Roberto Fernández Retamar
A Napoleón se le atribuye haber dicho a propósito de su presencia en la Revolución francesa que había terminado la novela y había comenzado la historia; es decir, terminaban los sueños generosos que hacen que la Revolución francesa siga siendo para nosotros un momento señero de la humanidad, y comenzaba la historia bajo el puño férreo de Napoleón, a quien volveré a referirme. El 8 de julio de 1801, Toussaint Louverture proclama una nueva Constitución para Saint-Domingue. En esa Constitución, por supuesto, la esclavitud no tiene lugar. Pero ese mismo año, Napoleón envía a Saint-Domingue, con vistas a aplastar a los revolucionarios de allí, encabezados por Toussaint Louverture, a su cuñado Leclerc. Es un ejército poderosísimo el que Napoleón envía a Saint-Domingue, con el intento de aplastar a los que habían sido negros esclavos y eran en esos momentos, paradójicamente, los portadores por excelencia de los criterios de libertad, igualdad y fraternidad que habían nacido en Francia y allí habían sido traicionados. Leclerc era cuñado de Napoleón, porque estaba casado con Paulina Bonaparte, y precisamente en El reino de este mundo Alejo Carpentier nos ha presentado escenas muy interesantes de Paulina Bonaparte, desnuda, recibiendo masajes de un esclavo negro, en condiciones que no pueden menos que entusiasmar.
El ejército de Leclerc, repito, era poderosísimo. ¿Por qué Napoleón envía tal ejército a Saint-Domingue? Es que Napoleón tiene el proyecto de establecer un gran imperio colonial francés en América, que fuera desde la Luisiana —que en esos momentos se encontraba en manos francesas— hasta Saint-Domingue, riquísima, y hasta las islas colonias francesas del Caribe que eran también riquísimas. Y era menester aplastar la Revolución en Saint-Domingue para hacer realidad ese proyecto suyo. En 1802, el 27 de abril, Napoleón emite el decreto que restablece la esclavitud y la trata de negros en las Antillas francesas. Solo si se conoce esto, el papel que desempeñó Napoleón en el Caribe, se comprende lo que nosotros los caribeños pensamos de Napoleón. Cuando leemos a figuras progresistas, muy progresistas, de Europa haciendo el elogio de Napoleón, no podemos acompañarlos en ese elogio; y, en cambio, entendemos perfectamente que José Martí haya escrito en uno** de sus Versos libres, hablando de Los Inválidos, donde están los restos de Napoleón, este verso memorable: «El corso vil, el Bonaparte infame». No podemos menos que pensar eso del hombre que volvió a establecer la esclavitud en el Caribe y la trata de negros. Es una perspectiva caribeña, la misma desde la cual Alejo Carpentier escribió El Siglo de las Luces. He tenido discusiones con algunos amigos franceses que me han preguntado por qué Alejo presenta en El Siglo de las Luces de tal manera las acciones de Napoleón. ¿Y cómo las va a presentar? ¿Cómo podemos presentar nosotros los caribeños a una figura que restablece la esclavitud, abolida por la Revolución francesa en ascenso y restablecida por la Revolución francesa en su etapa conservadora? Desgraciadamente, el 6 de mayo de ese año 1802, Toussaint Louverture, engañado, acepta las propuestas de Leclerc —en cierta forma se rinde ante él— y es enviado el 7 de junio a Francia, donde es encarcelado en el Fuerte de Joux. En 1803, el 7 de abril, en ese Fuerte morirá Toussaint Louverture, ignorando lo que estaba ocurriendo y por supuesto lo que iba a ocurrir como consecuencia de sus hazañas. Ese año 1803, en cumplimiento del decreto napoleónico, la esclavitud es restablecida en las colonias francesas, lo que hace que muchos dirigentes político-militares de Saint-Domingue que habían vacilado pensando que Leclerc llevaba proyectos de independencia a Saint-Domingue, comprenden que ello era completamente falso, que lo que llevaba eran proyectos para restablecer la esclavitud.
