El 27 de febrero debe abandonar una prisión estadounidense, donde permanece desde hace más de quince años, Fernando González. Él es uno de Los Cinco cubanos que buscaban información en Miami para evitar actos terroristas en Cuba y -tras un proceso considerado arbitrario e injusto por muchos periodistas, intelectuales, juristas y políticos de todo el mundo- fueron condenados a largas penas de cárcel. Uno de ellos, Gerardo Hernández, morirá en prisión si no se logra que la verdad sobre su caso revoque la pena de dos cadenas perpetuas más quince años que le fue impuesta.
Fernando es el segundo del grupo que sale en libertad tras cumplir hasta el último minuto de su sentencia gracias a la sordera del presidente estadounidense, que no escucha los crecientes reclamos para hacer justicia en este caso.
El día cinco de cada mes, muchas personas le escriben al presidente Barack Obama, reclamándole ordene la libertad de estos hombres.
Hasta Judy Gross, la esposa de un agente del gobierno estadounidense preso desde hace cinco años en La Habana por trabajar a sueldo de Estados Unidos en acciones ilegales en Cuba, le ha pedido a Barack Obama que se “olvide de los políticos del Sur de la Florida y negocie con los cubanos”, ya que el gobierno cubano ha declarado estar dispuesto a un “gesto humanitario” hacia su esposo si este es reciprocado por EE.UU. en el caso de Los Cinco.
El Comité Internacional por la libertad de Los Cinco llama a desatar un mar de mensajes que empujen al presidente de Estados Unidos a perder el miedo a la llamada “mafia de Miami”, que fue realmente el tribunal que juzgó y condenó a Los Cinco, y hacer que estos hombres vuelvan a su país y sus familias. Aquí las direcciones y enlaces distribuidos por el Comité Internacional.
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Reblogueó esto en GabyCuba.
Desde luego que los tres restantes deben ser liberados ya, pero el enfoque de que fueron juzgados por la mafia de Miami pone al ejecutivo contra la pared. Su respuesta positiva a este llamado sería desafiar al poder judicial y por ahí no va la cosa.
La cosa va porque las penas fueron excesivas y el presidente deben ejercer su arbitrio para indultar como cuestión de justicia. Apretar la tuerca con que SOLO buscaban información sobre grupos terroristas NO SE LO CREE NADIE.
Todo agente de inteligencia infiltrado en otro país es un espía y hay mensajes del Centro, descifrados por el FBI, que ordenan la penetración del Comando Sur y la recopilación de información de bases aéreas. Algo perfectamente natural si desde chiquito enseñan en Cuba, con toda razón, que Washington es el enemigo y también, a veces sin razón, que detrás de todo está la CIA.
Hay casos de otros espías que hicieron más y fueron condenados con menos rigor.
Justicia para Los Cinco, que no merecen tales condenas por lo que hicieron y deben salir ya en libertad.
Stephen Kimber escribió un excelente artículo:
“Los Cinco de Cuba estaban luchando contra el terrorismo. ¿Por qué los encarcelamos?”
http://progresosemanal.us/20131005/los-cinco-de-cuba-estaban-luchando-contra-el-terrorismo-por-que-los-encarcelamos/
Allí dice sobre ese tema:
Victoria Nuland, vocera del Departamento de Estado, ha declarado que los Cinco de Cuba “fueron declarados culpable en tribunales norteamericanos de cometer crímenes contra Estados Unidos, incluyendo espionaje, traición”.
Es cierto que tres de los cinco –Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González– tenían en parte misiones militares más allá de la simple infiltración e informar acerca de las actividades de los grupos exiliados de Miami. Pero su propósito no era el de robar secretos militares de Estados Unidos o comprometer la seguridad de EE.UU.
Durante la década de 1990, las autoridades cubanas creyeron que su país sería el próximo en el Caribe en enfrentar la invasión militar norteamericana. No es una exageración, cuando se piensa en Granada (1983), Panamá (1989) y Haití (1994). Entonces también estaba la creciente influencia de los grupos de cabildeo anticastristas, como la Fundación Nacional Cubano Americana, los cuales presionaban a Washington para que derrocara a Castro y a su hermano.
Basándose en sus valoraciones de esas invasiones anteriores, la inteligencia cubana había desarrollado una lista de señales de que una invasión pudiera ser inminente: una súbita afluencia de aviones de combate y reconocimiento a una base militar sureña, por ejemplo, o visitas inesperadas e inexplicadas de altos oficiales a la sede del Comando Sur en Miami.
Agentes como Antonio Guerrero, quien trabajaba como conserje en la Estación Aérea Naval de Boca Chica en Cayo Hueso desde 1993 hasta su arresto en 1998 y cumple una condena de 22 años de prisión– eran los equivalentes cubanos de baja tecnología a los satélites espías. Guerrero contaba aviones en las pistas y reportaba la cifra a La Habana.
Por supuesto, las autoridades cubanas estaban dispuestos a registrar cualquier comentario que sus agentes pudieran encontrar, y ocasionalmente La Habana presionó a Guerrero para que aumentara su información; él respondió principalmente enviando recortes de los periódicos de la base. No es de extrañar. Guerrero hablaba poco ingles y no tenía autorización de seguridad. Los secretos militares estaban muy por encima de su categoría. Y los secretos militares de EE.UU. nunca fueron la verdadera prioridad de Cuba –solo querían saber si los yanquis estaban a punto de invadir.
De cualquier manera si hubo algún tipo de búsqueda de información militar, ese no fue el centro del asunto. No me gusta que se use el término de espía para los Cinco porque ellos no estaban adentro del gobierno, básicamente estaban trabajando contra los terroristas de Miami que, aunque auspiciados y financiados por el gobierno norteamericano en muchos casos, no eran el gobierno. Ciertamente si hay casos de espías bastante recientes que solo son devueltos a sus países, deportados, ha sucedido con espías israelies por ejemplo. En el caso de los cinco el asunto es netamente político y el gobierno yanqui se ha ensañado hasta niveles intolerables para cualquier ser racional.