas, con títulos como “Utopía o muerte” o “Un mundo intolerable”, debió desencadenar una profunda reflexión sobre los límites del crecimiento en base a factores críticos como la producción de alimentos, que contó con la colaboración del Club de Roma, pero que no se tradujo ni en un diagnóstico mundialmente aceptado ni el medidas correctoras, lo cual era perfectamente comprensible bajo el modelo económico hegemónico: el capitalismo.
Para la conciencia de Miguel A. es muy tranquilizador imaginar que, con lo que se despilfarra en el Primer Mundo, se podría solucionar el problema del hambre en el mundo y seguir creciendo exponencialmente unas décadas más (¿o quizás ilimitadamente?). Pero la Humanidad no puede confiar en razonamientos tan acomodaticios y poco científicos. Ni siquiera es cierta la cifra de 870 millones de hambrientos. A los 1000 millones de seres humanos que pasan hambre extrema habría que añadir miles de millones malnutridos o subalimentados, parte de ellos en el primer mundo. Con ser muy grave para los propósitos de Miguel A. el dato de que más de la mitad de la población mundial está subalimentada, lo es todavía más la certeza de que la gestión que se está haciendo de los recursos agrícolas es cortoplacista y muy agresiva con factores cruciales como la fertilidad del suelo, las aguas dulces, los ecosistemas y el clima.
El complejo húmico-arcilloso del suelo requiere un mínimo del 2% de materia orgánica para resistir la erosión del agua y del viento. Como no se tiene en cuenta, millones de hectáreas son desertificadas cada año en el mundo. El agua de riego procedente de acuíferos de aguas fósiles (entre los que están algunos de los más importantes del mundo) no se puede recargar (por lo que bajará de forma alarmante la productividad de las tierras regadas con los mismos cuando se agoten) y los de aguas no fósiles son explotados muy por encima de su capacidad de recarga. La desforestación en amplias regiones de Africa, América y Asia para cultivos y ganadería es una condena a muerte de suelos muy frágiles, que en cuestión de años serán abandonados. La salinización y la contaminación con biocidas está destruyendo la fertilidad natural de gran parte de los suelos agrícolas y la sobreexplotación de buena parte de los suelos más fertiles del mundo por el cultivo de transgénicos (como los de Argentina) significa un despilfarro de recursos que la Humanidad no puede permitirse.
Pero Miguel A. prefiere seguir dentro de su burbuja, habilmente construida por falsimedia, sin reparar en que es el crecimiento demográfico lo que nos sigue convirtiendo en una mercancía de usar y tirar para la clase dominante, que hemos sobrepasado ampliamente los límites del crecimiento en factores críticos como la producción de alimentos y que esta dramática realidad no tiene otra explicación que la ambición cortoplacista de la clase dominante, que explota los recursos del planeta como vulgares bacterias para cumplir las exigencias del proceso de acumulación, sin reparar en las consecuencias que ello provoca en las generaciones presentes y desencadenará en las futuras. Un saludo y mi deseo para Miguel A. de que sea crítico y profundo frente a la ideología dominante.
Mi estimado David,no quiero hacer esto una cuestión personal,pero ud. se contradice.
Por un lado nos demuestra muy claramente que el sistema capitalista es lo más ineficiente en la explotación de los recursos, que es destructivo con el medio ambiente (el suelo, el agua, etc), reconoce que además el sistema desperdicia parte de lo que produce y en vez de decir claramente: “el culpable de tanta hambre y desnutrición es el sistema capitalista”; vuelve a insistir en la idea malthusiana de limitar el incremento de la población.
Las hambrunas, mi estimado David, vienen produciéndose desde hace centenares de años y con una población mundial mucho menor. En China se producía cada tanto crisis de hambruna, hasta que se produjo la revolución. Y eso es lo que quiero decir claramente, mientras el sistema de producción sea el capitalismo habrá hambrunas, seamos cuanto seamos.
Con esto termino y me vuelvo a mi burbuja.
Saludos,
Miguel A.
Lamento que mis argumentos le parezcan equivocados o contradictorios. Intentaré explicárselo de otra manera: incluso en el supuesto de que la agricultura mundial se gestionara en base a técnicas ecológicas (que conozco y practico en mis ratos libres) y se hiciera un reparto justo de los alimentos a nivel mundial, no sería posible alimentar satisfactoriamente a más de 7.000 millones de seres humanos. Estamos ante un problema de sobreexplotación de los recursos agrícolas y ganaderos, que recurre a métodos no permitidos en agricultura ecológica (como es el uso de abonos y biocidas de síntesis), que autoriza la práctica de la agricultura o el pastoreo en suelos frágiles y la explotación de los acuíferos por encima de su nivel de recarga, lo que se traduce en una producción (convencional) muy por encima de lo que sería posible bajo técnicas de cultivo ecológicas.
¿Cómo podríamos obtener en agricultura ecológica la materia orgánica que necesitan los suelos agrícolas con un nivel inferior al 2%? Un descenso en el consumo de agua dulce hasta niveles de sostenibilidad, bajaría la producción agrícola de forma significativa. También ocurriría si prohibiéramos el uso de los abonos nitrogenados de síntesis o contingentáramos el uso de los más que finitos superfosfatos. Sencillamente, estamos ante un grave problema de sobreexplotación de los recursos agrícolas y ganaderos que ni siquiera es capaz de alimentar satisfactoriamente a la mitad de la población mundial y que no se podrá solucionar en el futuro a través de las nuevas tecnologías (no hay nada en el horizonte de la ciencia ficción que pueda sustituir a los alimentos naturales en la nutrición humana o que puedan restablecer muchos de los macro y microelementos que las malas prácticas están despilfarrando y que las leyes de la entropía los hacen irrecuperables).
Por otra parte, se equivoca al afirmar que la revolución china logró acabar con la desnutrición, ya que, desgraciadamente, se produjeron graves hambrunas. La gran aportación del comunismo chino fue la regulación de los nacimientos para detener la explosión demográfica de una sociedad que ya tenía entonces más de 1000 millones y que probablemente hoy tendría más de 2000 millones. Sin embargo, todos los grandes medios de comunicación burgueses siguen criticando a China por la filosofía del hijo único (una de las decisiones políticas más importantes del siglo XX), los mismos que hablan de déficit demográfico en naciones como España, con un 26% de población activa desempleada y otro alto porcentaje de personas en edad de trabajar que ni se lo plantean. Tanta sinrazón y barbarie sólo es concebible en sociedades configuradas ideológicamente para el saqueo de los recursos del planeta en el más corto plazo posible, con el único propósito de que una megafauna pueda alcanzar sus obsesivos objetivos en la acumulación de riqueza, una variante del síndrome de Diógenes, ya que no necesitan para vivir dignamente ni el 1% de su patrimonio y llevan camino de convertir en irrecuperables buena parte de los recursos por las leyes de la entropía. Espero no haberle defraudado en esta ocasión, mi último comentario en este inaplazable debate sobre los límites del crecimiento. Un saludo.
Me gustaría saber como los ciudadanos cubanos podemos ayudar a ese agonizante pueblo. Al menos si pudiéramos darle refugio a los niños como se hizo en la ocasion del desastre de la Termonuclear de Chernobil. Eso sería formidable y estoy convencido de que nuestro prueblo asumiría este reto sin titubear. Estoy seguro de que cada cubano brindaría su casa sin pensarlo para acoger al menos a estos niños.
Nuestra solidaridad con el pueblo palestino es una cuestión de dignidad… y la condena mas absoluta a las políticas fascistas del sionismo y sus aliados, las potencias imperialistas de Europa y Norteamérica