Leclerc murió de resultas de una enfermedad tropical, y la versión oficial de Occidente, es decir, del capitalismo, es que fueron las enfermedades tropicales las que vencieron a las tropas francesas, pero la realidad monda y lironda es que fueron los ex esclavos los que las derrotaron en 1803. De manera que cuando no queda más remedio que aceptar por la historia oficial europea que las tropas napoleónicas fueron vencidas en España y en Rusia —como se sabe de sobra—, se suele callar que antes que en España y Rusia las tropas napoleónicas fueron vencidas en el Caribe; fueron vencidas en Saint-Domingue, y no por los mosquitos, sino por los ex esclavos. Los mosquitos hicieron su parte —bienvenida sea—, pero fueron los ex esclavos, los generales que habían sido esclavos y habían crecido hasta ser generales, los que vencieron a las tropas de Leclerc. O sea, que esa forma extrema que representaba Napoleón del Occidente tuvo que morder el polvo de la derrota antes que en España y Rusia, en el Caribe.
*Fragmento de “Una esponja empapada en sangre”, versión de la conferencia magistral pronunciada en la Sala Che Guevara de la Casa de las Américas el viernes 26 de septiembre de 2003, al constituirse, en acto oficial, la Comisión Nacional cubana encargada de organizar el programa de celebraciones por el Bicentenario de la Revolución haitiana. El texto está publicado íntegramente en La Jiribilla
**El poema de Martí:
En torno al mármol rojo
En torno al mármol rojo en donde duerme
El corso vil, el Bonaparte infame,
Como manos que acusan, como lívidas
Desgreñadas crenchas, las banderas
De tanto pueblo mutilado y roto
En pedazos he visto, ensangrentadas!
Bandera fué también el alma mía
Abierta al claro Sol y al aire alegre
En un asta, derecha como un pino.-
La vieron y la odiaron, gerifaltes
Pusieron, y celosa halconería a abatirla echaron,
A traer el fleco de oro entre sus picos:
Oh! Mucho halcón del cielo azul ha vuelto
Con un jirón de mi alma entre sus garras.
Y sus! yo a izarla!-y sus! Con piedra y palo
Las gentes a arriarla,-y sus! el pino
Como en fuga alargábase hasta el cielo
Y por él mi bandera blanca entraba!
Mas tras ella la gente, pino arriba,
Este el hacha, ése daga, aquél ponzoña,
Negro el aire en redor, negras las nubes,
Allí donde los astros son robustos
Pinos de luz, allí donde en fragantes
Lagos de leche van cisnes azules,
Donde el alma entra a flor, donde palpitan,
Susurran, y echan a volar las rosas,
Allí, donde hay amor, allí en las aspas
Mismas de las estrellas me embistieron!-
Por Dios, que aun se ve el asta: mas tan rota
Ya la bandera está, que no hay ninguna
Tan rota y sin ventura como ella
En las que adornan la apagada cripta
Donde en su rojo féretro sus puños
Roe despierto el Bonaparte infame!-
Napoleón fue una gran decepción. De ser casi un héroe, un genio militar, pasa a ser un payaso imperialista, ambicioso y nepótico. Por algo el gran Beethoven, le quitó “La Heroica”, que alguna vez le había dedicado.
Saludos fraternos desde Chile
Siempre se ha visto una triste representacion de la Revolucion
Francesa, que en definitiva no llevo a ningun lugar y se sigue
considerando un simbolo.
Al final la Revolucion Francesa se resume en el triste destino
de Toussaint Louverture y no mas.
Hola, Iroel: WordPress no me deja comentar este excelente artículo del maestro Retamar. por eso te lo envío por esta vía a fin de que aparezca si lo crees oportuno, porque creo que vendría a reforzar la idea del poeta.
Abrazos desde Santo Domingo,
Carlos Rodríguez Almaguer.
Mi comentario es este:
Además de la derrota sufrida a manos de los haitianos en esa fecha mencionada por el maestro Retamar, un poco después, el 7 de noviembre de 1808, vuelven a ser derrotados los ejércitos franceses de Bonaparte, esta vez por tropas dominicanas al mando de Juan Sánchez Ramírez, en la Batalla de Palo Hincado; luego de la cual, por vergüenza ante la derrota sufrida, debido a la superioridad numérica, la preparación militar y el armamento que tenían los franceses, el jefe de estas tropas, general Ferrand, se suicidó. Esa batalla, olvidada acaso por la mayoría de los historiadores de nuestra América, cambió para siempre el rumbo de la historia dominicana, somo dijera el profesor Juan Bosch, y conservó española la parte oriental de la isla, en lugar de francesa, como habría ocurrido de haber salido victoriosas las tropas del “Corso Vil, el Bonaparte infame”.
“Ser culto es el único modo de ser libre. Ser bueno es el único modo de ser dichoso.” JOSÉ MARTÍ. APÓSTOL DE AMÉRICA.
Carlitos, me alegra verte por acá.
Un abrazo y bienvenido.
Iroel, me ha gustado tu articulo el cual claro esta coincido.
Me gustaria dejar un comentario que creo es buen momento de hacerlo.
Es curioso por lo menos que los franceses le canten loas a Napoleon cuando no hizo nada que no fuera comportarse como un conquistador, todas las famosas batallas de Bonaparte fueron lejos de su tierra y con objetivos imperiales netos.
Entonces de que se sienten orgullosos los franceses, de tener un imperialista dentro de la larga historia humana, algun estadounidense se siente orgulloso del general Lee por haber masacrado los indios en USA? pongo este ejemplo por que no me gustaria citar todos los fracasos franceses en Africa de los cuales aun consideran propias tierras que hace mucho obtuvieron su libertad.
Creo que en la historia de la humanidad hay muchos ejemplos que habria que tirar por tierra, en la medida que pongamos verdad sobre mentira nos sentiriamos dueños de la historia y de nuestro lugar en el mundo.
Muchas gracias por recibir el comentario.
“Ser culto es el único modo de ser libre. Ser bueno es el único modo de ser dichoso.”
JOSÉ MARTÍ.
Esto se lo copio a cralmaguer por que me gusto mucho.
Muy bueno el artículo.
Un caso inverso pasó con el excelente estratega militar y genio de la Guerra de Guerrillas, Generalísimo Máximo Gómez. El mismo, luchó por volver a hacer colonia española a la República Dominicana. Los dominicanos tuvimos la suerte, de que en esa misma época existió alguien igual de estratega y con una extrema valentía en la batalla. General Gregorio Luperón.
Luego, el generalísimo Máximo Gómez rectifica y encabeza las luchas de libertad del pueblo cubano contra el dominio colonialista español (sus anteriores amos).
¿Había alguien cursado la escuela segundaria, de bachillerato? En la cual debía aprender que la Gran Revolución francesa fue **burguesa**, y jamás cualquier otra cosa. Derrotó definitivamente el feudalismo y llevó al triunfo el capitalismo, reemplazando la aristocracia, como la clase reinante, con la clase capitalista – burguesa. Sin importar si durante unas décadas fue restaurada formalmente la monarquía borbona, luego revertida de nuevo en la república burguesa, y aún la última pervertida durante un rato en el pseudo-imperio bonapartísta.
El orden así establecido en Francia cambió desde entonces tanto que evolucionó naturalmente de su fase liberal y nacional a la fase superior – imperialista. Bueno, fue en Francia el año 1871, y la primera en el mundo revolución proletaria y socialista pero desde su rápido fin hasta hoy el día los monumentos, parques y puentes de “Ciudad de la Luz” no celebran los y las communards de París – sino sus carniceros.